El mundo, en vilo ante las elecciones en EEUU: Clinton o Trump, nada está decidido

El mundo, en vilo ante las elecciones en EEUU: Clinton o Trump, nada está decidido

AFP

Estados Unidos, el país de la democracia, el país de las ilusiones, el país de la lucha por alcanzar los sueños celebra este martes las que serán las elecciones más grises de su historia. Sus ciudadanos no votarán con aquella emoción que en 2009 convirtió a Barack Obama en el primer presidente negro de la historia y que en 2012 lo revalidó. Ahora no hay ni rastro de aquella efusividad que se palpaban por doquier, no queda nada de aquello: los estadounidenses tendrán que elegir entre la opción mala o la menos mala. Y todos son conscientes de ello.

Lo saben los dos principales candidatos a la Casa Blanca, el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton, que llegan a este 8 de noviembre empatados, sin lograr un respaldo masivo que les haya permitido acostarse sabiendo que se convertirán, con facilidad, en el próximo presidente de Estados Unidos. Esto es consecuencia directa de cómo ha sido la campaña: desconcertante, sucia y agotadora a partes iguales. Una campaña en la que los insultos, los desprecios y salidas de tono han sido los protagonistas. Algo inimaginable hace 7 años.

Ha sido tan así, que Clinton ha hecho de la defensa de la unidad su mensaje principal, pretendiendo ser “la presidenta de todos” y acusando a su principal rival de haber dividido más aún al país. Los hechos respaldaban su mensaje desde el principio: Trump anunció su candidatura diciendo ‘no’ a la inmigración y ‘sí’ a un muro con México. ‘Sí’, en definitiva, a acabar con los sueños de todos los que llegan a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Y eso pese a que su mujer, Melania, de origen esloveno, es la primera que ha luchado por la nacionalidad estadounidense.

Pero ni el tristemente famoso muro de Trump, ni sus descalificativos hacia los hispanos o las mujeres, ni sus alardes públicos sobre cómo ha defraudado al país, han permitido a Clinton tener un camino de rosas hacia la presidencia. A la ex secretaria de Estado le ha costado mantener el liderazgo en las encuestas y, algo que parecía también imposible: le costó hacerse con la candidatura demócrata.

Clinton venía de caer en 2008 ante Barack Obama y pensaba que esta vez iba a serle más que sencillo hacerse con los apoyos de los suyos. Pero entonces llegó Bernie Sanders, el “socialista” que quiso ser presidente. No lo logró, perdió frente a Hillary, pero se lo puso complicado y le dio donde más le dolía a la ex secretaria de Estado: ilusionó al electorado, principalmente a los jóvenes. Con él nació el efecto ‘Bernie’, ese efecto que Hillary había buscado para ella, pero que no ha conseguido ni al final de la campaña, igual que no ha logrado empatizar con sus votantes. Sigue siendo su tarea pendiente: los estadounidenses siguen viéndola como alguien fría y distante.

La polémica sobre cómo usó su correo personal para cuestiones de Estado tampoco ha ayudado a su candidatura, pero Clinton ha resistido, ha dado explicaciones y ha sido exonerada dos veces por el FBI. En el otro bando ha estado, siempre atento y siempre pisándole los talones, Donald Trump. Quién se lo iba a decir al magnate, pero ni los 281 insultos que ha pronunciado -sólo en Twitter, según el recuento realizado por The New York Times- ni todas las polémicas que ha protagonizado, le han alejado de la posibilidad de hacerse con la presidencia. Más bien al revés: ha llegado a ponerse por delante de Clinton en las encuestas.

LOS ESTADOS QUE LO DECIDIRÁN TODO

Pero ahora, este martes 8 de noviembre ya es la hora de la verdad. Conscientes de que cada voto importa, los candidatos -y el mundo entero-, sufrirán hasta ver si consiguen o no la mágica cifra de los 270 votos electorales, los que les dan la presidencia. Por eso prestarán especial atención a los llamados swing states, aquellos que pueden caer de un lado o de otro y que tienen la capacidad de desequilibrar la balanza en el colegio electoral que da acceso a la Casa Blanca.

En líneas generales, el mapa electoral de las últimas décadas refleja una mayoría demócrata en la Costa Oeste y en el Noreste, mientras que los republicanos dominan en el sur y el Medio Oeste. De los estados con más votos electorales, California, Illinois y Nueva York son indesuctiblemente demócratas, mientras que Texas y Georgia son republicanos. Las opciones de victoria de los candidatos pasan, en primer lugar, por asegurarse esos feudos, sobre todo en el caso de Trump.

Hace apenas un mes la candidata demócrata parecía capaz de hacerse incluso con Texas, que llegó a estar en disputa en los sondeos. Pero, ahora sólo Arizona, de entre los tradicionales caladeros republicanos, parece en riesgo. Trump amenaza la hegemonía demócrata en New Hampshire y Michigan, aunque los sondeos siguen dando ventaja a Clinton en ambos estados.

Pero si hay dos estados fundamentales, a los que no hay que perder de vista la noche del martes al miércoles, esos son Ohio, el estado que siempre elige al presidente desde hace medio siglo, y Florida, que decantó las elecciones más igualadas de la historia reciente, las que en 2000 llevaron a George W. Bush a la Casa Blanca pese a que Al Gore tuvo más votos populares. Tanto Bush como Bill Clinton y Barack Obama tuvieron que ganar en ambos para ser elegidos y reelegidos; este año, los sondeos muestran un empate en los dos.

Ganar en Ohio y en Florida puede no ser suficiente, principalmente porque Trump ha logrado poner en disputa Pensilvania, un estado que, tal y como recuerda la agencia Efe, en las últimas seis elecciones ha votado demócrata. Si el escrutinio está igualado, habrá que fijarse a otros estados, en general más pequeños, y las múltiples combinaciones que pueden decantar la victoria de uno u otro candidato. Uno de esos estados es Virginia, en la costa este, otro territorio de tradición republicana que Obama consiguió teñir de azul tanto en 2008 como en 2012. También están en disputa Iowa, Colorado y Nevada, que pueden ser determinantes para desempatar.

No hay nada decidido, pero todos quieren hacer historia. Clinton quiere ser la primera mujer presidente de EEUU, la primera first lady en volver a la Casa Blanca y la que permita a los demócratas mantener tres mandatos seguidos la Presidencia, algo que no ocurre desde que en 1945 Harry Truman tomó el relevo a Franklin D. Roosevelt. Por su parte, Trump quiere ser el primer presidente outsider: quiere romper todos los moldes. Y quién sabe, también la idea de EEUU como la mayor y mejor democracia del mundo.

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Laura Riestra es subdirectora en 'El HuffPost'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III, ha trabajado en RTVE.es y en el diario 'ABC'. Puedes contactar con ella en laura.riestra@huffpost.es