Donald Trump: el candidato en el que nadie (o casi nadie) creía
Admítanlo: ¿Cuántos de ustedes predijeron hace cinco meses que Donald Trump sería el candidato del Partido Republicano? Mejor aún: ¿cuántos de ustedes pensaron que en caso de ser el oponente de Hillary Clinton tendría la más mínima oportunidad de ganar? Si lo dijeron, felicidades, han sido de los pocos capaces de acertar, porque era difícil de imaginar que un magnate inmobiliario, una estrella de la telerrealidad, una persona indisciplinada, a quien no le importa menospreciar a las mujeres e insultar a quien no comulgue con sus ideas, iba a ser capaz de conectar con la mayoría de votantes de EEUU y convertirse en presidente.
Trump durante un acto de su campaña
Porque si hay algo que ha hecho Trump ha sido eso: conectar con mucha gente, con esa gente cansada de la vieja política. Así ha vendido su candidatura: como alguien que iba a decir las cosas tal cual -cree que- son. “Sé lo que es el sistema, porque yo me he aprovechado de él”, dice sin tapujos. Habla del sistema a todos los niveles: para defraudarlo, para sus proyectos inmobiliarios, para todo. Y eso le ha servido para poner en un aprieto a la mismísima Hillary Clinton, que ha visto cómo, lejos de lo que hubiera imaginado, el magnate le ha seguido muy de cerca, aupado también por los errores de la demócrata.
Los republicanos se han visto desbordados por un hombre cuestionado a diario por sus polémicas. Por un candidato, que, aunque como él mismo dice pertenece al establishment económico, alza la bandera antielitista: un candidato que, hasta hace unos años, ni siquiera pertenecía al partido y cuyas ideas violan muchos de los dogmas de la derecha. Trump también ha sido el encargado de hacer resurgir a la extrema derecha de Estados Unidos y a partidos que han visto en él la oportunidad reavivar odios raciales.
Ilustración: Elisa Ballesteros
A Trump le gusta contar que se ha hecho “a sí mismo”, pero esto no es algo que convenza a todo el mundo. La revista Forbes considera que es un millonario que se ha hecho a sí mismo “a medias”, ya que heredó el negocio de tamaño medio de su padre, si bien es cierto que después logró convertirlo en una fortuna de 10 cifras. Y presume de ello cada vez que puede, como presume de que todo le resbala. "La gente me adora", suele decir en la gran mayoría de los actos. Lo dice detrás de su tupé y su moreno, que ya se identifican al 100% con su persona.
Imagen de Donald Trump en 2004 con un juego que lleva su nombre
Adorarle no le adoran la gran mayoría de hispanos, con los que se ha cebado desde el mismo momento en el que anunció su candidatura, día en el que proclamó orgulloso que construiría un muro con México para frenar la entrada ilegal en el país. Tampoco le adora gran parte del electorado femenino, que ha visto cómo el magnate reduce a la mujer a un objeto que puede usar a su antojo -incluso “agarrarlas por el coño”- por el mero hecho de ser “una estrella”.
Pero ahí está, ha resistido a cada polémica y repitiendo hasta la saciedad que volverá a hacer a América grande… Aunque no termina de dejar claro cómo. A la hora de explicar sus objetivos políticos se contradice a la vez que deja perlas del tipo: hay que castigar a las mujeres que abortan o instar a sus seguidores a usar las armas contra Clinton.
El matrimonio Trump durante la campaña de este 2016
Casado tres veces -Ivana y Marla Maples fueron sus primeras mujeres- dice que ha encontrado el amor de su vida en Melania, 24 años más joven que él. Alardea de tratar “como nadie” a todas las mujeres, aunque su pasado -y vídeos o denuncias- no digan precisamente eso. Pero a su lado, inamovible, permanece Melania, que justifica todos y cada uno de sus actos. Como parece que hacen sus votantes, que cada vez son más. Él se gusta, se encanta, pero el mundo teme que asuma la presidencia el próximo 8 de noviembre. Motivos para tenerle miedo hay.