Jorge Drexler: "Escribir es un maratón emocional, una vez que entras es muy intenso"
Renqueando pero sin quejarse un ápice. Así nos reciben Jorge Drexler y su lastimado peroné (cosas de futbolistas amateurs…) justo antes de dar un concierto a dúo con el cantante Depedro. El cantante y compositor uruguayo es el primero en inaugurar el ciclo Cómplices de Mahou, que durante todo el mes de noviembre llevará por España a bandas en un formato doble: tocarán juntos Izal y Zahara, Iván Ferreiro y Antonio Orozco, Dani Martín y Sidecars, Miss Cafeína y Second… y así muchos dúos más que recorrerán la península por primera vez en la historia de estos ciclos.
No tiene disco que presentar ni lo va a sacar en breve (de hecho, aún está en proceso de composición de sus próximas letras), pero Drexler siempre se presta a una entrevista. A punto de salir de gira (tanto por España como en América Latina, donde pasará por Colombia, Perú, Bolivia y México), saca un rato para hablar de todo: de su vida y de la vida, de cómo crea sus canciones, de aquel Oscar que ganó hace más de una década y por el que siempre se le pregunta, de la cultura en España… y de muchas otras reflexiones.
Tú siempre vives un poco entre un lado y otro.
Sí. La verdad es que llegué a hacer la cuenta y cruzo el Atlántico una vez de media. Doce veces al año en los últimos 10 años. Lo que ha pasado es que ha crecido mucho la demanda de trabajo en Latinoamérica.
Eso es bueno.
Yo siempre había trabajado mucho allí, pero ahora con la crisis en España el porcentaje de trabajo es mayor en Latinoamérica que aquí. Y me encanta tocar allí. Latinoamérica es un regalo que me hizo mi profesión, entre otros regalos. Conocer el continente y viajar por un lugar donde, increíblemente, con distintas culturas, distintos paisajes, distintas gastronomías, distintos hábitos de vida, tienen un mismo idioma que tú y te pueden entender y sienten las canciones como propias… Cuando me di cuenta de la magnitud de eso fue muy impresionante.
Drexler y DePedro en el concierto en el que presentaron la gira Cómplices de Mahou.
Tu último disco (Bailar en la cueva, Warner Music Spain, 2014) ya no es tan reciente como para que te riñan si no suenan las últimas canciones. ¿Qué vamos a escuchar en esta próxima gira, en Latinoamérica y en España?
No, la presentación del disco para mí ya terminó.
Ya está amortizado, digamos. Eres más libre.
Ya he cumplido con el disco, que me encanta tocar siempre, y tengo un grado mayor de libertad, sí. Todo este trabajo es pendular. Cuando tocas mucho un disco te dan ganas de tocar el repertorio antiguo, cuando estás mucho rato en el repertorio antiguo sientes la necesidad de escribir algo nuevo, hasta que lo tocas y lo cansas y… Muchos aspectos de mi trabajo son pendulares. Voy de una formación muy grande con el disco a una segunda gira con una formación muy chiquita, casi solista, como ahora estoy tocando algunas cosas.
De hecho, así ha sido. Él no repite: en apenas tres semanas, en octubre, ha hecho cuatro tipos de shows distintos: esa noche, en Madrid, con DePedro; en Cádiz y Murcia solista, con su guitarra; en Zaragoza a lo grande, con banda; mientras que en América les piden una gira más mediana, con toques electrónicos, algo más experimental. "Es un poco esquizofrénico porque tienen repertorios diferentes, órdenes de canciones diferentes y actitudes físicas diferentes", confiesa.
¿Te apetece escribir, estás escribiendo?
Ahora mismo estoy escribiendo, estoy justo en período de apertura. Escribir es un proceso para mí. Yo no escribo mucho, no escribo todo el tiempo. Escribir me lleva mucho tiempo. Debe ser algo parecido al entrenamiento físico. Escribir para mí es como un maratón y no lo puedes hacer sin entrenar. Es como un maratón emocional. Una vez que entras ahí es muy intenso. A lo mejor tendría que aprender a hacerlo de otra manera, pero llevo mucho tiempo escribiendo así. La escritura no es un acto todo lo lúdico que debería ser, me gustaría que fuera más lúdico. Es una cosa muy removedora.
Cuantas más canciones escritas tienes, y yo debo tener unas 200, más estrecho es el margen de novedad. O eso te parece, porque luego la realidad es fractal, entonces cuanto más entras en la realidad más se amplia. Es infinita. Pero de lejos lo ves y dices: 'He escrito de todo'. Pero luego empiezas a escarbar y te das cuenta de que la realidad es infinita. Donde había un punto hay un todo de repente.
Con 200 canciones como llevas escritas, ¿hay algunas que te gustan más, que te gustan menos? ¿Hay canciones que te cansan o también es un poco pendular?
Es pendular. El otro día justo me dieron un listado de canciones y digo 'Uy, no me acordaba de esta canción', y la tocas y te dan ganas de tocarla. Y hay canciones que las ves con distancia después de muchos años de haberlas escrito y no haberlas tocado en mucho tiempo y dices: 'Está bien, está bien…'. Y otras que te gustan menos, que se quedaron ahí a a mitad de camino.
Y a veces son hits…
Yo no he tenido muchos hits.
Entre tu público por lo menos.
En esa dimensión, bueno. Si que he tenido canciones que supongo que para algunas personas son más importantes en algún momento, pero lo que es un hit de radio, si lo piensas, no he tenido. He tenido algunas canciones alternativas.
Pero sí que es verdad que tu público, el público que te escucha, siempre te pide ciertas canciones…
Hay unas canciones a las que recurre la gente y que sí se han vuelto populares en un circuito. Y me ponen muy feliz, mucho.
¿Sí? ¿No reniegas de ellas?
No, no. Las canciones no tienen la culpa de que les vaya bien. Las personas, tampoco. Para mí la popularidad de cualquier fenómeno artístico nunca ha sido una variable para juzgar su calidad. Si no me gustaran las cosas populares no me gustarían los Beatles. Popular o impopular es una característica más. Hay cosas populares que me encantan y cosas populares que no me gustan nada; cosas que no conoce nadie o conoce poca gente… Viene un cantautor uruguayo que se llama Fernando Cabrera que en España es muy poco conocido que es uno de mis maestros. Pero eso no me interesa. Para mí es uno de mis músicos favoritos. Pero por otro lado están Los Beatles y hay cosas horribles muy populares y cosas muy feas muy impopulares.
¿Un Oscar te cambia la vida? ¿Te siguen preguntando por ello?
Preguntan mucho pero es lógico. Es un hito en que basarse. Es como la visión que te decía que tengo de la realidad. Si lo ves de afuera lo ves muy importante. Si entras más en profundidad, si tienes tiempo de conocer más a la persona te das cuenta de que hay otras cosas que definen más la personalidad y que no cambian con una cosa así. Pero es cierto que desde fuera tú lo ves como un punto importante.
Marca más a los de fuera que a ti.
En realidad marca más a las capas externas de uno mismo. Veo mi quehacer con las canciones como cuatro capas concéntricas, como cuatro círculos. El mediático de afuera: la información que la gente tiene de ti, la Wikipedia y lo que ha escuchado por ahí. El siguiente para adentro es el laboral: esto es un trabajo para mí, estoy muy orgulloso de ganarme la vida con las canciones y me importa trabajar en buenas condiciones. El siguiente para adentro es el creativo: las canciones tienen que ser escritas y tienen que quedar bien, tienen que estar hechas artísticamente lo mejor posible. Y el de adentro de todo es el personal: las canciones tienen que ser una forma de conocerme, mi aikido, mi disciplina, mi manera de relacionarme con el mundo, mi punto de fuga. Puedo distraerme de muchas cosas, pero mis canciones y mis hijos son dos cosas que tengo siempre presentes.
Entonces cuando te pasa una cosa así muy mediática se impregna de afuera adentro: lo mediático cambia mucho; lo laboral también; trabajas en mejores condiciones y tienes más trabajo; lo artístico: a veces te reafirma un poco y estás un poquito más seguro, pero ya no tanto. Y lo de adentro, lo personal: tú puedes elegir que cambie e ir atrás del fenómeno o puedes utilizar el viento del fenómeno y llevar el fenómeno donde tú quieras. En realidad lo primero que hice después de ganar el Oscar fue sacar un disco que se llama Doce segundos de oscuridad que te daba la pauta de que no estaba intentando hacer el gran crossover latino (risas). Fue el disco más anticomercial que saqué.
Jorge Drexler celebra su Oscar tras recogerlo, el 27 de febrero de 2005.
¿Sí? ¿Tú crees?
Sí, porque estaba en un mal momento, en un momento vital… Me había divorciado, estaba en un momento de oscuridad en mi vida, pasándolo mal, intentando aprender de la oscuridad... Y justo tenía la oportunidad de saltar al mercado latino, y me dije: '¿Para qué escribo canciones?. Las escribo realmente para contar lo que me pasa y lo siento, señores de la discográfica, pero lo que me pasa es esto' (risas). Y lo conté, y estoy muy orgulloso de ese disco. Ahí está un poco la respuesta: cambian muchas cosas, pero otras no, las de dentro me parece que no.
¿Cómo ves el tema cultural en España?
España es un país con una riqueza cultural monumental, empecemos por ahí. Gran parte de los componentes de la tan mentada Marca España provienen del mundo de la cultura, otros del mundo de la industria, otros del mundo del deporte… Pero la cultura es importantísima. Lamentablemente está la política opinando sobre la cultura en una dirección o en otra. Yo me crié en un entorno muy politizado en Uruguay, en una familia de izquierdas, en una dictadura, con media familia exiliada… y siempre tuve la sensación de que elegir objetos culturales por su orientación política era un error. A mí no me gusta. Lo mismo que lo de la popularidad o no popularidad.
Son variables externas al fenómeno. Hay cantantes de la canción de protesta de izquierda que me encantan, como Daniel Viglietti, y otros que no me gustan. No es una variable que defina cosas. Pero cuando tú guías y castigas a un sector por su orientación política, que es lo que está pasando con el Gobierno, que le sube el IVA a la cultura del 8% al 21%, y pagamos el mismo IVA que el tabaco. Cuando cortas las subvenciones y les pones dificultades enormes a los artistas para tener una sociedad. Es muy difícil, no tenemos un espacio impositivo: estamos en un régimen que tenemos que pagar como personas físicas trabajos que están hechos por una compañía de 14 personas como es mi caso en las giras. Es muy complicado el tema fiscal. Ya lo dijo [el ministro de Hacienda, Cristóbal] Montoro muy transparentemente: 'Voy a ir a por vosotros'. Lo ha dicho y lo ha cumplido. Con nombres y apellidos de esas personas, que me parece un ejercicio obsceno de utilización de información clasificada para presionar políticamente a alguien, que no entiendo cómo pasó desapercibido. Pero pasan tantas cosas desapercibidas en España… parece que uno no se asusta ya.
Tengo la esperanza de que entre todos los sectores políticos entendamos que la cultura es algo que debe tener una continuidad, más allá del signo político del Gobierno. No podemos nosotros, los artistas, engancharnos y jugarnos totalmente el pelo para un lado, porque después quedamos, cuando está el otro… No se puede. Las decisiones personales de uno y la orientación política de uno es sagrada y es buenísimo tenerla, pero creo que desde la política elegir lo que te va a representar culturalmente de acuerdo a tu afinidad política como gestor está muy mal. Y es lo que está pasando.