Lo que toda mujer tiene que saber acerca del cáncer de mama y el sobrediagnóstico
REUTERS HEALTH.— Las conclusiones de un amplio estudio realizado en Estados Unidos señalan, no sin polémica, que el descenso del número de muertes por cáncer de mama en los últimos años se debe al avance de los tratamientos y no a la detección temprana en una mamografía.
Además, el equipo de investigación declara en el New England Journal of Medicine que "las mujeres tienen más probabilidades de que se les sobrediagnostique el cáncer de mama que de que les detecten de manera temprana un tumor que vaya a acabar siendo grande".
"Este nuevo estudio no va a cambiar nuestras directrices", afirma el doctor Richard Wender, jefe de control oncológico de la American Cancer Society, que no estuvo involucrado en la investigación. Simplemente muestra una tendencia, algo que, en sus propias palabras, es "el tipo de prueba menos sólida".
Las directrices de la American Cancer Society exigen que las mujeres consideren la posibilidad de hacerse una mamografía a los 40 y de empezar a hacerse una al año a partir de los 45 y una cada dos años a partir de los 55. Como aclara Wender, hay recomendaciones similares para otros grupos médicos.
El autor principal de la investigación, el doctor Gilbert Welch del Instituto Dartmouth de Políticas de Salud y Práctica Clínica de Hanover, New Hampshire (Estados Unidos), y sus coautores llegaron a la conclusión de que una mamografía llevaba al diagnóstico de 162 casos más de cáncer de mama por cada 100.000 mujeres, pero se esperaba que solo 30 de esos pequeños tumores detectados crecieran y acabaran siendo un riesgo. Esto sugiere que más del 80% de los casos ―132 en total― habían sido lo que se conoce como sobrediagnosticados.
"Todo el mundo debería entender que las mamografías tienen pros y contras. No es de ese tipo de cosas que solo pueden beneficiar", explica el doctor.
"Si te ha salido un bulto en el pecho, deberías hacerte una mamografía. De eso no hay duda", aclara. Pero, por otro lado, "todas las mujeres deberían entender que la mamografía no es más que una opción".
Este debate forma parte de una discusión abierta sobre la efectividad de las mamografías, acerca del momento oportuno para hacérselas, sobre si las técnicas de detección más avanzadas detectan tumores que realmente no representan ninguna amenaza y sobre cómo tratar las anomalías que se encuentren.
"Siempre se me ha enseñado a pensar que la mejor prueba es la que más cáncer detecta", dice Welch. "Eso es demasiado fácil. La cuestión es la siguiente: ¿cuál puede encontrar al cáncer más importante? ¿Cuál puede servir para identificar a los tumores que son realmente importantes?"
Las mujeres que se hacen mamografías para detectar el cáncer de mama tienen que lidiar con falsos positivos y acudir a evaluaciones que pueden no estar cubiertas por el seguro, según explica la doctora Joann Elmore en otro artículo que acompaña al estudio. Ahora está claro que las mamografías están provocando que se sobrediagnostiquen enfermedades que nunca provocarían síntomas ni la muerte, continúa Elmore.
"Necesitamos unos métodos mejores para distinguir a los tumores biológicamente limitados de los tumores malignos que siguen creciendo", aclara Elmore, que es profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington de Seattle.
En el nuevo estudio, Wender rebate esta conclusión de que las mejoras en los tratamientos ―y no las mamografías― son las responsables de la disminución del número de muertes por cáncer de mama.
Existen otros estudios que demuestran que las mamografías reducen la tasa de mortalidad, según dice. Además, en Dinamarca, que empezó a utilizar las mamografías 10 años después que la mayoría de países occidentales, el descenso en el número de muertes por cáncer de mama llegó una década después.
Los datos que se utilizaron en el estudio provienen del Programa de Vigilancia, Epidemiología y Resultados Finales (SEER por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que durante el periodo de 1975 a 2012 las mamografías sí que marcaron la diferencia en cuanto a lo grandes que eran los tumores cuando se detectaban por primera vez.
La proporción de tumores grandes (es decir, aquellos de más de 2 centímetros de diámetro) pasó del 64% al 32%. Con el tiempo, los tumores más pequeños se convirtieron en la norma: representaban el 36% de los casos de cáncer al inicio del estudio y el 68% hacia el final.
Según el equipo de Welch, la pequeña disminución del número de tumores grandes que se detectaban a lo largo del periodo "sugiere que las mamografías tienen el efecto deseado: adelantan el momento del diagnóstico de algunos tumores que acabarían siendo grandes". Al mismo tiempo, el aumento significativo de los casos de tumores pequeños sugiere que las mamografías han provocado que las mujeres tengan "considerablemente más probabilidades de que se les sobrediagnostiquen tumores que de que se les detecte de manera temprana un tumor que iba a acabar siendo grande".
Los investigadores calculan que al menos dos tercios de las muertes que se han reducido se deben a las mejoras en los tratamientos. Pero, teniendo en cuenta los resultados, se da por hecho que la probabilidad de desarrollar cáncer de mama no ha variado con el tiempo.
"Prácticamente todos los grupos de expertos han llegado a la conclusión de que, de hecho, la incidencia del cáncer de mama ha aumentado", cosa que inclina la balanza a favor de las mamografías, apunta Wender.
FUENTE: New England Journal of Medicine, 12 de octubre de 2016.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.