'Renoir: intimidad', seis razones por las que Renoir es el impresionista más empático
La fiesta, el baile y la diversión. Cuando se piensa en Pierre-Auguste Renoir vienen a la cabeza este tipo de escenas, pero a lo largo de toda su carrera se puede encontrar un carácter íntimo en sus pinturas, reflejos de escenas de la vida cotidiana que invitan a introducirse en la realidad de las personas que retrata. Esta temática es la que aborda el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid en su nueva exposición Renoir: intimidad, la primera retrospectiva dedicada al pintor francés en España que se inaugura el martes 18 de octubre y que se podrá visitar hasta el 22 de enero.
Esta intimidad que desprenden sus pinturas se debe al carácter del artista y también a su manera de entender e interpretar la realidad. "No es un observador distanciado y crítico, es empático", comenta a El Huffington Post Guillermo Solana, director artístico del museo y comisario de la exposición. A diferencia de otros impresionistas como Degas o Manet, Renoir es un pintor menos teórico y analítico que "busca disfrutar la vida con los cinco sentidos", explica Solana.
Es precisamente esa empatía lo que diferencia a Renoir del resto de los impresionistas, y es la base sobre la que se organiza la muestra, que cuenta con 78 pinturas, entre las que se incluyen préstamos de instituciones como el Art Institute de Chicago (Estados Unidos), la National Gallery de Londres (Reino Unido) o el Museo Pushkin de Moscú (Rusia); un esfuerzo de colaboración que se lleva gestando desde hace más de dos años.
Recogemos seis razones por la que visitar la exposición y que demuestran que Renoir era el más empático y sensible de los impresionistas.
1.Las escenas impresionistas
En los conjuntos pictóricos de Renoir las figuras siempre tienen una conexión entre sí, no son sujetos aislados como puede suceder en las composiciones de otros pintores de la época. Durante esta etapa impresionista el francés deja escenas de lo que se conoce como parejas galantes, en las que un simple gesto con una mano o una mirada consigue trasladar una sensación de empatía al espectador, además de delicadeza e inocencia como se puede apreciar en Retrato de una joven (hacia 1874).
Además de sus tradicionales escenas al aire libre que plasman el bullicio del París de la época, Renoir también pinta escenas más cotidianas, como si estuviésemos espiando a los protagonistas tras una ventana. Buena muestra de ello son El almuerzo en el Restaurant Fournaise (1875 ) o Confidencias (Secretos) (1874).
2.Pintor de sensaciones
En la pintura de Renoir, la teoría pierde importancia con respecto a las sensaciones, y eso se manifiesta también en los retratos que realiza bajo encargo. Es el único de los impresionistas de origen humilde, al contrario que coetáneos como Cezanne, Renoir necesitaba la pintura para vivir. Concebía su profesión como un oficio, y rechazaba a los intelectuales y snobs de la época.
3.La ternura
Renoir introduce al espectador en un universo femenino, en el que plasma a las mujeres no de forma estática, sino recreándose como en Jóvenes leyendo (1891) o en Mujer tocando la guitarra (1897). De esta forma, el pintor francés ofrece la posibilidad de asomarse al mundo en el que se encuentran abstraídas las mujeres que retrata. En todas estas pinturas se aprecia una cierta ternura: en la conexión entre entre las figuras o en las manos enredadas en el pelo.
4.El paisaje como vía de escape
Como sucede con la mayoría de los retratistas, llega un punto en el que la rutina provoca hastío en el pintor. El caso de Renoir no fue una excepción, y para "descansar de la figura", como indica Guillermo Solana, el artista pinta una serie de paisajes para su placer personal. Unas piezas, todas de pequeño formato pero de gran valor artístico que, en este caso, también sirven para romper con la dinámica de la exposición y aliviar al espectador.
Plasma lugares como las vistas de su finca en Les Collettes, Normandía, Italia o la isla de Guernsey en pinturas de líneas poco definidas y con una excepcional utilización del color.
5.La familia
La familia ocupó un hueco fundamental en la pintura de Renoir desde el nacimiento de su primer hijo, Pierre, en 1885. Retrata no solo a su mujer Aline y a sus hijos, sino también a su entorno más cercano. Una de las figuras más recurrentes en su vida y su obra es Gabrielle Renard, una vecina del pueblo que cuidaba de sus hijos y que posteriormente se convirtió en una de las modelos del pintor.
Su propio hijo, Jean Renoir, hacía hincapié en esta faceta íntima del pintor: "Si hay un personaje al que pueda aplicársele el término intimidad, es sin duda mi padre. Las relaciones humanas no valen nada hasta que se llega al punto en que se caen los muros que se levantan entre las personas".
6.La sensualidad
A pesar de que la sensualidad se puede apreciar en toda la temática de la obra de Renoir, es especialmente notable en sus desnudos, unos de sus motivos predilectos. Mención aparte merecen sus bañistas, una serie de desnudos al aire libre en el que se aprecia una vuelta al clasicismo y a la tradición después de su viaje a Italia. Influido por su insatisfacción estética con el impresionismo y en busca de un "lugar en la historia del arte", como señala Solana, se puede apreciar la influencia de Rubens, Miguel Ángel o Rafael.
Se trata de figuras robustas que en ocasiones han sido criticadas por su desproporción, pero que causaron gran impresión en la obra de artistas como Modigliani o Picasso, propietario en su día de una de las obras expuestas en la muestra: Eurídice.
La sensualidad de Renoir se aprecia también en el juego de las manos con el cabello, las sensaciones táctiles o la elección de tejidos como la muselina a la hora de retratar a sus modelos.