Si alguien pensaba que las experiencias sensoriales en la mesa eran cosa del siglo XXI está claro que se equivocaba; de hecho, ni del XX: lo de la comida con formas artísticas -como los helados- ya lo trabajaron los arquitectos del Renacimiento, según nos explicó la guía a lo largo del recorrido.
Un museo decide comprar la obra del artista a una galería, por iniciativa de un crítico de arte que hace el papel del intermediario: el artista recibe una cantidad, el intermediario otra, y la galería, otra. El precio se incrementa un 300%, pero el artista sólo ha recibido una tercera parte de la cantidad pagada por el museo.