Todo lo que siempre has querido saber sobre la adicción al sexo

Todo lo que siempre has querido saber sobre la adicción al sexo

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Adicto al sexo es un término que se suele usar a la ligera, con fanfarronería, con anhelos o de forma despectiva, pero casi siempre de una manera incorrecta.

Lo que no es un adicto al sexo es un adolescente cachondo o una persona a la que le gusta mucho practicar sexo. De hecho, es más probable que aquellos que tienen adicción al sexo estén buscando tratamiento en vez de presumir de ello con sus amigos.

Según la clínica Mayo, lo que realmente constituye un comportamiento sexual compulsivo es "la obsesión con los pensamientos sexuales, la sensación de urgencia o los comportamientos que pueden causar angustia o tener un efecto negativo en la salud, el trabajo, las relaciones personales u otros aspectos de la vida".

Para la asesora y terapeuta sexual Alinda Small, es más bien "cuando alguien busca encuentros sexuales para sentirse realizado como persona. Es una obsesión con el acto físico del sexo —ya sea con uno mismo o con una pareja—, una obsesión de la mente y un comportamiento compulsivo del cuerpo que no puede apaciguarse a no ser que se practique sexo".

Lo que Small describe es un comportamiento destructivo, eso es innegable, ¿pero realmente es una adicción?

"Hay división de opiniones en cuanto a si es una 'adicción genuina' en el sentido científico estricto de la palabra", comenta a la edición australiana del HuffPost el profesor Frances Quirk, director de investigación del hospital Barwon Health. "En parte, posiblemente se deba a que a gran escala hay muchas cosas a las que llamamos adicción al sexo, pero no lo son. Supongo que algunas cumplirían los criterios y otras no".

Quirk explica que una de las razones por las que es tan difícil definir la adicción al sexo es el punto de vista restrictivo de la sociedad con respecto al sexo. "En lo referente al estudio del sexo y a la comprensión de la sexualidad humana —lo bueno, lo feo y lo malo— no es que tengamos mucha información".

"Es un reflejo de lo tenso y estigmatizado que está lo que rodea a la vida sexual humana normal, por no hablar de lo que se sale de lo normal. Hay una capa sociopolítica que cubre a todo aquello que tiene que ver con el sexo o la actividad sexual", afirma. "Estamos muy poco informados sobre nuestra propia naturaleza sexual y hacemos muy poco por financiar estudios e investigaciones al respecto, a menos que haya delitos sexuales implicados, que, evidentemente, es un tema diferente".

El órgano sexual más importante del cuerpo humano es el cerebro.

Otra razón por la que Quirk afirma que falta claridad en torno a la adicción sexual es que depende del motivo por el que esta ocurre.

"¿El adicto al sexo nace o se hace?", pregunta. "¿La adicción al sexo es la impulsora de una conducta que consiste en evitar otras emociones complejas, como la intimidad? ¿Tiene que ver con medicarse? ¿Es impulsora de serotonina y dopamina? ¿Es una variante de un trastorno obsesivo-compulsivo o de un cuadro de trastorno bipolar? ¿Tiene que ver con desequilibrios químicos en el cerebro?", se cuestiona.

"La conclusión es que el órgano sexual más importante del cuerpo humano es el cerebro. Está claro que hay una influencia o perturbación originada en el cerebro; ya sea cuestión de neuromodulación, según la cual hay sustancias químicas que no están haciendo lo que hacen normalmente, o ya sea la respuesta del cerebro a algo externo".

De acuerdo con Small y con Quirk, el resultado final puede tener efectos destructivos en la vida personal y profesional de un individuo, por no mencionar las consecuencias para su salud.

"Es como un deseo predominante. Parecido al de un alcohólico que necesita beber", explica Small al HuffPost. "Lo necesitan y lo conseguirán cueste lo que cueste". Y da un ejemplo: "Un paciente mío no era capaz de trabajar ni de pensar con claridad a menos que pusiera en riesgo el llevar una vida normal yendo a hacerse un masaje con 'final feliz' o acudiendo a un burdel. No podía hacer su vida hasta que no cubriera esa necesidad".

Y ya sabemos cuál es el efecto de internet… Si tienes adicción al sexo, puedes liberarte fácilmente en cualquier momento.

"Esa liberación no tiene por qué ser con otra persona, puede ser con uno mismo", continúa. "No es como el deseo sexual normal. Es una necesidad predominante y controladora que se empeñarán en satisfacer independientemente de lo arriesgada que sea la situación. Y ya sabemos cuál es el efecto de internet… Si tienes adicción al sexo, puedes liberarte fácilmente en cualquier momento", prosigue.

"Yo diría que las relaciones interpersonales primarias sufrirían por las infidelidades. Y también cabría dudar de la capacidad de un adicto al sexo para funcionar en el trabajo, ya que necesita muchas interacciones sexuales en el transcurso del día".

En cuanto a la búsqueda de tratamiento, Quirk apunta: "Puede que una persona se dé cuenta de que esta conducta está teniendo repercusiones negativas y, como consecuencia, se preocupe".

"En un mundo ideal, se supone que alguien que pide ayuda está dispuesto a ser ayudado. Pero no siempre es el caso si se les ha recomendado que busquen ayuda, por ejemplo. Con suerte, aunque estén obteniendo cierto placer o satisfacción derivados de esta conducta, reconocerán las consecuencias como algo perjudicial y puede que eso sea suficiente para que decidan hacer algo al respecto", señala.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición australiana de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.