Y si nunca se llega a saber quién es Banksy, ¿qué?
Banksy es una de las figuras más reconocidas del arte urbano desde los años 80. Cada cierto tiempo sorprende al mundo con una nueva obra, ya sea en Bristol, en Calais o en Gaza, pero también acapara titulares por un motivo muy distinto: las indagaciones acerca de su identidad.
Tanto investigadores como periodistas han intentado descubrir quién es el hombre (o mujer, o colectivo) que se esconde tras esa firma. En 2003, tras una entrevista que concedió a The Guardian, fue descrito como un hombre blanco de 28 años y en 2008 Mail on Sunday publicó una fotografía de un hombre de 34 años y pelo castaño, llamado Robin Gunningham, al que identificó como el artista.
Aunque esa es una de las teorías más sonadas, se han publicado otras supuestas imágenes de él e incluso se ha discutido sobre si una de sus obras, aparecida en Londres, era en realidad un autorretrato.
El 1 de septiembre el Daily Mail reflotó el debate al afirmar que Banksy es en realidad Robert 3D Del Naja, miembro del grupo británico Massive Attack, o un colectivo liderado por él. El diario sostiene que en al menos doce ocasiones sus murales han aparecido en las mismas ciudades en las que actuaba la banda.
Robert 3D Del Naja, durante un concierto en 2003.
Un día después Del Naja, de 51 años, desmontó la teoría en declaraciones al mismo diario. "Sería una buena historia pero, tristemente, falsa". Sí reconoció que Banksy es "un colega" que ha ido a alguno de sus conciertos.
¿Por qué interesa tanto conocer el rostro de quien maneja los sprays? ¿Qué repercursiones tendría saber si se trata de una persona o de varias? ¿Conocer la identidad de Banksy aportaría valor más a su obra o, por el contrario, destruiría el halo de misterio que lo rodea?
EL ZORRO INVISIBLE
La obra de Banksy excede los límites de la pared, ya que el artista controla el elemento sorpresa y es consciente del eco que encuentra en los medios de comunicación. Otro de los elementos con los que juega es "la construcción de un personaje furtivo, clandestino, que recarga sus acciones con un aura muy estimulante, entre lo aventurero y lo subversivo, a la manera de El Zorro", reflexiona Fernando Figueroa, doctor en Historia del Arte. "Banksy es un héroe popular, del mismo modo que una estrella del rock o un juglar o bufón urbano".
Para Javier Abarca, artista e investigador especializado en graffiti y arte urbano, "buena parte de la gracia" de ambas manifestaciones artísticas "está en la combinación de máxima visibilidad del arte con total anonimato del artista". Así, a su juicio Banksy es "probablemente quien más provecho ha sacado de ese aire romántico del artista invisible".
VIVIR SIN FOCOS
¿En qué le beneficia a Banksy permanecer en la sombra? Fernando Figueroa apunta tres ventajas: la puramente práctica, ya que le permite "maniobrar con libertad"; el hecho de que así "pone su acento en el contenido o significado de sus obras"; y que "añade el aliciente de proyectar sobre su alter ego un arquetipo, que compite con la imagen estereotipada del escritor de graffiti o artista urbano".
Mural de Banksy aparecido en enero de este año frente a la Embajada de Francia en Londres
Felipe Pantone, artista urbano nacido en Argentina pero afincado en Valencia que no quiere desvelar ni su rostro ni su nombre real, apunta otro factor: "Motivos de tranquilidad". En su opinión, el público "puede ser guay o no guay" y cita como ejemplo lo ocurrido a un compañero: "Tengo un amigo famoso que se ha llevado ya dos guantazos".
¿QUÉ CAMBIARÍA DESENMASCARAR A BANKSY?
Según Javier Abarca, "parece que la mayoría de los aficionados prefieren en Banksy anónimo". Los más interesados en conocer su identidad quizá lo hagan con un objetivo policial o periodístico, plantea Fernando Figueroa: "Realmente saber quién o quiénes se ocultan tras Banksy no aportaría más que saber su modus operandi o la peliaguda cuestión de si hay un negocio detrás, pero no añade nada a la interpretación de un proyecto artístico y activista".
En opinión de este experto, conocer quién es Banksy sería de provecho principalmente para estudiosos y curiosos, pero no aportaría "nada relevante en la interpretación y evaluación cultural del fenómeno, y menos en el disfrute o la experiencia estética de sus propuestas".
"No me puede importar menos quién sea", afirma tajante Felipe Pantone. A este artista, lo que le interesa de Banksy es su obra, "no si es hombre, mujer, anglosajón o negro jamaicano". "El documental sobre él [Exit Through the Gift Shop, 2010] ya dice mucho sobre quién es, sólo hay que saber leer entre líneas", añade.
Mural de Banksy en Chalk Bank, Londres, aparecido en mayo de 2006
Javier Abarca sugiere que Banksy en realidad no necesita el anonimato: "Es un recurso de marketing. Otros artistas equivalentes, como Obey, van a cara descubierta y son personajes televisivos. Ni Banksy ni Obey se salen tanto de la ley ni tan habitualmente como para temer repercusiones graves por su trabajo en la calle".
"Mientras no cometa un crimen de verdad o hasta que él o ella no decida hacer pública su identidad, sería aconsejable no violar su secreto", reflexiona Fernando Figueroa. "De saberse, se formaría cierto barullo, quizás se truncase su actividad, posiblemente bajase su cotización comercial, pero seguro que perdería la magia", enumera Fernando Figueroa. "Cuando ves al ilusionista David Copperfield actuar, a lo mejor te rayas tratando de desentrañar el truco, pero lo que menos te interesa es saber que se llama David Seth Kotkin y que nació en Metuchen, Nueva Jersey".