Federico García Lorca, el poeta sin tumba
18 de agosto de 2016. El arqueólogo Javier Navarro elabora planes de intendencia, ajusta las agendas de un equipo desperdigado por el mundo y espera al 19 de septiembre para iniciar una campaña de excavación que puede resolver una pregunta sin respuesta desde hoy hace justo ochenta años: ¿dónde está el cuerpo de Federico García Lorca? Mientras la justicia argentina investiga el caso, el equipo de Navarro puede resolver el enigma, ahí está lo irónico, sin pretenderlo: la excavación impulsada por la asociación cultural Regreso con Honor no busca sus restos. Busca tres fosas y a Dióscoro Galindo, un maestro. Sus nietas han expresado su deseo de localizarle; la familia de Lorca, en cambio, nunca ha apoyado las excavaciones para localizar al poeta.
Y es que para buscar a Dióscoro Galindo, hay que buscar a Lorca. Como para hallar a los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcoyas. Los cuatro fueron fusilados juntos por un destacamento de franquistas, la noche del 18 de agosto de 1936. “Los testimonios”, explica Javier Navarro, “dicen que los cuatro fueron fusilados y enterrados juntos. Para buscar a Galindo, pues, tenemos que rastrear esa fosa”. El equipo cree que el enterramiento puede estar al pie del Peñón Colorado, junto a la carretera de Alfacar a Víznar. Al lado de un campo de fútbol construido sobre lo que fue un campo de instrucción y al lado, también, del Cortijo Pepino.
LORCA Y EL BARRANCO DE LOS HUESOS
Muchas cosas giran en torno a la Guerra Civil en esta zona. El barranco de Víznar, al lado del pueblo, está lleno de muerte y huesos: bajo su suelo reposan, según las fuentes, al menos 2.000 asesinados en las primeras fases de la contienda. En 2013 fue señalizado como Lugar de Memoria Histórica de Andalucía y, en uno de sus rincones, una estela grita “Lorca eran todos”. Precisamente Lorca, el inencontrado, es una presencia que se extiende por el área y lo domina todo, hasta el punto de hacer cundir el negocio del turismo tétrico: si usted lo desea, puede recorrer en coche los lugares que el poeta preso, y tantos como él, recorrieron en el trance de su asesinato. Un “tour”, 50 euros por persona, por el desastre.
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Alfacar, un pequeño municipio a 7 kilómetros de Granada, no escapa a esa presencia del poeta. Es el pueblo de “la fosa de Lorca”, aunque esa fosa se haya buscado en varios sitios y no haya aparecido, de momento. ¿Tendrá más suerte la campaña de Navarro? Fátima Gómez, la alcaldesa socialista de la localidad, no lo sabe: “Todas las campañas que se han llevado a cabo se basaban en estudios arqueológicos e históricos y todas son respetables. Yo no tengo los datos científicos para saber si están en lo cierto o no”.
“Hace unos años [en 2009] se llevó a cabo una excavación en la zona del Parque Federico García Lorca, justamente en la zona del monolito”, relata la regidora: “Allí, basándose en otra hipótesis, se pensó que estaría al lado del olivo. Era una hipótesis que también estaba contrastada, que tenía sus fundamentos… pero allí no se encontró nada. Ni de Lorca ni de nadie”.
UNA NUEVA “ZONA CRÍTICA”
El camino hacia la hipótesis que sitúa el enterramiento en el lugar donde el equipo de Navarro quiere intervenir ha sido largo y un tanto tortuoso. La primera fase se saldó con un estudio estratigráfico y el descarte de la zona contemplada inicialmente, pero la expedición no se rindió. La segunda fase “se llevó a cabo por indicación del general Nestares, que en el año 1977 había sido comandante en la zona, con tres de los guardias de asalto que asesinaron a Lorca: ellos le indicaron que allí le habían matado y allí le habían enterrado”, explica el arqueólogo. ¿Indicaron un lugar exacto? “No”, contesta, “eran unas referencias espaciales: a 25 metros de la carretera, a la altura del final del Cortijo”. Tampoco se encontró nada entonces, y el equipo se preguntó por qué.
La respuesta era sencilla: el comandante había medido esos 25 metros desde la carretera al supuesto lugar de enterramiento… con sus propios pasos. Los pasos de un hombre de entorno a 168 centímetros de estatura no miden un metro exacto. “Resultó que los 25 metros de los que nos había hablado eran en realidad 19”, explica el arqueólogo, “y la referencia del Cortijo tampoco servía, porque el edificio había sufrido ampliaciones en los últimos años”. Se llevó a cabo entonces un estudio de reconstrucción geográfica pormenorizado, en el que participaron el doctor José Luis Peña, catedrático emérito de Geografía de la Universidad de Zaragoza, y María Marta Sampietro, doctora en Arqueología de la Universidad de Tucuman. Ellos, gracias a las fotografías históricas y aéreas y al estudio de la ladera, delimitaron una “zona crítica de 10x20 metros”.
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En esa zona crítica, los posteriores estudios con georradar localizaron tres anomalías. “Interpretamos que son las tres fosas que buscamos”, señala Navarro, “pero hay que comprobarlo”. ¿Cómo se hará? “Vamos a retirar de la zona el material de relleno, localizaremos los pozos y los delimitaremos en planta. Una vez hecho esto, procederemos a hacer sondeos arqueológicos para comprobar la presencia o no de restos humanos”.
¿Y SI APARECEN HUESOS?
Si hay huesos en esas fosas, la campaña de Regreso con Honor habrá sido un éxito. Pero habrá puesto sobre la mesa, también, una cuestión problemática: ¿qué hacer con los restos? Fátima Gómez, la alcaldesa, explica que “si la campaña encontrara huesos, tendría que seguirse el Protocolo de Exhumaciones, que la Junta de Andalucía tiene regulado”. Este recoge que el equipo sobre el terreno informa a la autoridad judicial y a la Junta de Memoria Democrática en cuanto encuentra los restos, y solo a partir de entonces puede llevarse a cabo el levantamiento de los mismos y su identificación.
Esta identificación podría llevarse a cabo a través de muestras de ADN. La Junta de Andalucía y la Universidad de Granada, de hecho, acordaron el pasado mes de julio la puesta en marcha de un banco de ADN para la identificación de víctimas de la Guerra Civil. Pero también podría llevarse a cabo, según Navarro, a través del estudio de la evidencia arqueológica: “Sabemos, por ejemplo, que Dióscoro Galindo era cojo; que uno de los banderilleros era un hombre de alta estatura y delgado; que García Lorca tenía un cráneo algo más voluminoso que los demás”.
Esos indicios bastarían para identificar al poeta fusilado. Pero la alcaldesa de Alfacar afirma que “nadie puede encontrar a Lorca en contra de la voluntad de su familia”. Si la familia del autor de Romancero Gitano no reclamase los restos, éstos podrían ir a parar al cementerio municipal, en el caso de que el Ayuntamiento no declare el lugar original del enterramiento como zona específica de memoria.
Eso es precisamente a lo que aspiran los familiares que apoyan la campaña de Regreso con Honor. “Los familiares de Dióscoro Galindo y el CNT, que se instituye como familia política de los dos libertarios”, explica Javier Navarro, “han expresado su deseo de contribuir a la localización y dignificación de su lugar de enterramiento”. Una dignificación que se está haciendo esperar demasiado.