La próxima vez que abras una botella de vino y no la acabes, saca la bandeja de cubitos de hielo. Congelar vino en pequeñas porciones es una forma ideal de conservarlo para cocinar después con él. O para convertirlo en granizado.
Tinto, blanco, rosado, espumante… cualquier vino es bueno para transformarlo en cubitos.
Cortesía de The Art of Doing Stuff
Antes de congelar el vino, es conveniente saber un par de cosas sobre el tema. En primer lugar, se recomienda calcular la cantidad de vino que se echa en la bandeja de cubitos de hielo. De este modo, sabrás cuánto vino tiene cada porción. En segundo lugar, recuerda que el vino no se congelará por completo. Tranquilo: se congelará lo suficiente como para poder moverlo a otro recipiente, pero no estará tan sólido como el hielo normal. En tercer lugar, cuando quieras utilizarlo para cocinar —o para un cóctel—, puedes echar directamente el cubito de vino.
Para más detalles, visita el blog The Art Of Doing Stuff (en inglés). Aquí también puedes echar un vistazo a algunas de las recetas con cubitos de vino que propone Karen, la autora del blog.
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Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano