El camino hacia las Olimpiadas —que comenzarán en Río de Janeiro el viernes 5 de agosto— se ha visto entorpecido por una importante agitación política y económica. El brote del virus Zika y una crisis política que acabó con el juicio político a Dilma Rousseff han dado forma al preocupante panorama que rodea a los preparativos para los Juegos Olímpicos.
Además, un escándalo de corrupción relacionado con la empresa petrolera estatal Petrobras y la caída del precio del petróleo han vaciado las cuentas del país hasta tal punto que el gobernador Francisco Dornelles declaró la bancarrota de la ciudad olímpica el pasado mes de junio.
A muchos brasileños les cuesta aceptar la enorme inversión de dinero para los Juegos Olímpicos (como los 11.000 millones para infraestructura y la sede olímpica) teniendo en cuenta la importante recesión y las dificultades económicas. Dos de los vagones de la nueva red de metro de Río de Janeiro aparecieron con grafitis en los que podían leerse mensajes como: "Transporte de lujo. Hospitales en ruinas. ¿Qué clase de país es este?".
La edición brasileña del HuffPost entrevistó a varios ciudadanos y les preguntó por sus inquietudes y expectativas con respecto a los siguientes Juegos Olímpicos:
Camilo Correa, estudiante de doctorado de Física en la Universidad de São Paulo"Me parece algo increíble que vendrá bien a Brasil y a América Latina. En cuanto al terrorismo, la situación se ha complicado para Brasil y para todo el mundo. ...
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros y Marina Velasco Serrano.