Una "franquicia" de neveras solidarias contra el desperdicio de alimentos
Lo que más repite Álvaro Saiz, fundador de La Nevera Solidaria, es que con su proyecto no tratan de donar alimentos, sino de evitar el despilfarro.
La Nevera Solidaria nació hace más de un año en el País Vasco, en Galdakao (Vizcaya), pero el éxito ha sido tal que una decena de países ya se ha inspirado en la iniciativa de Álvaro. Su idea consiste en instalar un frigorífico en algún lugar ("normalmente en la calle, pero también en locales, como colegios mayores o comedores escolares") y dejar que la gente actúe.
Por un lado, están los depositantes: personas, comercios o entidades que aportan alimentos al proyecto. Por otro, los receptores: quienes aprovechan los alimentos que se encuentran dentro de la nevera. Éste es el aspecto habitual de la nevera de Galdakao:
Todo surgió porque a este joven voluntario no le entraba en la cabeza que una conocida suya que aprovechaba los productos desechados por un supermercado tuviera que esperar a que los tiraran a la basura antes de poder cogerlos. "Yo vi cómo ella misma ayudaba a los encargados del supermercado a sacar las bolsas y a tirarlas y, una vez en el contenedor, ya podía llevárselas", cuenta.
Esto ocurre porque, hasta que los alimentos no llegan a la basura, el supermercado es responsable de lo que le pueda pasar al consumidor. Una vez en el contenedor, es el usuario quien se responsabiliza. Como Álvaro no soportaba esto, pero detrás hay una legislación que lo impone, decidió unirse a un abogado para dar con la solución. Y la encontró en La Nevera Solidaria.
CADA DÍA "SE VACÍAN AUTOMÁTICAMENTE"
Lo que diferencia a esta iniciativa de otras parecidas es que La Nevera Solidaria cuenta con una buena base legal, explica el fundador, hasta el punto de que la respaldan organismos como la Universidad del País Vasco, la Universidad de Deusto y la Agencia de Salud Pública de Cataluña y colaboran con ella la Escuela de Hostelería de Leioa y la consultoría en calidad y seguridad alimentaria Hazia. Su argumento: "Si no se vigila lo que se saca de los contenedores, que son lugares sucios y antihigiénicos, ¿por qué se va a prohibir algo que está limpio y refrigerado?", plantea Álvaro.
El joven cuenta que apenas dan abasto a contestar todas las solicitudes que reciben para instalar neveras. Lo asemeja a una "franquicia", "pero gratuita", especifica. Dado que el proceso de instalación requiere un tiempo, en España actualmente no hay más de ocho o nueve neveras solidarias, pero funcionan a pleno rendimiento. "Hay días que no cabe todo lo que la gente trae", dice. Lo que no cambia es que cada día "se vacía automáticamente", asegura, e insiste en que "jamás ha habido un problema".
El fundador calcula que cada nevera recupera al mes unos 300 kilos de alimentos que, de lo contrario, habrían acabado en la basura. Y recalca: "No nos importa quién coja la comida; de hecho, la mayoría no son personas en riesgo de exclusión". Él mismo reconoce que ha comido con sus amigos de la nevera. "Imagínate si les dices a un par de jóvenes que tienen la cena gratis y que con eso pueden ahorrarse seis o siete euros para calimocho", comenta entre risas.
La nevera solidaria del Colegio Mayor Galileo Galilei en Valencia
LA LEY DEL BUEN SAMARITANO
En este año que lleva funcionando La Nevera, hubo un caso que llamó especialmente la atención de Álvaro Saiz. Un día, un distribuidor bilbaíno le llamó para llevarles dos toneladas de latas de fruta en conserva "en perfecto estado". Cuando Álvaro le sugirió que lo donase a un banco de alimentos, que suelen tener más alcance y capacidad, el empresario le contestó que ya lo había intentado y que habían rechazado las latas por no estar etiquetadas.
De nuevo, esto sucede por la ley de responsabilidad civil que concierne a los donantes. Por eso, Álvaro aclara: "Lo que nosotros hacemos no es donar, sino recuperar"; si los productos están "en situación de abandono", entonces no tienen dueño ni responsable.
La situación sería diferente con una ley del buen samaritano, vigente en países como México o Italia, que exime de responsabilidad al donante, evitando que se se vea perjudicado legalmente si alguien tiene problemas con algún alimento donado de buena fe.
Cambiar la ley resulta complicado, aunque no imposible. De momento, existe una petición en Change.org para que los supermercados donen la comida que les sobra y una red de neveras solidarias en expansión para dar una segunda oportunidad a los productos que habrían terminado en la basura.