Irse o quedarse en la UE: la hora de la verdad del 'Brexit'
Los británicos votan este jueves con una mano en el corazón y la otra en el bolsillo. Son conscientes de lo que hay en juego, se han repetido hasta la saciedad las consecuencias que tendría tanto el marcharse como el quedarse, pero detrás de esto hay mucho más. Al fin y al cabo, con su voto, los británicos también se van a pronunciar sobre su identidad, sobre si siguen creyendo en sus vínculos europeos o por el contrario prefieren romper con ellos. Y para siempre.
Los dos bandos, el que aboga por la permanencia y el que lo hace por la salida, llegan a la cita muy igualados. Las encuestas han ido reflejando un tira y afloja constante entre el remain (quedarse) y el leave (marcharse). Sin embargo, desde el asesinato de la diputada laborista Jo Cox el pasado 16 de junio, los partidarios del 'no' al Brexit parecen haberse estabilizado como los ganadores. Por poco, eso sí: el último sondeo de opinión, realizado por la firma Survation, daba el miércoles pasado la ventaja a la opción de la continuidad, con un 45% del apoyo frente a un 44% favorable al Brexit. Sin embargo, si se descuentan los indecisos en esa encuesta, el apoyo a la permanencia subiría al 51%, comparado con un 49 % para la opción de la salida.
Cameron durante su gira a favor de la permanencia en la UE
Las principales casas de apuestas británicas, sin embargo, arrojan unos resultados bastante diferentes: a un día del crucial referendo revelan un mayor apoyo a la opción de la permanencia en la Unión Europea. Ladbrokes divulga en su web un barómetro que mide los apoyos basándose en las apuestas que se realizan en directo, que desvela que el 76% del respaldo ciudadano se inclina ahora por continuar dentro del bloque común. Frente a ese porcentaje, esa casa registra un 24% del apoyo al Brexit.
UNA CAMPAÑA CONVULSA
Pase lo que pase este jueves también se pondrá punto final a unas semanas convulsas, repletas de reproches, momentos tensos -como la divulgación del póster por parte del líder del eurófobo UKIP, Nigel Farage, en el que se ve a decenas de migrantes no comunitarios tratando de acceder a Europa- y algo impensable en este contexto: el asesinato por cuestiones ideológicas de Cox, que ha supuesto un auténtico punto de inflexión. No ha sido una campaña limpia, basada en argumentos con los que convencer al electorado, sino que se ha hecho daño. Mucho.
Las consecuencias a estas semanas no han tardado en llegar; la campaña ha dejado tocada tanto a la clase política como a la ciudadanía. Según una encuesta divulgada por Sky News, más de la mitad de los británicos ha reconocido que tiene menos respeto por sus políticos a raíz de la campaña para el referéndum.
Y así, ante semejante cúmulo de sensaciones y sentimientos, los votantes llegan a este 23 de junio, día en el que, además, el primer ministro británico, David Cameron, es consciente de que se juega su futuro. El premier ha mostrado un énfasis que hasta ahora no había empleado. Sabe que si la salida de Reino Unido de la UE sale adelante, su cargo quedará en el aire. Convocar este referéndum fue una promesa electoral que llegó tras la demanda de muchos miembros de su partido -los conservadores- y de buena parte de la ciudadanía. Pero también puede suponer una paletada sobre su tumba política.
Para el Partido Conservador la posibilidad del Brexit ha sido la prueba de hasta qué punto sus miembros están divididos. Cameron no sólo no ha contado con un fuerte respaldo entre sus filas, sino que muchos de sus colegas, encabezados por el ex alcalde de Londres Boris Johnson, han visto en el referéndum la gran oportunidad para hacerse con un sitio destacado en el partido. De hecho Johnson ha exprimido al máximo su posicionamiento a favor de la salida británica, llegando incluso a eclipsar a Farage.
LO QUE CABE ESPERAR
Del otro lado, el del Partido Laborista, la cita también será determinante para su líder, Jeremy Corbyn, a quien se ha reprochado su inacción en pro de la campaña contra el Brexit hasta que se produjo el asesinato de Cox, momento en el que dio un paso adelante. El respaldo de los laboristas es visto por el campo por la permanencia como crucial para ganar la consulta, dada las divisiones que hay en el Partido Conservador del primer ministro. Hacía falta unidad política a la hora de defender una u otra opción, pero no se ha dado, más bien al contrario.
Corbyn durante uno de los esperados actos a favor del Brexit
Ahora sólo queda esperar a que llegue el 24 de junio, día en el que se sabrá cómo empieza el nuevo capítulo en la historia de Reino Unido. Tanto el sí como el no provocará que se entre en un terreno desconocido en el que las reglas del juego van a cambiar por completo.
En el caso de que salga adelante la permanencia en la UE, empezaría una etapa en la que los Estados miembros se han comprometido a conceder un estatus especial para Reino Unido, garantizando su exención de la paulatina integración comunitaria y la posibilidad de limitar los derechos de los ciudadanos comunitarios.
Acto durante la campaña sobre el 'Brexit'
Si por el contrario los británicos se decantan por la salida, lo único que se sabe con certeza es que la decisión será "irreversible" y que será un proceso largo, como mínimo de dos años, aunque los propios defensores del divorcio son conscientes de que, como mínimo, serán cuatro. Es más, expertos en Derecho europeo citados por la agencia Europa Press hablan incluso de diez años. El Tratado de Lisboa establece las pautas de este procedimiento en el artículo 50, según el cual el primer movimiento tiene que partir del Estado miembro, que debe notificar a la UE su deseo de abandonar. Hasta que se materialice la ruptura, Reino Unido tendrá que acatar los dictámenes europeos y no podrá formar parte de ninguna nueva negociación. Eso sí, Cameron ha reiterado que no dimitirá, pero su puesto en el partido quedaría muy tocado, complicando la posibilidad de que fuera él el que liderara el proceso.