El trabajo infantil, uno de los sustentos Gaza
Antes Walid era un buen estudiante. Hoy día, este chico palestino de la Franja de Gaza pasa los días recolectando escombros en las casas destruidas por las guerras con Israel y los revende por un puñado de shekels. Con su padre en paro desde hace años y tres hermanos y hermanas, Walid hace lo que puede para mantener a su familia, incluso pese a tener 11 años.
Este domingo se celebra el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, una lacra que está lejos de desaparecer del mundo, pese a que la tendencia global en los últimos años es positiva. Las cifras totales han pasado de 246 millones de niños trabajadores en 2000 a los 168 millones actuales, pero en Gaza pasa todo lo contrario.
En este territorio,el número de palestinos entre 10 y 17 años que trabajan se ha doblado en los últimos cinco años hasta rondar los 9.700, según fuentes oficiales locales.
Entre estos miles de niños está Walid, que se pasa cada jornada, bajo un sol de justicia o un viento violento, recorriendo los escombros de las casas destruidas. El crío recoge "piedras, trozos de metal, de cemento o de plástico" y los revende a empresas que los recicla en materiales de construcción.
Cerca de la mitad de los 1,9 millones de habitantes de Gaza viven por debajo del umbral de pobreza. Tres guerras en seis años han destruido el estrecho enclave entre Israel, Egipto y el Mediterráneo. Los bloqueos impuestos por Israel desde hace 10 años y de Egipto desde hace tres están ahogando al territorio, El 80% de la población depende de la ayuda humanitaria y la tasa de desempleo, cercano al 45%, es uno de los más altos del mundo.
SIN EDUCACIÓN
Con 12 años, Ibrahim Ghaben también ha dejado el colegio. Son ya dos años los que lleva este delgado chico de cabellos y ojos morenos rastreando los edificios derribado para ganarse la vida y mantener a su familia de nueve miembros. El plomo de las balas lanzadas por el ejército israelí es una materia prima muy preciada.
Junto con otros niños, Walid e Ibrahim husmean por los barrios destruidos de su localidad de Beit Lahya. Son los primeros en adentrarse en estos lugares tras cada ofensiva israelí, para intentar ganarse una veintena de shekels (cerca de cinco euros).
"La mayoría de los niños que trabajan lo hacen en barrios a lo largo de la frontera, que son las zonas más pobres", de la Franja de Gaza, afirma Aida Kassab, psicóloga del Programa de Gaza por la Salud Mental.
Entre los riegos de esta economía de supervivencia, Ibrahim, que aparenta tener menos de sus 12 años, recuerda haber recibido disparos un día que rebuscaba cercar de un bloque de cemento que se alzaba sobre la barrera de seguridad israelí que cierra herméticamente la Franja Gaza.
Además de los proyectiles desde Israel, Ibrahim, Walid y los otros chicos hacen frente a un peligro mayor, menos visible pero permanente. "Estos críos, que a veces no tienen ni cinco años, se ven obligados a realizar trabajos difíciles que no son convenientes ni para su capacidad física ni su situación psicológica", se lamenta Kassab.
Akrab Said, de 14 años, ha pasado mucho tiempo en estas ingratas busquedas. Él tampoco va al colegio pero quiere, pese a todo, "aprender un oficio útil" para ayudar a sus cuatro hermanos y hermanas y a sus padres parados. Para ello acude a Tierra de los Hombres, una ONG que ayuda a las familias a reescolarizar a los niños o a los menores a empezar una formación profesional.
"El fenómeno del trabajo infantil refleja la situación económica y social de la Franja de Gaza", afirma Khitam Abou Hamad que dirige el proyecto.
Muchos abusos se permiten: en ocasiones a algunos niños "les pafan 20 shekels por 12 horas de trabajo al día", explica a la AFP Iyad Abou Houjayr, del Centro Palestino para la Democracia y la Resolución de Conflictos, una ONG que da apoyo psicológico a las familias más desfavorecidas.
"La ley palestina prohibe el trabajo infantil a los menores de 15 años", continúa Abou Houjayr, pero "apenas se aplica". La división entre la organización islamista Hamas, que dirige Gaza, y la Autoridad Nacional Palestina, radicada en Cisjordania, complican todavía más la aplicación de la normativa.
La situación no hace sino empeorar con cada nuevo conflicto, se lamenta Hyam al-Jarjaoui, encargado del departamento infantil en el ministerio de Asuntos Sociales: "Cuanto más pobreza, más niños trabajando".