Un año de las Mareas gallegas: "Hay riesgo de que las expectativas se vean frustradas"
El pazo de Raxoi es un edificio señorial que a muchos les pasa desapercibido en la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela. Está justo enfrente de la catedral, así que queda a la espalda de los turistas que la contemplan. Pero ese palacio tiene una importancia capital: es la sede del Ayuntamiento y, en algunos corrillos de la localidad, se le conoce desde hace varios meses como el “pazo de Hanói”, en referencia a la ciudad que sufrió grandes bombardeos en la guerra de Vietnam.
Es un chascarrillo que utilizan, sobre todo, los simpatizantes de Compostela Aberta, la candidatura de unidad popular que hace justo un año ganó las elecciones municipales en Santiago. Junto a la Marea Atlántica, en A Coruña, y Ferrol en Común, en Ferrol, en aquellos comicios consiguió evidenciar el potencial que las Mareas ciudadanas tenían en Galicia. Pero, a lo largo de estos 12 meses, las tres formaciones se han topado con la cruda realidad: todas gobiernan en minoría en sus respectivas ciudades, así que están teniendo que capear “las bombas” que, dicen, les caen a diario. Y, según aseguran los expertos, han tenido que resignarse a no poder hacer todo lo que querían o prometieron.
“Fueron vistos en un principio como unos intrusos por las fuerzas tradicionales. Generaron bastante rechazo y, al no tener mayoría absoluta, tienen bastantes dificultades en el día a día de la gestión”, explica el politólogo gallego Millán Fernández, que señala que a esas dificultades se le añaden “las propias limitaciones de la Administración por el techo de gasto, por sus tiempos, que son lentos, y porque los tres Ayuntamientos están prácticamente intervenidos de facto”.
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El alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro.
PRESUPUESTOS ESTANCADOS
El experto señala que el PSOE y el BNG no están facilitando demasiado la gestión de los nuevos alcaldes y que tampoco lo hace el PP, aunque admite que eso era “de esperar”. La aprobación de los presupuestos de 2016 son una muestra de los problemas que las Mareas están teniendo para sacar adelante su acción de gobierno. En A Coruña han tardado seis meses en aprobarlos -se hará este lunes- y el alcalde, Xulio Ferreiro, ha incluso hablado de “una moción de censura encubierta” después de que el PSOE y el PP prácticamente le obligaran a rediseñar las cuentas al incluir una serie de enmiendas en las que se apoyaron mutuamente.
La propia concejala de Hacienda, María Eugenia Vieito, ha admitido que las cuentas no son las que deseaba el gobierno local, aunque ha subrayado que les permitirán desarrollar sus proyectos sociales. Pero hay quien no lo ve tan claro.
"Impedirán a la Marea llevar adelante la política de servicios sociales que venía anunciando, así como una de sus promesas estrella, la aprobación de la Renta Social Municipal para personas necesitadas. Lo mismo ocurrirá con la apuesta por una mayor participación ciudadana", advierte Santiago Míguez, director del Departamento de Sociología y Ciencia Política de la Universidad de A Coruña, quien recuerda que "los excesivos costes de las obras en infraestructuras" durante el mandato del PP generaron una deuda que el Ayuntamiento "tendrá que afrontar durante muchos años".
El alcalde asegura que, pese a todo, las cosas van "razonablemente bien", aunque admite a El Huffington Post que ha sido "un año difícil por la propia situación de minoría y por las expectativas y la presión" que se habían creado. También reconoce que existe la sensación "de bloqueo", de que podrían estar haciendo algo más, pero que no pueden. "La interlocución, sobre todo con el PSOE, está siendo difícil. Pensé que iba a ser más fácil entenderse", asegura.
"Nosotros mismos querríamos ir más rápido, más allá, hacer cambios más profundos. Pero la situación es difícil también por la propia normativa, que tiene a las entidades locales secuestradas", critica el alcalde de A Coruña.
En Ferrol, donde Ferrol en Común gobierna en coalición con el PSOE, la situación es más complicada y ambos partidos están viviendo su enésima crisis del año a cuenta de la aprobación de los presupuestos, que aún no tienen visos de salir adelante en el corto plazo. Santiago es la única ciudad que ya ha hecho los deberes, aunque el alcalde, Martiño Noriega, admite a El Huffington Post que tuvo que ir “muy al límite” e incluso “amagar con vincularlos a una cuestión de confianza”.
Él también ha visto cómo algunos de sus proyectos estrella acabaron estrellados. Un ejemplo: Compostela Aberta quería subir el IBI, pero la oposición de PP y PSOE hizo que Noriega lo acabase bajando. “Aquí más o menos existe una seudonormalidad institucional en el funcionamiento. Quizá el bloqueo sea mayor en Coruña y en Ferrol. Pero el PSOE ha adoptado muchas veces posiciones que van más allá de las del PP”, se lamenta.
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El alcalde de Santiago de Compostela, Martiño Noriega.
Pilar Cancela, secretaria de Organización del PSOE gallego, rechaza afirmaciones como esa y recuerda que fue su partido quien "facilitó el cambio" en los Ayuntamientos. En este sentido, critica que las Mareas actúan a menudo como si tuvieran "una mayoría absoluta consolidada, como si no estuvieran obligados a dialogar con la oposición". "Hablar de bloqueo es caer en el victimismo. Lo más fácil es culpar a los demás", zanja.
En este sentido, subraya que el PSOE tiene "capacidad de gestión", algo en lo que las Mareas, afirma, han demostrado que sufren "un déficit tremendamente importante". Y rechaza las acusaciones de que los socialistas están dificultando la labor de gobierno.
"Huir de la responsabilidad y de la capacidad de poner encima de la mesa diálogo y diálogo... Quienes están gobernando son ellos y son quienes tienen que tender puentes y buscar acuerdos. Desde la imposición no se va a conseguir mucha solución. Tienen que aprender que el diálogo es ceder y aceptar propuestas. Falta mucha permeabilidad", asegura Cancela, mientras recuerda que el PSOE es "absolutamente antitético" a los planteamientos del PP.
El alcalde de Santiago se queja también de la presión que reciben de los medios de comunicación locales. “Se imputa cualquier cuestión de la ciudad al presente y no a las causas que las generaron. Alguno ha pasado incluso fronteras de falta de respeto a la institución”, asegura mientras recuerda que en algunas portadas le llaman “el alcalde 2.0”. “Es porque yo soy muy activo en redes y me dicen que vivo en la realidad virtual. Me han difamado incluso en lo personal. Todo esto en una ciudad que viene de tres alcaldes en la última legislatura y múltiples imputados sobre los que no existió ni la mitad de presión mediática a la que estamos sometidos nosotros”, se lamenta.
LA AMENAZA DE LA FRUSTRACIÓN
El politólogo Millán Fernández subraya que en Santiago, en Coruña y en Ferrol hay “un riesgo fundamental”: lo ambicioso de las propuestas de las Mareas y las expectativas que habían generado están chocando con la magnitud de las problemáticas y con la capacidad de la que disponen los gobiernos. “Entonces, se corre el riesgo de que las grandes expectativas se vean frustradas”, advierte. El alcalde de Santiago asume que ese peligro existe, pero confía en que serán “capaces de sacar una hoja de resultados solvente” de sus compromisos.
El regidor de A Coruña coincide en esa línea, pero insiste en que lo que la gente les pidió fue "ser honestos, no traicionar los valores y dejarse la piel". "Y eso es lo que estamos haciendo y la gente está entendiendo la situación", subraya. Cancela, del PSOE, lo ve de una forma muy distinta: "La gente ha visto que mucha promesa y mucho gesto, pero muy poca gestión. Y se percibe decepción en la ciudadanía. Eso es evidente".
Carlos M. Abella, socio de la empresa estratégica y de comunicación Abella y Valencia, apunta a que hay líneas de gobierno comunes a las tres Mareas: impulso a la cultura, a la transparencia, a la participación y a las medidas sociales. “Lo primero que se ha visto es un cambio de actitud, que se percibe en una mayor cercanía y proximidad a la gente”, explica. Por ejemplo, dice que en Ferrol, por primera vez, se han planteado consultas a la ciudadanía a través de internet para conocer su opinión y se han creado asambleas de barrio frecuentemente para sondear el parecer de la gente, algo que también se produce en las otras dos ciudades.
“En transparencia, están disponibles en la página web todos los contratos firmados por el actual gobierno desde el principio, incluso los menores”, asegura. Y destaca que, en Ferrol, tras “un letargo cultural de varios años”, ahora “hay una explosión de actividades, conciertos…” “Y ha habido un impulso a las políticas sociales, de juventud y de igualdad”, resume. El alcalde de Santiago, Martiño Noriega, destaca en este sentido que en los presupuestos ha duplicado el gasto social, ha triplicado “los fondos destinados al mantenimiento de la ciudad” y ha impulsado “todo lo que tiene que ver con el programa de participación”.
Pese a todo, Carlos M. Abella admite que, por ejemplo en Ferrol, "no es que se noten unos resultados en una forma tan clara". "Y cosas como las crisis de gobierno y las varias amenazas de ruptura no contribuyen a que, incluso la gente que los apoyó, siga ilusionada. Porque el mensaje no es muy halagüeño", reconoce.
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El alcalde de Ferrol, Jorge Suárez.
"LOS GESTOS ESTABLECEN NUEVOS CÓDIGOS"
Las voces más críticas apuntan a que los tres alcaldes han sido "incapaces" de alcanzar acuerdos con otros grupos, ni de resolver situaciones heredadas, "agravadas en los últimos meses", y que han "polarizado" las percepciones vecinales, "ya que al mismo tiempo que suscitan adhesiones entre unos despiertan recelo en otros".
Todo ello lo explica Pablo Vázquez Sande, doctor en Comunicación Política y profesor de la Universidad de Santiago, quien señala que los líderes de las Mareas han contribuido a cambiar la política gallega, "acostumbrada a perfiles como el de Paco Vázquez [alcalde de A Coruña entre 1983 y 2006], votado y valorado a partes iguales por personas de izquierdas y de derechas".
Otra de las críticas frecuentes es que los tres alcaldes se han preocupado más por los gestos simbólicos que por las medidas prácticas. Vázquez da algunos ejemplos de esos gestos. Explica que en A Coruña el alcalde ha optado por “acciones de marcado carácter ideológico” como el cambio de nombres de calles de la ciudad conforme a la Ley de Memoria Histórica, la ruptura con la tradición de que el regidor acudiese a la invocación ante la Virgen del Rosario para “apuntalar la separación con actos religiosos” o el impulso a la participación ciudadana, con la creación del escaño ciudadano.
En Santiago, recuerda que el alcalde colocó por primera vez la bandera multicolor en la sede municipal con ocasión del día del Orgullo Gay y el de Ferrol promovió la retirada de un busto del rey Juan Carlos I de la fachada del Ayuntamiento, una “medida que bloqueó el pleno al abstenerse el PSOE”.
El alcalde de Santiago no reniega de los gestos: “Lo simbólico es complementario en la acción de gobierno y va más allá. Los gestos establecen también nuevos códigos de actuación. Ese combate también hay que darlo”. Todavía tienen tres años por delante. ¿Subirá la marea?