La realidad de los pensionistas griegos: "Nos han pasado por la picadora y nos han triturado"
A punto de aprobar una drástica reforma de la seguridad social, el Parlamento griego espera votar este domingo un nuevo paquete de recortes a las pensiones.
Los acreedores europeos presionan a Grecia para que reduzca su gasto tanto en pensiones como en ayudas sociales para los jubilados.
Estos años ya se han recortado varias veces las pensiones, pero la última propuesta ha dado lugar a protestas masivas que se han reproducido a lo largo de todo el país durante las últimas semanas.
La edición griega del HuffPost estuvo hablando con ocho jubilados del país que con sus historias muestran que, para muchos griegos, las pensiones constituyen un elemento fundamental para mantener a las familias a flote.
Aunque estos ciudadanos jubilados representan a una amplia variedad de profesiones y pensiones, todos comparten una frustración común: los continuos recortes a su fuente básica de ingresos. Se sienten tristes y enfadados, pero también críticos con las políticas de seguridad social que han estado llevando a cabo los anteriores gobiernos.
Los pensionistas protestan contra los recortes en Atenas el 26 de noviembre de 2015.
Excomandante, 58 años
"Me han recortado la pensión a la mitad entre 2009 y 2016 —ahora es de unos 1.400 euros netos—, lo cual ha repercutido bastante en mi estilo de vida. Tengo dos hijas. Antes ayudábamos económicamente a una de ellas, hasta que el año pasado consiguió un trabajo. La otra sigue en paro. Si la crisis continúa, seguirá habiendo recortes en los sueldos y en las pensiones. Lo mejor es que las cosas se asienten para que al menos podamos preservar una pequeña parte de nuestro nivel de vida. Si vuelve a haber recortes (como parece que sucederá), seguiremos apretándonos el cinturón. Personalmente, no puedo encontrar un trabajo nuevo, ¡ojalá pudiera! Tendré que recortar los gastos en comida a partir de ahora.
Desde científicos hasta agricultores, los griegos estamos decididos a actuar, pero hay que encontrar la forma de decir 'ya basta' para cambiar la situación de verdad. Históricamente, siempre han sido los jóvenes quienes han promovido el cambio.
No estoy triste, pero estoy muy enfadado. Los años buenos se han acabado para mi generación. No me importa tanto que me recorten la pensión; lo más importante es erradicar el desempleo. Tiene que haber nuevas oportunidades de trabajo. Hay jóvenes con más de treinta años que nunca han tenido un contrato. ¿Dónde van a trabajar? Dudo que esta generación llegue a tener una pensión.
Los pensionistas y los funcionarios van a sobrevivir, incluso con los recortes. Los que tendrán más problemas son los jóvenes sin trabajo, o los desempleados que tienen que mantener a sus hijos. La única solución para la economía griega es acabar con el paro. De lo contrario, aunque ahora mismo no recorten las pensiones, acabará pasando muy pronto".
Agricultor jubilado, 82 años
Vasilis Depastas.
"Nos han pasado por la picadora de carne y nos han triturado. Antes tenía una pensión de 510 euros. Justo después de que el primer ministro Alexis Tsipras llegara al poder, me la bajaron otros 20 euros, así que ahora cobro 488 euros. Mi mujer tiene la misma paga, y además recortaron 100 euros de las ayudas para nuestros hijos; tenemos nueve hijos y 13 nietos.
Creo que pronto volveremos a las urnas, pero no cambiará nada. Aunque en los últimos años hemos vivido en una espiral cuesta abajo, la situación empeoró el año pasado. Si las cosas continúan así, sólo quedarán viejos. Hay tres millones de pensionistas en este país envejecido. Sabe dios quién les dará de comer.
El sistema sanitario no saldrá adelante si no hay crecimiento, porque sin dinero, es imposible. Incluso la gente con trabajo, ¿cómo podrán ahorrar para su propia seguridad social?
Estoy muy triste por los jóvenes. No trabajan, no están asegurados y probablemente no llegarán a tener una pensión. Quizá los que son de fuera de la ciudad y tienen tierras puedan sobrevivir. Nosotros tenemos animales y eso nos permite enviar algo de carne y huevos a nuestros hijos, que viven en la ciudad. ¿Pero hasta cuándo estarán los viejos para ayudar a los jóvenes? Quien viva en la ciudad, quien dependa de su jefe, se morirá de hambre o vivirá de la caridad".
Agricultora jubilada, 75 años
Anna Depastas.
"Me da miedo de que en algún momento tengamos que empezar a buscar en la basura para poder llevarnos algo a la boca, como ya hacen muchas personas en Atenas, por lo que veo en la tele. Los jóvenes pasan hambre. Nuestros hijos también lo están pasando mal. Están buscando trabajo. Así que muchos jóvenes acaban como camareros o en el extranjero.
Yo me estoy preparando para más recortes. Nos dijeron que nos reducirían la pensión a 350 euros, y eso sólo si las arcas pueden soportarlo. Así que estoy triste y decepcionada. No voté a Syriza y tampoco lo haré en el futuro. Nos prometieron mucho, pero no nos dijeron de dónde lo sacarían. No confío en nadie y no quiero votar".
Profesor jubilado, 62 años
Iraklis Nikoloudaki.
"Me jubilé hace siete meses y ahora sólo cobro el 70% de mi pensión. Los recortes no me sorprendieron. Durante mucho tiempo he sentido que el sistema necesitaba reformas y que cuanto más tardaran en llevarlas a cabo, peor sería. Soy matemático y sé que los números son implacables. No era sostenible que el país gastara el 17% del PIB en pensiones.
La verdadera cuestión no es si recortarán las pensiones, sino si podrán existir en un futuro. Así no salen las cuentas. Pero tampoco es justo para la próxima generación, porque el nuevo sistema de seguridad social se basará en una sobrecarga de impuestos para los jóvenes. Es inaceptable que tengan que pagar ellos para poder mantener nuestras pensiones.
En los últimos años ha habido negligencias delictivas, como las prejubilaciones y una situación de caos generalizado. La deuda nacional de cientos de millones ha acabado en las pensiones y los fondos han disminuido por una mala gestión. Pero no sirve de nada hablar del pasado. Hay que implantar medidas dolorosas si queremos mantener las pensiones. Si no, no creo que aguantemos así hasta este verano.
Si los políticos explicaran a la gente qué está pasando, o si empezaran a recortar a las élites, creo que los griegos serían más comprensivos. No resulta viable que un país en bancarrota como el nuestro pague pensiones de 2.500 euros. En mi opinión, las pensiones más altas deberían ser de entre 1.200 y 1.500".
Funcionaria jubilada, 63 años
Evangelia Nikoloudaki.
"Me jubilé en 2011, y desde entonces mi pensión nunca ha sido la misma. Siempre recortan algo: 20, 30 euros… Cada mes es menos.
Me adapté y aprendí a vivir con menos. Me estoy privando de cosas para poder regalar algo a mis nietos. Los viajes y el ocio se han acabado; ahora todo está calculado. Tenemos que ayudar a nuestros hijos. Aunque trabajan, no se pueden mantener por sí mismos. Con sus sueldos no pueden cubrir las necesidades de una familia.
Estoy enfadada y decepcionada. Los políticos —diputados y gente de altos rangos— deberían mirarse a sí mismos antes de dirigirse a nosotros. La gente de a pie no siempre puede pagar ese precio. No creo que la solución pase sólo por los recortes. Ya han estado recortando todos estos años y no se ha visto ningún resultado.
Me da miedo que al final acabemos con 500 euros sin siquiera darnos cuenta de cómo llegamos hasta ahí. Entonces todo será mucho más duro, no podremos comprar ni medicamentos, y menos ayudar a nuestros hijos. Me da miedo que el futuro no sólo sea vivir con limitaciones, sino vivir en un país ocupado".
Empleado de correos jubilado, 70 años
Giorgos Kostas.
"He trabajado durante 35 años y he visto muchas veces cómo me reducían la pensión. Empecé con una buena pensión, ahora estoy cerca de los 1.100 euros. Pero tendremos que ver dónde para la cosa.
Tengo dos hijos y cinco nietos. Viven en Atenas y les cuesta llegar a fin de mes, porque aunque tienen trabajo, llevan meses sin cobrar. Lo que de verdad me molesta es no poder ayudarlos. Hace unos años todavía podía, pero ahora ni siquiera puedo ir a Atenas a verlos.
No estoy enfadado. Intento sobrellevar mis problemas de forma estoica, es mi filosofía. Si no, no podría sobrevivir. Pero estoy triste, porque a pesar de que gobierne un partido nuevo, no parece que cambie el rumbo del país. Temo que haya más recortes y no veo que estos políticos amateurs puedan arreglarlo.
Lo único positivo que veo en la reforma de la seguridad social es que algunos grupos de población tendrán que pagar su parte. No es sostenible que sólo los asalariados paguen. Los autónomos y los agricultores también deberían contribuir, cada uno en función de lo que tenga. Pese a no estar de acuerdo con el Gobierno en muchas cosas, en esta cuestión concreta creo que tienen razón".
Dueño de un taller jubilado, 80 años
Dimitris Lagos.
"Trabajé durante 42 años como autónomo. Abrí nuestro taller hace 53 años, cuando llegué deportado desde Estambul como refugiado. Ahora el taller lo lleva mi hijo. Durante todos los años que estuve trabajando, pagué mis impuestos, con la esperanza de que luego se me quedara una buena pensión.
He visto cómo todos los anteriores gobiernos me han recortado la paga. Pasé de 1.700 euros a 1.180 al mes.
Culpo a todos los gobiernos, tanto al anterior como a este. Syriza nos prometió mucho, pero no recortes. Ahora nos dicen que reducirán nuestras pensiones. No sabemos qué pasará al final. La gente está tan harta que maldice su suerte.
Tengo dos hijos y tres nietos. Los ayudamos en todo lo que podemos porque a ellos también le han recortado el sueldo, mientras que sus responsabilidades siguen aumentando.
¿Qué pasa con los que cobran menos que yo y además tienen que pagar un alquiler? ¿No se merecen comer? ¿Han estado trabajando todos estos años para nada?
Hay un hombre en mi barrio de la misma edad que yo. Paga un alquiler y ayuda a sus dos hijos en paro de lo que le queda de su pensión. Hay gente que vive de las limosnas de la iglesia. A veces pienso que deberíamos volver al dracma para que vuelva a arrancar la economía".
Capitán de marina jubilado, 72 años
Stavros Toubakaris.
"He trabajado desde los 12 años. Iba al colegio nocturno. Empecé a trabajar en el mar cuando tenía 18 y me jubilé a los 62.
En ese momento empecé a cobrar 2.500 euros, casi una pensión completa. Ahora me pagan 1.520, contando con el fondo de pensiones suplementario.
Tengo dos hijas que son autosuficientes, se las arreglan bien y sólo necesitan un poco de ayuda por mi parte. Se me va la pensión pagando impuestos y facturas. Sólo me queda dinero para gasolina y el periódico.
Cuando el Gobierno impuso por primera vez controles de capital el año pasado, los pensionistas que esperaban a las puertas de los bancos para recoger su dinero parecían mendigos. No voto a los de derechas, pero si Samaras, el anterior primer ministro, hubiera aprobado estas medidas, Atenas habría ardido en llamas. Los europeos y el FMI sabían que Tsipras podría aprobarlas.
¿El futuro? Quien cobre 750 euros podrá considerarse rico. La nueva generación nunca llegará a tener una pensión. Es muy frustrante. Si se hubiera castigado a algunos políticos hace mucho tiempo, no habríamos llegado a este desastre. Pero puede que esta generación empiece una revolución de verdad y cambie este sistema".
Este post fue publicado originalmente en la edición griega de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano