Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar
Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño.
Se trata de la técnica de la espera progresiva, que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos), y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo.
Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida.
Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés, ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de compañía. El niño depende totalmente de ellos.
Si los padres ignoran sus llamadas, su cuerpo producirá hormonas del estrés y, a la larga, esto podrá dañar su sistema nervioso central, así como su crecimiento y su capacidad de aprendizaje.
En una entrevista para el periódico alemán Süddeutsche Zeitung, Karl Heinrich Brisch, jefe del servicio de medicina psicosomática del hospital infantil de la Universidad de Múnich, explicaba que los bebés a los que dejan llorar "aprenden muy pronto a activar un programa de urgencia en su cerebro, muy similar al acto reflejo de la tanatosis observado en algunos animales que ven su vida amenazada, y que consiste en simular la muerte". Esto afecta a su desarrollo cerebral, y así los niños no aprenden a adaptarse al estrés.
"Los bebés tienen miedo a la muerte"
La psicóloga Katharina Saalfrank, conocida por ser la Super Nanny alemana, va más allá. En referencia a este método tan polémico, Saalfrank llegó a afirmar en 2013: "Cada segundo que pasa, los niños tienen miedo a la muerte".
Fabienne Becker-Stoll, directora del Instituto de Pedagogía infantil de Baviera, explica al Süddeutsche Zeitung: "Los niños necesitan calor físico para satisfacer sus necesidades psíquicas elementales y reducir su estrés. Sólo de esta forma pueden construir vínculos seguros y confiados con sus padres, y después con las demás personas de su entorno".
Consecuencias psíquicas que se manifiestan hasta la edad adulta
Si se deja que los bebés lloren, éstos pueden quedarse traumatizados. Para ellos, la falta de reacción por parte de sus progenitores significa: "Puedes llorar todo el tiempo que quieras; nadie va a venir a ayudarte". Y esto acaba frecuentemente en traumas afectivos, problemas de sueño, ansiedad, dependencia y síntomas depresivos.
Dejar llorar a los bebés no tiene absolutamente ningún valor pedagógico
Los padres que no reaccionan a las señales enviadas por su retoño no hacen bien a nadie: ni a sí mismos, ni al niño. El método de la espera progresiva no tiene ningún valor pedagógico, pues los bebés tienen una percepción del tiempo totalmente diferente a la nuestra. No saben si llevan cinco o diez minutos llorando y son incapaces de extraer conclusiones.
Cuanto más lo ignoren sus padres, más llorará el bebé. Varios investigadores británicos han demostrado que los niños que siempre tienen sus necesidades cubiertas lloran mucho menos que los que reciben menos atención.
La receta del éxito: mucho cariño
Diversos estudios señalan que el contacto afectuoso y las atenciones son beneficiosos para el desarrollo. Los científicos de la Universidad estadounidense de Notre-Dame han descubierto que las personas a las que les habían mimado y cogido en brazos a menudo en los primeros meses de vida y a las que no habían dejado solas mucho tiempo tenían más facilidades para salir adelante en la vida.
Entre los 600 adultos analizados, estas personas tenían mejor salud, menos depresiones y estaban dotadas de una mayor capacidad de empatía. Asimismo, eran bastante más productivas que las que habían sufrido falta de atención.
El mejor consejo para los padres es que escuchen a su instinto. Reaccionar al llanto de su hijo es, al fin y al cabo, un acto reflejo perfectamente natural. Por tanto, es lógico que esta reacción sea la adecuada.
Este post fue publicado originalmente en la edición alemana de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano