Cervantes, un año después: qué se ha hecho con los restos del escritor y qué puede pasar con ellos
Queda media hora para que comience la misa y la Iglesia del Convento de las Trinitarias de Madrid ya ha abierto sus puertas. A los feligreses habituales, se unen desde hace un año curiosos y amantes de la literatura que acuden a ver el lugar donde descansan los restos de Miguel de Cervantes.
La escena se repite cada día (con presencia de más o menos interesados) desde aquel jueves 11 de junio de 2015 cuando se subieron los restos de la cripta y la entonces alcaldesa de Madrid inauguró una placa en honor al autor de El Quijote.
Aquella búsqueda fue intensa (y cara); el hallazgo, mediático; y la placa, muy comentada porque venía con error. Sin embargo, tras esos meses de boom inicial, llegó el silencio. Muy poco se ha sabido del escritor desde entonces, a pesar de que las investigaciones y los avances han continuado. El libro de la vida de Cervantes ha sumado nuevos capítulos y se está preparando el camino para una segunda tanda.
Esto es lo que ha pasado y lo que puede pasar en los próximos meses y años.
DE AQUÍ NO SE MUEVE NADA (POR AHORA)
Los restos de la reducción 32, entre los que se encontraban los de Miguel de Cervantes, NUNCA han salido del Convento, y parece que por ahora van a permanecer allí. "Son restos muy sensibles, que el arzobispado de Madrid solicitó que no saliesen", explica la arqueóloga y antropóloga forense Almudena García-Rubio, quien trabajó en la búsqueda del escritor con la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Se estudiaron en la cripta y, tras el análisis inicial, se les buscó un lugar mejor en el templo.
Ese lugar se encuentra en la iglesia, a mano izquierda según se entra. Cervantes descansa en una hornacina descubierta durante unas obras efectuadas en el siglo XX y que está justo debajo de la placa. "Sabíamos que había esa hornacina y sirvió para dejar esos restos ahí y levantar el monumento funerario a la memoria de Cervantes", cuenta el historiador Francisco José Marín Perellón a El Huffington Post. Están accesibles a través de una placa de granito, que se podría extraer fácilmente si, como dice el experto, "las circunstancias o la fortuna permitan encontrar algún descendiente o ascendientes de Cervantes" que sirvan para estudiarlos.
"Se guardaron en tres cajas de reducción, embolsados por unidades anatómicas. A las cajas se les hizo unos orificios para que tuvieran una mayor ventilación y se rotularon para después meterlas detrás de la placa", continúa García-Rubio. "Se organizó así porque el estado de conservación era deficiente y había que evitar amontonar los restos. Se hace siempre igual: los cráneos a un lado, los huesos largos en otro y el esqueleto axial, vértebras y costillas, encima", continúa. "Se colocaron las bolsas de tal modo que no hubiese mucho peso de unas sobre otras y no se estropearan más".
"Están mucho mejor conservados que antes porque no están directamente en contacto con la tierra y la iglesia tiene mucha menos humedad que la cripta. Ha sido un pequeño avance, pero si fuéramos a valorar un análisis genético, deberíamos hacer una selección inmediata y congelarlos", explica el doctor Antonio Alonso, experto en genética forense.
EL TESTAMENTO DE DON MIGUEL
La documentación fue la clave en la búsqueda de Cervantes porque durante los siglos XVI y XVII los documentos tenían carácter de fe pública. "En una época en la que no existían avances científicos como el ADN, servían para certificar que a un individuo se le enterraba en una iglesia", explica el historiador Marín Perellón. Así, la primera vez que se supo que Cervantes estaba enterrado en las Trinitarias fue en 1749, cuando un editor de las Novelas ejemplares transcribió el acta de difuntos de San Sebastián, "pero en ese año la Iglesia de las Trinitarias era la nueva y no la antigua" donde se había enterrado al escritor.
Lo curioso es que el documento del traslado de su cuerpo, y de las otras 16 personas que estaban en la reducción 32, apareció casi dos meses después del hallazgo de los restos. Una coincidencia más que se suma a las enumeradas por el forense y director de la investigación, Francisco Etxeberria, en la rueda de prensa del 17 de marzo de 2015. El texto lo encontró Marín Perellón en un libro de cuentas fechado el 8 de octubre de 1697. "Éste justifica que todos los inhumados en la iglesia primitiva se trasladan a la iglesia nueva, a la bóveda del santísimo Cristo de la Piedad", cuenta a El Huffington Post.
Ahora lo que se busca es el testamento del escritor, que se sabe que dejó escrito pero que nunca se ha localizado. "Podría dar alguna pista más sobre su vida, no solamente sobre los últimos días, sino también otros datos relativos a su propia existencia. En los testamentos por regla general se habla de cuáles son las deudas que tenía la persona y que tenía que cobrar, por lo cual descubrir cuáles son los contratos que tenía con algún librero o cuál era su entorno inmediato", añade el historiador que ha centrado su labor cervantina del último año en esta búsqueda.
"Sería otra coincidencia más. A Cervantes se le entierra en la Iglesia del Convento de San Ildefonso porque él lo decide en su testamento, así que no va a decir nada más en ese sentido a no ser que hubiera un epígrafe específico en que diera alguna noticia inédita. No cambia nada al respecto", continúa.
El testamento sería el documento más importante en este nuevo capítulo de la historia de Cervantes, pero hay otros textos pendientes que podrían completar la biografía del autor de Alcalá de Henares.“Hay algunos que podrían existir y hay otros que se sabe que existe pero no han sido encontrados”, continúa Marín Perellón. "Por ejemplo, falta por saber qué pasó durante la primera estancia de Miguel de Cervantes en Madrid y cuáles fueron las causas por las que tuvo que salir huyendo".
SE BUSCA ADN FAMILIAR
El posible estudio del ADN de los huesos ha sido lo que más se ha comentado desde la aparición del osario. Muchos incrédulos han pedido que se realizase un análisis científico para poner en valor el hallazgo, pero esto no es tan fácil como parece. "Ahora mismo tenemos una situación muy difícil: hay restos mezclados sin identificar y no tenemos nadie para comparar", señala el doctor Antonio Alonso, quien ha ejercido como asesor en la investigación y que a pesar de todo no tira la toalla.
"Hacer el estudio no es fácil. Lo primero que habría que hacer es localizar a un familiar acreditado y después decidirse a hacer el análisis genético de los huesos", continúa.
Habría entonces que localizar a los antepasados de Cervantes a través de un estudio de su árbol genealógico. Esos antepasados podrían ser "el abuelo paterno y las tías abuelas (las hermanas del abuelo) que se saben están enterradas en la iglesia del antiguo monasterio de Jesús Crucificado", explica. "O su tío Andrés de Cervantes, que fue alcalde toda la vida en Cabra (Córdoba) y que se supone que descansa en la Ermita de la Asunción de Cabra". En esta labor está el historiador andaluz Fernando Penco Valenzuela, que está intentando que la Junta abra un proyecto en Jesús Crucificado para localizar al abuelo. "Esa podría ser una posibilidad, pero antes hay que hacer un estudio previo, que lleva también su tiempo y que necesita una inversión", asegura Alonso, quien cree que a la Junta de Andalucía pueda interesarle descubrir la conexión de Cervantes y Córdoba.
La reducción donde se localizaron los restos de Cervantes en marzo de 2015
¿Y qué pasaría si se encuentra esos familiares? Podrían servir para obtener el cromosoma Y de Cervantes (sin exhumar sus restos) y descubrir el origen del escritor. "El cromosoma Y se transmite de forma inalterada a través de las generaciones. Es una herramienta muy buena para responder cuestiones genéticas", continúa. Esas cuestiones serían el origen del escritor, que parece venía de una población judíoconversa. "A través del cromosoma Y que encontramos en el abuelo podemos valorar si realmente eso es un aplotimo sefardí o no. No haría falta identificar un hueso de Cervantes para saber esa información", señala.
Y estos restos, tanto del abuelo como del tío paterno, podrían servir también para pensar en exhumar el osario 32 e intentar localizar al escritor entre los restos de varones adultos (labor en la que participaría de nuevo el equipo de arqueólogos), lo que abriría muchas posibilidades. "Está la posibilidad dd hacer un retrato robot de Cervantes a través del ADN. Hoy trabajamos cada vez con más con marcadores de color de pelo, de color de ojos, forma de la nariz… y de hecho hay ya un sistema que permite determinar la forma craneofacial y hacer una máscara tridimensional", explica. "Y luego habría otros datos que se podrían estudiar como las enfermedades genéticas o, desde el punto de vista infeccioso, el tema de la malaria que se dice que contrajo cuando luchó el Lepanto". "Este tipo de infección que pasa a la médula a ósea puede quedar en los huesos", añade.
Para Alonso, la genética abre un mundo de posibilidades en el estudio de Cervantes y en la interpretación de su obra y de su vida. Sin embargo, el experto cree que hay un punto todavía más importante y que pocos tienen en cuenta. "Yo siempre digo que el mejor homenaje que podemos hacerle es convertirlo en inmortal."Porque obtener el genoma de una persona es convertir a esa persona en un proyecto vivo a lo largo del tiempo", añade. Según éste, ahora se podría realizar una secuencia de ADN, "un libro en un lenguaje que ahora no sabemos traducir, pero que en un futuro se podrá llegar a interpretar".