Un médico italiano utiliza Facebook para luchar contra el movimiento antivacunas
Un profesor de microbiología y virología italiano, sorprendido por el creciente número de niños que mueren en Italia a causa de enfermedades que se pueden prevenir con vacunas —y por las historias de padres que se niegan a vacunar a sus hijos—, ha decidido enfrentarse al movimiento antivacunas en el mismo medio por el que la gente se dedica a difundir información errónea: Facebook.
El doctor Roberto Burioni, profesor de la Universidad Vita-Salute San Raffaele de Milán (Italia), utiliza su página de Facebook para explicar a sus más de 25.000 seguidores la ciencia que hay detrás de las vacunas y para desmentir los rumores de lo peligrosas que son mediante datos científicos. Cuando no cita estudios científicos, cuenta anécdotas reales de situaciones que han ocurrido en todo el mundo para convencer a la gente que está en contra de las vacunas.
Por ejemplo, Burioni compartió una foto de Brenden Hall, un nadador australiano que se quedó prácticamente sordo y perdió una pierna cuando tenía 6 años por complicaciones de la varicela, una enfermedad que se puede evitar. (Hall ganó dos medallas de oro en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012).
Burioni cuenta la historia de Hall para demostrar que la varicela —un virus común entre los más pequeños— puede tener consecuencias serias, y para tachar de ridícula la afirmación que defiende el movimiento antivacunas de que las enfermedades evitables no son un riesgo de salud serio para la salud.
"¡Ten cuidado con lo que os dice alguien que está en contra de las vacunas! 'No pasa nada por tener la varicela, yo la he tenido y estoy vivo y sin secuelas'", escribe Burioni en su Facebook. "En ese caso, estarás hablando con otro campeón olímpico: uno que ha ganado la medalla de oro por la estupidez".
Esta publicación refleja el enfoque de Burioni: intenta dar lecciones basándose en historias reales a la vez que deja claras sus opiniones de forma accesible y contundente.
El objetivo de Burioni es llegar directamente a los padres mediante ejemplos reales. En otra publicación, el doctor describe el caso de Alijah Williams, un neozelandés que contrajo el tétanos cuando tenía 7 años al hacerse un pequeño corte en el pie. Los padres de Alijah se habían negado a que su hijo fuera vacunado del tétanos, una decisión que ahora admiten que tomaron "sin haberse informado" y que acabaría poniendo en riesgo a su hijo.
"Solemos creer que el tétanos lo provocan heridas grandes, pero estamos equivocados, es todo lo contrario", explica Burioni. "Las heridas o los cortes profundos son los más peligrosos y los más difíciles de desinfectar". Y prosigue:
RESPONDE A PADRES ESCÉPTICOS
Burioni también contesta las preguntas de padres escépticos. En una de sus publicaciones recuerda cómo una madre soltera le preguntó: "Si hay una ley que obliga a indemnizar por los efectos secundarios que provocan las vacunas, ¿por qué tengo que creerme que son completamente inofensivas?".
El doctor contestó, añadiendo un contexto: "Esa ley existe y se promulgó por una vacuna contra la polio que provocó parálisis durante la década de los 90".
También habla de las concepciones equivocadas que tiene la gente acerca de cómo se contraen las enfermedades. Explica que otro padre le preguntó: "¿Por qué tengo que vacunar a mi hijo contra la Hepatitis B si todo el mundo sabe que se contagia por vía sexual?". Burioni respondió: "Se contagia a través de la saliva, de la sangre y otros fluidos, y se puede contraer por culpa de algo tan simple como un corte".
Respondiendo a la preocupación que genera la relación entre las reacciones alérgicas y las vacunas, el doctor explica lo siguiente: "Las reacciones alérgicas son muy inusuales: se producen en un caso de cada dos o tres millones. Por eso es importante quedarse en el lugar donde te hayan vacunado media hora más. Es muy fácil tratar una reacción alérgica. El riesgo de que a tu hijo le dé un shock anafiláctico por comerse un cacahuete es mucho mayor".
EL DEBATE DEL AUTISMO
Burioni utiliza un enfoque individual a la hora de rebatir las afirmaciones del movimiento antivacunas, especialmente la que relaciona a las vacunas con el autismo.
La histeria antivacunas se remonta a 1998, año en el que se publicó un artículo erróneo escrito por Andrew Wakefield, un médico desacreditado a quien, más tarde, el Colegio Médico General británico le quitó la licencia por "haber abusado de su posición de confianza". El artículo se publicó en la revista médica británica The Lancet y sugería que había una relación entre el autismo y las vacunas del sarampión, de las paperas y de la rubeola. A pesar de que se le desacreditara públicamente en numerosas ocasiones y de que la revista se retractara, el número de vacunas contra el sarampión, las paperas y la rubeola disminuyó en varios países después de la publicación del artículo y de la repercusión mediática sensacionalista. Hoy en día el artículo de Wakefield sigue teniendo consecuencias: las acciones y las convicciones de las personas que están en contra de las vacunas han contribuido a la reaparición de enfermedades que pueden prevenirse mediante la vacunación. Por ejemplo: en 2014, en Estados Unidos, el índice de enfermos de sarampión alcanzó cifras propias de hace 20 años.
Actualmente, afirmar que las vacunas contra el sarampión, las paperas o la rubeola están relacionadas con los trastornos neurológicos en general (y con el autismo en particular) es, según Burioni, "como decir que la Tierra es plana".
Este artículo fue publicado originalmente en la edición italiana de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.