Aprender durmiendo, ¿mito o realidad?
Allá por 1931, una noche sucedió que los padres de un niño polaco llamado Reuben Rabinovitch se dejaron la radio encendida, sintonizada en una emisora de Londres. A la mañana siguiente el pequeño Reuben, que no hablaba una palabra de inglés, sorprendió a sus padres repitiendo palabra por palabra una conferencia que el escritor George Bernard Shaw había pronunciado por la radio. Así nació la hipnopedia, el aprendizaje durante el sueño.
La anécdota es solo ficción. Fue inventada por el escritor británico Aldous Huxley en su novela Un mundo feliz, publicada en 1932. La obra dibujaba una sociedad distópica donde la ciencia y la tecnología servían como armas para sojuzgar a la población y mantenerla en una ilusión de bienestar ficticio. En la primera mitad del siglo XX el mundo estaba intrigado y a la vez temeroso por lo que la ciencia en rápido crecimiento deparaba para el futuro, y la novela de Huxley alcanzó un enorme éxito advirtiendo de los peligros de un mal uso del progreso científico.
Uno de esos campos de avance era el conocimiento de los entresijos del cerebro. En el mundo real y solo unos años antes, en 1927, un inventor neoyorquino llamado Alois Benjamin Saliger había lanzado al mercado el Psycho-Phone. "Se ha demostrado que el sueño natural es idéntico al sueño hipnótico y que durante el sueño natural la mente inconsciente está muy receptiva a la sugestión", afirmaba Saliger. Su aparato era un fonógrafo con grabaciones de autoayuda, evocando mensajes de salud y prosperidad, que pretendían ser inspiradoras y reafirmantes para el sujeto que las escuchaba durante el sueño.
Como el psicófono, la hipnopedia imaginada por Huxley servía para la sugestión. Su propósito era condicionar a los individuos para que amaran el destino que la tiránica autoridad había concebido para ellos. "Cien repeticiones tres noches por semana, durante cuatro años. Sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones crean una verdad", decía el díscolo protagonista Bernard Marx, especialista en hipnopedia. Como resultado del condicionamiento, los niños eran capaces de repetir literalmente lo que escuchaban durante el sueño, como Reuben Rabinovitch, aunque no comprendieran conscientemente su significado.
HIPNOPEDIA SOVIÉTICA
El aparato de Saliger y la obra de Huxley llegaron en una época en que la ciencia discutía si realmente era posible aprender sin esfuerzo durante el sueño. En 1966, la revista The International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis publicó un artículo que resumía las investigaciones llevadas a cabo durante años sobre esta materia en la URSS, a raíz de los estudios del psiquiatra y sexólogo Abram Moiseyevich Svyadoshch.
En los experimentos de Svyadoshch, algunos de los participantes estaban en estado de hipnosis cuando se les informaba de que escucharían una historia durante el sueño. "Por la mañana lo recordará todo y será capaz de repetirlo todo literalmente", decía el mensaje. El psiquiatra relató en sus conclusiones que algunos de los sujetos podían recordar a la mañana siguiente hasta más de un 80% del texto que habían escuchado mientras dormían.
Experimentos de otros investigadores mostraron que podía inducirse una cierta memorización de palabras extranjeras. En 1965, un médico llamado Balkhashov trató de aprender italiano durante el sueño. Su autoexperimento le provocó un serio malestar mental, pero el estudio que publicó con el resultado de su investigación aseguraba que al término del curso pudo traducir varios artículos médicos escritos en italiano.
La conclusión de la revisión de los estudios soviéticos fue que "el aprendizaje durante el sueño es posible cuando involucra una sugestión para percibir y recordar el material de aprendizaje durante el sueño". Pero siendo así, ¿por qué hoy no estamos todos aprovechando nuestras noches de descanso para aprender varios idiomas? ¿Y por qué tras una siesta frente al televisor no somos capaces de repetir como loros los diálogos de la película que no hemos visto? La respuesta es que tal vez, y como señalaba la propia revisión, algunos de los estudios adolecían de fallos metodológicos.
¿UNA IDEA FALLIDA?
Mientras, al otro lado del Telón de Acero, los investigadores de la Corporación RAND Charles W. Simon y William H. Emmons sometían a un grupo de voluntarios a un experimento de aprendizaje durante el sueño, al mismo tiempo que medían sus ondas cerebrales. Los dos científicos observaron que los sujetos aprendían hasta un 30% del material, pero solo si se les presentaba durante el estado de relajación previo al sueño en el que el cerebro produce las llamadas ondas alfa, y no durante el sueño propiamente dicho. "Tal vez el futuro desarrollo de técnicas nuevas y desconocidas permitirá a alguien aprender material complejo mientras duerme, pero en el momento presente, aprender durante el sueño no es la materia simple que algunos experimentadores y firmas comerciales que venden equipos para este propósito nos harían creer", concluían Simon y Emmons en su estudio publicado en 1956.
La investigación de Simon y Emmons desinfló las expectativas de la hipnopedia en el hemisferio occidental. Sin embargo, esto no rompió el vínculo entre memoria y sueño, aunque en un sentido distinto. En las dos últimas décadas se han acumulado pruebas de que dormir desempeña un papel activo en la consolidación de la memoria; "un montón de pruebas y confirmaciones experimentales", valora para El Huffington Post el neuropsicólogo de la Universidad de Tubinga (Alemania) Jan Born, uno de los proponentes de la teoría.
Según la teoría actual, lo que aprendemos se graba brevemente en un soporte temporal, el hipocampo, pero es durante el sueño cuando estos recuerdos se transfieren a la neocorteza cerebral, el almacén de la memoria a largo plazo. Como expone a este diario la neurocientífica Sara Alger, especialista en sueño y memoria de la Universidad de Notre Dame (EEUU), esta consolidación no se produce simplemente porque durante el sueño no hay interferencias externas, sino que el cerebro asume la tarea de recoger deliberadamente esos recuerdos que podrían olvidarse y los transporta al almacén definitivo. "En mi opinión y en la de mis colegas, las pruebas de un papel activo son arrolladoras", resume Alger.
No obstante, Alger reconoce que aún queda mucho por saber sobre los mecanismos de este proceso, aunque existen pistas que parecen indicar que el cerebro tiene este trabajo sorprendentemente bien organizado según el tipo de recuerdos: la memoria declarativa, la que se refiere a hechos y datos, se consolida esencialmente durante la fase llamada sueño profundo o Sueño de Ondas Lentas (SOL), mientras que la memoria emocional y la procedimental (la que nos sirve para recordar las habilidades motoras) se convierte en recuerdos a largo plazo sobre todo durante el sueño de Movimiento Ocular Rápido (MOR/REM). "Pero pienso que todavía no entendemos del todo los mecanismos", señala Alger.
REACTIVACIÓN DE RECUERDOS
Una implicación de este modelo es que los recuerdos se reactivan durante la tarea de consolidación. Y al reactivarse, existe un procesamiento, lo que ha dado pie a algunos investigadores para tratar de intervenir ayudando al refuerzo de estos recuerdos durante el sueño. "Algunos estudios han utilizado estímulos auditivos u olfativos que anteriormente se habían ligado con materiales aprendidos durante la vigilia, para reactivar el rastro de la memoria cuando se vuelven a presentar durante el sueño", apunta Alger. En otras palabras: es posible reforzar lo aprendido escuchando grabaciones durante el sueño.
Estos experimentos son el objeto de estudio del neuropsicólogo Björn Rasch, de la Universidad de Friburgo (Suiza). Rasch sometió a un grupo de voluntarios germanoparlantes al aprendizaje de palabras en holandés. Cuando después a los sujetos se les hacía escuchar esas mismas palabras en holandés durante la fase SOL del sueño, el resultado era que mejoraba el aprendizaje en torno a un 10%.
"Nuestro trabajo ofrece pruebas de que el efecto beneficioso del sueño después del aprendizaje depende de la reactivación espontánea de la memoria durante el sueño, y que estas reactivaciones pueden aumentarse presentando estímulos durante el sueño", resume Rasch a El Huffington Post. Pero curiosamente, este refuerzo no ocurre cuando además de las palabras en holandés los sujetos escuchan también durante el sueño su traducción al alemán.
Según Born, la clave está en que el estímulo "induce una reactivación neural de la memoria codificada en el hipocampo". Una grabación de las palabras en holandés junto con sus traducciones no obliga al cerebro a esforzarse activamente, y por tanto no hay refuerzo.
Pero además de esto, algunos experimentos han mostrado que sí es posible cierto aprendizaje básico durante el sueño. En 2012, un estudio dirigido por el Instituto Científico Weizmann de Israel sometió a voluntarios a un entrenamiento mientras dormían: un tono musical iba acompañado por un aroma agradable, mientras que otra nota se ligaba a un olor repulsivo. Una vez despiertos, y simplemente escuchando el tono asociado al olor agradable, los sujetos inspiraban más profundamente.
Los científicos no confían en que el aprendizaje durante el sueño pueda llegar mucho más allá de este condicionamiento simple. "Probablemente no sea práctico para aprender idiomas", dice Rasch. Por su parte, Alger coincide en que la hipnopedia de Un mundo feliz tal vez continúe siendo solo ciencia-ficción: "No creo que haya sido refutada, pero soy muy escéptica de que se pueda lograr algo que implique ese tipo de esfuerzo cognitivo".
Tendremos que seguir hincando los codos para estudiar, pero Rasch nos ofrece algunas pistas que pueden ayudarnos: "No estudiar toda la noche; dormir después de aprender. Incluso una siesta puede ser eficaz. Tratar de respetar un horario regular de sueño". Y también, por qué no: "Durante el sueño, escuchar la información aprendida".