Mujeres que inspiran: una ruta por Madrid con emprendedoras, científicas y empresarias
Ilustración de Paula Bonet para el She Wears Tour.
Mujeres inspiradoras. Mujeres a las que admirar, que cumplen lo que se proponen, que mejoran sus vidas y las de los demás, que sus pasiones son sus retos. ¿Quién no tiene en su vida a una mujer así?
Este ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es un día tan bueno como otro cualquier para descubrir a mujeres inspiradoras de medio mundo, de tu país o de tu ciudad. En El Huffington Post está realizando una ruta por Madrid durante toda esta jornada para descubrir a algunas mujeres, más o menos conocidas, de la capital con interesantes carreras. Diseñadoras que pintan sobre seda, biólogas que acercan a los niños a la ecología, creadoras de talleres de risografía…
Esta ruta, denominada She Wears Tour, forma parte de una iniciativa organizada por la firma Eastpak con 75 mujeres en 10 ciudades distintas de todo el mundo como París, Berlín, Estambul o Cantón, en China. Porque hay que celebrar a la mujer en todo el mundo.
Hace solo siete años que La Bien Querida (el nombre artístico de Ana Fernández Villaverde) sacó su primer disco. Pero a ese le han seguido ya otros tres que la han colocado en lo más alto del panorama musical indie pop español.
En la tarde del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, Ana acude a tocar al café Barbieri de Madrid en familia, junto a su pareja y su hija. Ella misma, trabajadora constante, crea sus temas: "En cuanto dejo a la niña en el autobús a las 8:30 de la mañana me pongo a escribir. El momento en que te pones a crear y te te salen las canciones es maravilloso. Aunque hay días que salgo frustrada, claro".
Cuando toca le gustan los sitios pequeños, acogedores, íntimos, como lo son sus canciones, pero también disfruta entre multitudes en los grandes festivales. "Las cosas que cuento en mis canciones son todo historias muy de mujeres, así que me siento a gusto", cuenta ante un público eminentemente femenino. "La mayor parte de mi público son mujeres", reconoce.
"Me veo moviéndome en terrenos independientes. Por algún motivo es al público al que más llego, y estoy contenta con mi carrera. A veces no tanto conmigo misma porque somos nuestras propias enemigas. Todavía no he compuesto mi gran canción", confiesa. ¿Y se ve en esto dentro de 30, 40 años? "Cuando tenga 80 años me gustaría, me encantaría, ser como María Dolores Pradera".
El mYmO nada tiene que ver con la mímica. mYmO son las siglas de Memory in motion between young and old, o lo que es lo mismo, una técnica que trata de conectar los recuerdos y tradiciones de los mayores con la innovación y ganas de aprender de los más jóvenes.
A esa unión se dedica Eleonora Barone, que ha creado mYmO Lab, talleres intergeneracionales que buscan el intercambio de experiencias y conocimientos entre distintas generaciones. En su taller de este #shewearstour solamente ha lanzado una pregunta: "¿qué es una persona mayor?". A partir de ahí, grupos de jóvenes y de mayores (han participado cuatro de sus alumnas, de más de sesenta años, invitadas a la charla) han ido debatiendo sobre qué es exactamente ser mayor y como está vista su imagen desde los medios de comunicación o la publicidad.
Como han explicado las senior del taller, "nadie se siente identificado con lo que aparece en los medios, ni los jóvenes no los mayores". Para ellas, "el hombre no envejece en los anuncios, solamente la mujer" y en la vida que reflejan los medios se busca que "todo esté relacionado con el éxito y las mujeres intentamos representar a esa que tiene éxito. Muchas veces no se cuenta el dolor, la pena o la angustia porque no se tiene 'éxito', pero las mujeres tendríamos que empezar a buscar espacios para expresarnos".
Como dice la propia Barone, "nos están descatalogando". Aunque entre risas añade: "esto es mYmO. Ya que la sociedad mete en un mismo saco a las personas a partir de cierta edad, que han salido de la vía del trabajo, intentamos que se pueda tener 40 vidas diferentes en cada etapa".
Sandwich Mixto es un estudio de diseño dedicado a la publicación independiente, especialmente de libros de artistas y de fanzines. Todo es diseñado, impreso o editado en España. También acogen exposiciones y hacen tiradas limitadas de los artistas.
Tras una época en Holanda (que casi acaba en Kuala Lumpur) haciendo "entrevistas de salida" (es decir, cuestionarios a la gente que se va o es despedida de sus empresas), Virginia de Diego montó su negocio con un socio en 2012. Al mes ese socio lo dejó, pero ella decidió salir adelante sola. Cuatro año después, sigue aquí.
La clave de su negocio es la riso, una máquina japonesa mezcla entre fotocopiadora y serigrafía. Todas las copias salen diferentes, por lo que aunque sea un proceso mecánico no son exactas. La tinta es ecológica ya que está hecha a base de soja. El proceso es complejo, puesto que cada archivo se manda a la máquina en negro, después se divide en colores y con la mezcla de esos salen otros. Pese a su dificultad (hay que hacer varios masters, o copia base, cambiar lo cartuchos de color a mano...) el resultado es artesanal y la impresión tiene una textura no comparable con la de una simple copia. Porque esto no son copias: se trata de arte.
En Rayén no hay microondas. "Aquí todo se hace con mucho mimo y mucha investigación", afirman sus responsables. Buscan "compartir un estilo de vida y ser consciente de lo que comemos". Sus alimentos son totalmente naturales y ecológicos y mantienen un contacto directo con sus productores, ya que casi todo viene de Cuenca, excepto los frutos tropicales, que traen desde Málaga. Noemi Chianetta, siciliana, es el alma de un equipo cargado de mujeres de Irlanda, República Checa o Italia que abrió las puertas de este pequeño restaurante en 2013.
Su intención es normalizar el concepto de veganismo y hacer algo más creativo y sabroso, mostrar "que se puede comer de manera más saludable pero que se puede disfrutar".
Entre sus hits, el pan o los postres caseros, y la atención personalizada a quienes tengan alergias. Decidieron un sitio pequeño para que fuera algo familiar, para estar en contacto con los demás, así que si quieren comer rico y vegano, mejor reserven.
La Casa Encendida es uno de los clásicos contemporáneos de Madrid en cuanto a arte y cultura. Realizan 1.500 actividades al año para sus más de 700.000 visitantes. Cultura, medio ambiente, solidaridad y educación son sus cuatro pilares desde 2002, cuando decidieron ser un referente en la escena internacional, con grandes exposiciones y mucho arte y disciplinas emergentes, pero también en su barrio, Lavapiés, donde incluso imparten cursos de español para inmigrantes
Las mujeres son claves en la gestión de este espacio. "Somos siete mujeres, seis de las cuales somos madres. Que las mujeres estén presentes y la conciliación son temas que nos preocupan. Cuantas más mujeres estén gestionando, más redes, más capacidad", explica Mónica Carroquino, su directora de programación.
Su programación incluye retrospectivas sobre directoras de cine o festivales específicos sobre mujeres (que no solo para ellas) como Princesas y Darth Vaders, sobre arte de guerrilla femenino, o She makes noise, sobre artistas femeninas de la música electrónica y del vídeo experimental.
Comandando por Natalia Piñuel, la primera edición de este festiva (en 2015) fue un éxito absoluto y vendieron todas las entradas de las tres jornadas. "Hay pocas mujeres programadoras culturales, es un hecho. Eso hace que se programen menos actuaciones de mujeres", explica Piñuel, a la que la idea de crear este festival le llegó tras leer un informe que hablaba de la baja participación de las mujeres en festivales de música, algo a lo que quiso poner remedio (y que ha conseguido con este evento).
"Completamos la programación con un taller para niños, nos parece fundamental", afirma, asegurando que este año She makes noise volverá a Madrid entre el 20 y el 23 octubre y lo hará incluso más a lo grande que el pasado. "Tenemos ganas de darle continuidad a un evento en el que la mujer somos protagonistas pero también lo son las tendencias más experimentales", relata. "Las mujeres estamos, hacemos ruido pero también vamos más allá de la propia identidad de género. Se demuestra en el talento de las mujeres en todos los géneros musicales que tocamos y también en la variedad del público asistente, no es para nada excluyente".
Germinando es una cooperativa de iniciativa social que comenzó en 2009. "Dentro de la crisis (económica, política, social, medio ambiental) las personas se pueden integrar en los ecosistemas de una forma más respetuosa. Nuestra vida laboral puede ser mucho más sostenible dentro del entorno que tenemos", explica Paula Ortiz, una de sus cuatro fundadoras. Su objetivo es recuperar la cultura rural: "Toda esa sabiduría está ahí, necesitamos recuperarla y traerla a las ciudades". Así, por ejemplo, ellas acaban con las plagas de sus cultivos mediante infusiones (de romero, tomillo, cola de caballo...) específicas para cada una y no utilizan sulfatos.
Desde su iniciativa y su pequeña tienda, en la madrileña calle de Tribulete, buscan "cambiar las gafas de ver el mundo", en palabras de la feminista Yayo Herrera, y ese enfoque es el que las guía en sus actividades. De hecho, pertenecen a una agrupación denominada Mercado Social de Madrid, donde "se intenta cambiar las relaciones profesionales y de consumo con una conciencia más social y medioambiental".
Desde el principio de su andadura les costó encontrar proveedores cercanos y con condiciones aceptables. "Teníamos que ir a grandes superficies para comprar materiales venidos de la otra punta del mundo, y eso no podía ser", relata Ortiz. Para ello se asociaron con familias y pequeños productores, con empresas con condiciones de trabajo aceptables y ambientalmente sostenibles. En pleno Lavapiés prestan su local para grupos de consumo (a los que enseñan a plantar) para que hagan sus repartos. "Dentro de la economía solidaria, trabajas en red. Germinando no sería nada sin toda la gente de la que hemos aprendido, por lo que también estamos en un grupo cooperativo llamado Tangente".
En Germinando realizan programas en colegios para enseñar a gestionar huertos escolares, "una excusa, una herramienta para trabajar un montón de valores, desde la ecología al compañerismo, en un aprendizaje multidisciplinar". "Se pueden recoger los frutos, nunca mejor dicho, a muchos niveles", remarca. También realizan formación para el empleo y a nivel general, en cursos y talleres.
Como mujeres, las socias buscan trabajar desde una perspectiva de género, y reconocen que al principio a muchos en el sector les chocó que "cuatro chicas jóvenes, modernas, de pelo corto" entraran en un mundo así, eminentemente masculino. Los cursos que imparten son mixtos, pero trabajan el empoderamiento de la mujer y el reparto equitativo de tareas y labores.
Licenciada en Bellas Artes, María Ramírez (Albacete) se ha ido especializando en el apartado textil hasta convertirse en diseñadora de estampados. Su trabajo es totalmente artesanal, lejos de la actual estampado digital.
"Trabajo en casa, tengo allí el estudio, estoy buscando un buen espacio para poder impartir mis talleres", explica mientras prepara el material para impartir un curso de estampación en seda. Ha mostrado su trabajo en galerías de arte como Mad is Mad o en la Semana de la Moda de Estocolmo (Suecia). "Estudié Bellas Artes en Madrid, pero en casi ninguna universidad hay departamento de textil, así que casi todo lo aprendí de forma autodidacta y fuera de España. Todo son técnicas artesanales, pero el textil es un soporto que apenas se reconoce en las Bellas Artes", añade. De hecho, reconoce que ella ha aprendido gracias a mujeres mayores, artesanas, que le han ido enseñando todo lo que sabe.
En su taller, Ramírez ha impartido un taller de pintura sobre seda con dos técnica clásicas, tanto la del diluyente para estampar tejidos, impermeabilizando la seda para que parezca papel, como la del espesante, en la que ha mezclado pintura con una sustancia más densa. En ambos casos, tras pintar la tela, recomienda plancharla y después lavarla con agua tibia.