¿Cómo sería EEUU gobernado por Donald Trump? ¿Y por el resto de candidatos?
De EEUU cercado por una muralla para evitar la entrada de inmigrantes a una reforma migratoria que permita que las personas que estén de manera ilegal en el país pasen a estar documentadas. Así de dispar puede ser Estados Unidos a partir del próximo 8 de noviembre, en función de quién termine siendo la persona que suceda a Barack Obama en la Casa Blanca.
A falta de conocer el nombre del candidato que represente a cada partido, la campaña por la nominación está permitiendo que el mundo vea qué pretende cada candidato. El resultado no puede ser más diverso. Aquí una pequeña muestra de cómo sería Estados Unidos en función de quién estuviera al frente del Gobierno.
Parecía imposible, pero Donald Trump está llegando bastante lejos. Lidera todas las encuestas a nivel nacional y pese al batacazo que se ha dado en los ‘caucus’ de Iowa, a día de hoy suma tres victorias consecutivas tras vencer en las primarias de Carolina del Sur, de New Hampshire y en los 'caucus' de Nevada . ¿Cómo se explica su éxito? "Se basa en el desencanto del pueblo llano con el establecimiento republicano-demócrata. El pueblo populista es impaciente y quiere soluciones ahora. Trump se las ofrece o las inventa", explica a El Huffington Post Jerry Johnson, que fue agente consular de Estados Unidos en Sevilla.
Y así, sirviéndose de ese descontento, ha gestado su idea para el país, basándose en el eslogan que ha abanderado: 'Make America great again' (“Hacer grande de nuevo a Estados Unidos”). Esas palabras son las que rigen sus objetivos, que sino les diera tanta publicidad como les da, serían algo desconocido. ¿El motivo? Si Trump gana el 8 de noviembre será la primera persona en llegar a la Casa Blanca sin haber ejercido previamente un cargo público o haber servido en el Ejército. Por eso, para que quede claro qué es lo que quiere, va dejando pistas de cómo sería su administración...
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Una seguidora de Trump sujeta el sombrero con el eslogan del magnate
Para empezar llevaría a cabo la que ha sido, sin duda, una de sus ideas más polémicas: acabaría con el que considera uno de los grandes problemas del país, la inmigración. Estados Unidos pasaría a tener una muralla que le separaría de sus vecinos del sur.
En la América de Trump aquellas personas con las rentas más altas verían cómo los impuestos les favorecen, ya que en ningún momento tendrían que pagar más por el hecho de tener más dinero. La educación pública no tendría ninguna relevancia porque el magnate considera que es “un desastre”, ni tampoco el cambio climático, ya que es “una farsa”, pero sí la marihuana, que legalizaría con fines medicinales.
No hay que olvidar que Donald Trump quiere que Estados Unidos vuelva a ser "el número uno del mundo", y no hay mejor contexto en el que demostrar el poderío de un país que en política exterior. El magnate aquí también lo tiene claro: propone políticas que defienden únicamente los intereses nacionales.
Johnson lo resume así: "Rusia no es de fiar, China es nuestro enemigo número uno, Ucrania es un problema de Europa, EEUU no tiene que pedir perdón o permiso para actuar en defensa de sus intereses". Además, para que quede claro el calibre de lo que Trump propone, sentencia: "En la actualidad española la gran mayoría de lo que propone sería algo inconcebible. Su éxito en Estados Unidos se debe únicamente a la frustración del pueblo llano con el sistema".
De Ted Cruz se dice que es el candidato que está jugando en la sombra. Donald Trump se lleva los titulares, pero es él el que va avanzando sibilinamente, consolidando su electorado, y con ideas que en muchos casos no son tan dispares de las del magnate. Por eso, aunque con él América no viviría con un muro divisorio, las cosas no serían muy diferentes de cómo lo serían con Trump.
Cruz, que en realidad se llama Rafael Cruz, podría explotar la baza de lo latino -su padre es cubano-, pero es algo que no hace. De hecho, en una entrevista con la cadena Fox News en 2012, este candidato confesó que nunca llegó a aprender español en su infancia y que no se siente cómodo cuando lo usa, aunque ahora parece que se ha decidido a emplearlo… Por ello, con Cruz en la presidencia Estados Unidos vería cómo se pone fin a la normalización de las relaciones entre EEUU y Cuba.
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Ted Cruz and Marco Rubio fought over who hates immigrants more—using Spanish #GOPdebate
Es tejano y de ultraderecha y sus posturas políticas, como expone Johnson, se podrían categorizar como las de un "libertario". Así, de su mano, como sucedería con Trump, Estados Unidos no tendría un impuesto en función de la renta de cada uno, sino que se rejería por uno único. La sanidad pública sería una cosa improbable, como el control de armas, ya que considera que los criminales que las usan son “principalmente demócratas, que son los que dan la mala fama", según explica el ex cónsul de EEUU en Sevilla.
De su etapa como senador también se deduce cómo gestionaría el país en materia económica: oponiéndose a cualquier reforma federal a favor de aumentar el sueldo mínimo. Para entender un poco mejor su persona… En España, ¿quién le votaría?: "Aquel que se sienta identificado con la mentalidad más retrógrada y antisocial del espectro político norteamericano", considera Johnson.
Rubio se ha vendido como el candidato ideal para aquellos votantes republicanos que quieren una bocanada de aire fresco. Cuenta con una larga trayectoria en el seno de este partido -lleva seis años siendo senador-, lo que ha provocado que muchas de sus ideas estén vinculadas a antiguos presidentes como George W Bush.
Este aspirante a candidato es, por tanto, muy conservador, por lo que su Gobierno sería semejante al de republicanos anteriores. Eso sí, está a favor de la reforma migratoria a favor de los latinos- lo que ha provocado que pierda parte de su apoyo de ala más radical del partido, el Tea Party-, pero no de la inmigración musulmana.
Con él Estados Unidos pasaría a aumentar los gastos militares, se acabaría con el Ministerio de Educación y con el Obamacare, el sistema de cobertura sanitaria impulsado por el actual presidente. Muy al estilo de Trump, su Gobierno no dedicaría nada de tiempo al cambio climático, ya que considera que la actividad humana no influye “en absoluto” en él.
El respeto a la religión también tendría un papel relevante en su Estados Unidos, puesto que se declara católico, pero frecuenta también la iglesia evangélica de los bautistas porque, según él, respeta mucho a sus fidelidad a sus principios.
¿En España quién le votaría?, Johnson lo tiene claro: "Los de la 'droite divine'". Es decir, la derecha no tradicional, sino una liberal, aquella cuyo emblema es una industria ambivalente, la que les va bien para sus negocios, pero a la vez apuesta por empresas de modernización.
Lo bueno -y malo para algunos- es que a Hillary Clinton se la conoce muy bien. Ha sido senadora, primera Dama, secretaria de Estado… y un muy largo etcétera en el mundo de la política que ha hecho que imaginar cómo sería con ella Estados Unidos sea una tarea medianamente sencilla.
“Clinton, más que popular, es aceptada", según defiende Johnson: "Sus años en el Senado y como secretaria de Estado le arropan, creando sobre ella un 'manto' de seriedad y solidez".
Eso sí, igual que ha ejercido distintos cargos en materia política, su ideología ha evolucionado. Es una férrea defensora de la gestión de Obama, por lo que con ella su Gobierno continuaría con buena parte de la labor del expresidente, pero a su manera.
“Ha evolucionado mucho a lo largo del tiempo. Recordemos que en sus años universitarios era republicana, que se mostraba en un principio contraria a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo para luego apoyarla… ", explica a El Huffington Post Nuria Fernández, investigadora del Gabinete de Comunicación y Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
Eso sí, centrándonos en su proyecto político actual, "muy influenciado por la crisis económica que sufre Estados Unidos que ha provocado que los candidatos demócratas viren hacia la izquierda", esta investigadora apunta a que nos encontramos ante una Clinton que ha cambiado.
Con ella Estados Unidos sería más progresista que con Obama en temas económicos ya que, como expone Fernández, “aboga por más impuestos a los ricos”. En temas sociales defiende el aborto, las cuotas para contratar a mujeres y minorías y, como el actual presidente, defiende la regularización de la inmigración.
En política interior el país tendría a una presidenta con pocos cambios respecto del actual: está a favor de control de armas, de expandir Obamacare y de priorizar la energía verde. Eso sí, Fernández introduce un matiz importante: “Es conservadora en cuestiones relacionadas con defensa (priorizar la seguridad nacional) y política internacional (votó a favor de la guerra de Irak, ha criticado la política de Obama en Oriente Próximo y ha apoyado sin fisuras a Israel)”.
Por sus políticas, Clinton llevaría a Estados Unidos el espíritu socialdemócrata de centro-izquierda del partido. "Clinton provoca, pero no amenaza. En España estaría cómoda en el papel de Susana Diaz", considera ex agente consular de los Estados Unidos en Sevilla, quien defiende además que "frente al espectáculo republicano" debe quedarse "quietecita" para dejar que ellos se hundan. "En la carrera hacia la Casa Blanca su único rival es Bernie Sanders", mantiene.
Si a un extremo está Donald Trump en el otro está Bernie Sanders. Los dos han captado esa insatisfacción de la sociedad, sólo que el Estados Unidos en el que Sanders es bien distinto del del magnate.
A día de hoy, Sanders ha puesto en jaque a la mismísima Hillary Clinton. Subestimado quizá al principio, el senador por Vermont ha revitalizado la lucha por la nominación y ha dado lugar a toda clase de análisis sobre su persona. A sus 74 años Sanders se ha ganado al electorado más joven, a las mujeres y ahora va a la caza del resto de los votantes.
"A Bernie Sanders hay que entenderlo como un socialdemócrata situado a la izquierda de su partido", defiende el que fuera agente consular de Estados Unidos en Sevilla. Basa su argumento en las ideas que tiene este aspirante a candidato: "Favorece un aumento de los impuestos sobre los más ricos, una incremento de la ayuda de los estados más ricos a los más pobres y que tanto la educación universitaria como la sanidad sean fundamentalmente gratis para todos".
Dicho con otras palabras, Estados Unidos con Sanders sería bien distinto de lo que hemos visto hasta ahora. Él mismo ha dejado claro un aspecto básico que lo corrobora: los bancos, mercados y en definitiva Wall Street no tendrán ningún tipo de influencia en su gobierno.
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"Mi gabinete no estaría dominado por representantes de Wall Street. Ahí fuera hay muchísimos funcionarios muy profesionales, grandes economistas que durante años han luchado por la clase media y las familias trabajadoras de este país", sentenció durante una entrevista con la CNN el pasado mes de junio.
De esta forma se ha distanciado de anteriores presidentes demócratas y republicanos, que con frecuencia han recurrido a los entendidos del mercado financiero de NY como consejeros económicos para obtener privilegiada. De hecho, hasta citó los casos de Jack Lew para Obama, de Henry Paulson, para el Bush y de Robert Rubin para Clinton.
Preguntado por la BBC sobre cómo serían sus primeros 100 días cómo presidente, Sanders aseguró que presionaría para lograr una cobertura sanitaria universal, para aumentar el salario mínimo y para incrementar la inversión en infraestructura. “Lo que haría durante mis primeros días es tratar de mantener a América unida, para evitar el declive de la clase media, decirle a los más ricos de este país que sí, que van a tener que pagar impuestos y a todos los americanos que van a tener un Gobierno que trabaja para todos y no sólo para los contribuyentes de la campaña”, sentenció Sanders.
Sus ideas han hecho que desde Europa se considere que si gana, será un presidente a lo Jeremy Corbyn en Reino Unido o a lo Pablo Iglesias en España, siendo esta última comparación algo que no comparte Johnson. "En España pertenecería al ala moderada del PSOE. A diferencia de Hilary Clinton, Sanders pide que el pueblo americano se plante en defensa de sus derechos frente a los intereses creados que ponen en peligro la calidad y la promesa de una vida como la clase media la entiende".
"Aquí estaría cómodo en el papel de Felipe González en el PSOE. Pero como ha evidenciado en sus años públicos en la vida del partido demócrata, no aceptaría la disciplina partidista si le parecía contraria a las necesidades de una situación a resolver", sentencia.