Tácticas empresariales para que tu casa vaya como la seda
Si se piensa bien, la tarea de llevar una casa puede asemejarse a la que desempeña el director general de una pequeña empresa. Las obligaciones y las responsabilidades son prácticamente las mismas. Podríamos describir ambas funciones con los mismos términos: asegurar una organización eficiente y que funcione sin problemas, establecer una planificación y cumplir con unos objetivos, mantener un horario de trabajo flexible, identificar y abordar los problemas y las oportunidades que puedan surgir, crear y gestionar un espíritu de equipo.
Asimismo, el candidato a director general de un hogar debe encargarse de la cafetería, de organizar todos los viajes y el transporte, de mediar en las posibles disputas, de diagnosticar y tratar enfermedades menores, de asesorar sobre moda y de asegurar la limpieza de las instalaciones. Si aceptas que, en ocasiones, habrá que hacer horas extra, el puesto es todo tuyo. Así que, ya sabes: saca tu lado más profesional en casa y pon en práctica estas magníficas estrategias que facilitan algunos expertos en gestión.
Toma el control. "Un buen ejército sin un buen jefe suele llegar a ser insubordinado y peligroso", dijo Nicolás Maquiavelo (1469-1527), quien escribió lo que probablemente fue el primer manual sobre liderazgo. Cinco siglos después, el magnate de Virgin, Richard Branson, manifestaba lo siguiente: "Creo en una dictadura benevolente, siempre y cuando yo sea el dictador".
Y bien… ¿qué postura adoptas tú a la hora de gestionar tu hogar? Tal vez prefieras dirigirlo desde arriba: "Esta es mi casa y aquí mando yo". O quizá te inclines más por adoptar una estrategia de liderazgo camuflado, que requiere de más paciencia, pues hace uso de los estímulos, las recompensas y la persistencia para lograr los objetivos, en lugar de conseguirlo a través de órdenes directas.
Y es que estar al mando no tiene por qué estar reñido con unas buenas relaciones afectuosas. Una buena gestión puede ayudar a organizar el caos, desarrollar las actitudes positivas y fomentar la rutina, el trabajo en equipo y la diversión.
Establece una filosofía positiva de empresa. Haz hincapié en los valores que quieres que tu familia respete y eso creará un ambiente más agradable en casa. En lugar de centrarte en los "no hagas", trata más bien de sugerir a través de "¿por qué no haces…?". También es bueno adoptar mentalidades del tipo "nada es imposible".
Define las zonas de trabajo. Una casa funciona un poco como una oficina de planta abierta, con una mezcla de ideas (e ideales) colisionando en un espacio compartido. Pero incluso en este tipo de ambientes en los que no existen las paredes divisorias se necesita crear cierta separación entre sus diferentes zonas. Dedícate un rincón del hogar donde planear tus tácticas, despejar la mente o, simplemente, respirar hondo.
La cuestión es que una puerta cerrada puede resultar demasiado excluyente. Sin embargo, un umbral visual puede ayudar a delimitar un espacio que se identifique claramente como privado y solo tuyo, al tiempo que lo hace accesible.
Esta técnica hará que dispongas de un espacio para compartir ciertas inquietudes o para mantener conversaciones íntimas. En este rincón también podrás felicitar o recompensar a alguien o regañar de forma más privada, una táctica que adoptan muchos directores de empresa. Asegúrate de que el resto de miembros de la familia disponen también de sus ratos y zonas de privacidad.
Organízate tú antes de organizar a los demás. Da ejemplo, no esperes que tus pequeños sean limpios y ordenados si tu casa es un desastre. Lleva un registro de tus tareas personales, ya sea en papel o en tus dispositivos electrónicos, como haces con la agenda del trabajo. No confíes en tu memoria para todo: aunque creas que no lo olvidarás, se te pueden pasar fechas y tareas importantes. Configura alarmas para acordarte de las horas de tus citas y trata de no sobrecargar tu día o semana con una cantidad de compromisos poco realista. Cuando tengas todo esto controlado, sentirás que puedes organizar las demandas del hogar de una forma más relajada.
Una vez que tengas todo bajo control, anima a los más pequeños de la casa a hacer lo mismo mediante el fomento de buenos hábitos, como el de recoger la ropa y los juguetes o hacer la cama. Responsabilízalos del cuidado y el orden de sus cosas. Una cómoda como esta les ayudará a saber dónde va cada cosa y os ahorrará tiempo de búsqueda y posibles enfados.
Fomentar la cooperación y el trabajo en equipo. Las estrategias para el trabajo en equipo son un elemento clave en muchas empresas de éxito. Hay formas constructivas y muy divertidas de ganarse la confianza de los niños y prepararlos para situaciones en las que tengan que asumir responsabilidades: hacer pasteles juntos, escribir cada uno un capítulo de una historia, formar equipos para buscar el tesoro escondido, cultivar un huerto en el jardín de casa y cuidar de él… Si conoces alguna tarea más, compártela en los comentarios.
Crea un entorno que promueva y estimule el aprendizaje. Si tienes pequeños genios informáticos o ratones de biblioteca, es muy importante que pongas a su disposición las herramientas de aprendizaje que necesitan para potenciar su talento. Los juegos y juguetes educativos, por ejemplo, alimentan su curiosidad y sus ganas de aprender, refuerzan sus habilidades y mejoran la capacidad de trabajar y jugar solos así como con otras personas.
Hay una expresión en inglés que reza "Today’s readers, tomorrow’s leaders" ("Lectores hoy, líderes mañana"), muy relacionada con la tradicional práctica de leer un cuento a los niños antes de irse a dormir. No hay mejor manera para que un niño concilie el sueño que escuchar la voz de su padre o madre leyendo una bonita historia. Asimismo, los niños más mayores pueden encargarse de vez en cuando de leer cuentos a los más pequeños. Llena tu casa de libros y tus hijos no sabrán lo que es el aburrimiento.
Afila la sierra. Stephen Covey, autor de Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, es el padre de esta frase, quien viene a decir en este libro que el propio bienestar físico y mental a través de una alimentación saludable, la actividad física y el control del estrés es fundamental para ser más eficaz y productivo. Es difícil dirigir el barco cuando estamos cansados y desanimados. Precisamente por eso es muy importante hacer del propio bienestar una prioridad. Dedica tiempo a afilar la sierra y cortarás mucha más madera.
Ayuda a los más pequeños a afilar también sus sierras, promoviendo actividades físicas. Hoy en día, hay tantos juegos y fuentes de entretenimiento para ellos fuera de casa que no necesitarás mucho tiempo o dinero para sorprenderlos. Haced de los juegos al aire libre un deporte familiar y premiad esos buenos pases de balón o esos increíbles remates a la vez que fomentáis el trabajo en equipo y les hacéis partícipes del valor de compartir.
Por otro lado, una de las claves para garantizar que tus hijos están al 100% es llevar una buena alimentación. En ocasiones, la tozudez de los más pequeños a la hora de comer puede volvernos locos. Y no siempre se trata de la comida en sí, sino de la independencia y las luchas de poder, así que intenta no reaccionar de forma demasiado violenta ante la negativa o se enrocarán aún más.
He aquí algunos consejos: procura que haya un rato de paz antes de las comidas (no sientes a tu pequeño en la mesa justo después de un berrinche pues no comerá nada); sirve en cantidades pequeñas y deja que repitan si lo piden; oculta las verduras en los alimentos que les gustan; y deja que vean a otros niños comiendo un plato que no les resulte familiar, ¡probablemente lo imitarán!
Si nada de esto funciona, invéntate un juego con la comida, como por ejemplo hacerles comer por colores: uno rojo, uno amarillo y uno verde. Ármate de paciencia y recuerda que se volverán menos exigentes con la comida a medida que se hagan mayores.
Dirige y divierte. La diversión es fundamental en nuestras vidas. Cualquier empresa sabe que las vacaciones y el ocio ayudan a mejorar a largo plazo el trabajo en equipo, reducen el estrés y mejoran las relaciones interpersonales. Sorprende a tus pequeñajos de vez en cuando con una aventura improvisada y fuera de lo común: organiza un picnic espontáneo con juegos divertidos, rétalos a un concurso de comer sandía sin manos o alquila un castillo hinchable para todo el día.
Si las empresas organizan torneos deportivos y excursiones de equipo, ¿por qué no dedicar un día así a los más pequeños de la casa? Invita a sus amigos y organiza juegos para ellos. Mientras juegan, tómate una copa con el resto de jefes y compartid las alegrías y los retos que supone este trabajo.
Premia los logros. Celebra las pequeñas victorias y los grandes esfuerzos. No tiene que ser con un regalo caro: todos sabemos lo bien que sienta una palmadita en la espalda o una celebración sorpresa cuando nos hemos esmerado mucho en algo.
Aprende a delegar. No pierdas tiempo en tareas que se pueden externalizar. Un buen jefe sabe delegar, así que juega con los puntos fuertes y los intereses de cada uno y asigna ciertas tareas en función de la edad y la capacidad del subordinado. Establece un calendario con turnos para poner la mesa, fregar los platos, hacer la compra o cocinar, cuidar de las mascotas y ordenar las habitaciones. De esta manera, tú podrás dedicarte a otras tareas, especialmente si implantas esta práctica desde que son bien pequeños.
Plantéate emplear a alguien para que se encargue de determinadas tareas del hogar de modo que tú puedas incrementar tu productividad en otras áreas donde eres indispensable.
Organiza reuniones. Cuando se dan situaciones en las que toda la familia está involucrada, es el momento de convocar una reunión. Informa a todos los miembros de la junta familiar de la hora y el lugar en el que os reuniréis para dar noticias importantes, debatir algunos asuntos o problemas e informar de grandes cambios. Además, si das a todos la oportunidad de hablar y participar, estarás fomentando el respeto y la comprensión oral.
Toma nota de las sabias palabras de Winston Churchill: "Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar". Haz que estas reuniones sean distendidas e informales. Llévalas a cabo en la terraza o en el jardín con bebidas y algo para picar.
Asimismo, las charlas privadas se consideran una táctica de gestión muy eficaz. Permiten que la conversación sea más franca que si es en grupo y ayudan a conocer y comprender mejor el punto de vista del otro.
Cuenta hasta 10… o hasta 20. Otro de los sabios consejos de Stephen Covey es: "Primero, trata de entender". Con esto, el autor sugiere que entre el estímulo y la respuesta, uno tiene la libertad de elegir. Y esto sirve de pie para el siguiente consejo: procura no explotar hasta que hayas evaluado la situación y conozcas los hechos. Aunque no es tarea fácil, suele acarrear muchas ventajas para ambas partes.
Permanece abierto las 24 horas. Estar disponible todo el año es parte de este trabajo. Si tu profesión u otros compromisos te obligan a ausentarte de casa, procura que todos sepan ante quién responden cuando tú no estás.
Promueve la creatividad. Edward de Bono, genio de los negocios y del pensamiento lateral, cree firmemente que "sin creatividad no existiría el progreso", ya que es lo que impulsa el desarrollo y evita el estancamiento. Pero en lo que respecta a los niños, generalmente dejarles que den rienda suelta a su creatividad implica un poco de caos… Intenta tomártelo como lo que es: un desastre temporal fruto de una mente activa. Piensa en las palabras de Friedrich Nietzsche, quien lo describió de una manera muy bonita: "Es preciso tener caos dentro de sí para poder dar luz a una estrella del baile".