6 historias sobre van Gogh y su familia que te sorprenderán (FOTOS)
Imagina que, de pequeño, vas a casa de tus abuelos y te ves rodeado de algunas de las obras de arte más caras y famosas del mundo colgadas como si nada en la pared. Luego imagina que para ti eso no es nada del otro mundo porque, aparte de que compartes nombre y apellido con el pintor, en casa también tienes unos cuantos originales más.
Así fue la singular infancia de Vincent Willem van Gogh, el sobrino bisnieto del artista. Willem (el nombre que prefiere utilizar) al final comprendió la fama de su predecesor, pero aun así pasó unos años de su vida y carrera tratando de encontrar su propio camino y de hacerse un nombre propio más allá de las coloridas sombras de van Gogh. Sin ningún interés por convertirse en especialista en el artista, Willem dirigió durante años una compañía de teatro y luego se hizo abogado. Fue el primero de su generación en entrar a formar parte de la Fundación Vincent van Gogh (creada por la familia junto con el Gobierno neerlandés) y ahí fue cuando se involucró en el negocio familiar, por llamarlo de alguna manera.
Después de más de una década ejerciendo de abogado, Willem aceptó la petición del Museo Van Gogh de Ámsterdam de ponerse al frente de la tienda de regalos, un trabajo que acabaría dándole un papel más destacado como embajador del museo. "Pensé, vale, es una buena forma de concluir mi carrera", contó Willem a The Huffington Post.
Como parte de las celebraciones de este año que conmemoran el 125 aniversario de la muerte del artista, el Museo Van Gogh ha inaugurado su exposición Munch: Van Gogh, que reúne a los maestros noruego y holandés, respectivamente, para resaltar las semejanzas desconocidas entre ellos. Antes de que abriese la exposición, el museo permitió al HuffPost conversar con algunos de los trabajadores, entre ellos Willem van Gogh y Teio Meedendorp, un investigador clave para la pinacoteca.
1. En contra de lo que se suele pensar, van Gogh vendió más de un cuadro
Vincent van Gogh, 'Autorretrato', 1888.
Teniendo en cuenta que hay tantos mitos sobre van Gogh como luces en La noche estrellada, a veces es difícil distinguir entre realidad y fantasía.
Meedendorp contó al HuffPost que una de las falsas historias que todavía perviven es la idea de que van Gogh sólo vendió una pintura en toda su vida, lo cual alimenta el mito de que el artista no conoció el éxito.
Según el experto, la cosa no ocurrió así. Además de que vendió "varias" obras, cabe destacar que cuando se suicidó llevaba sólo 10 años trabajando como pintor y "se necesita un tiempo para llegar a ser conocido y empezar a vender". Fue esa "su mala fortuna", prosigue Meedendorp: "Habría vendido más si hubiera vivido más tiempo".
2. El joven van Gogh cambiaba sus deberes por ramos de flores
Cortesía de Stacy Fahey
Al pintor no le gustaba lo de hacer deberes cuando estudiaba Teología en Ámsterdam, donde cursaba asignaturas como álgebra, griego o latín.
A lo largo de sus investigaciones, Meedendorp recuerda haber leído una historia que contaba un profesor de van Gogh. Al parecer, cuando van Gogh se acercaba, el profesor "sabía perfectamente si había hecho o no su tarea, porque, en ese caso, llevaba flores en la mano". Como tenía poco dinero, el artista robaba las flores de un jardín que le pillaba de camino y probaba a entregar éstas en lugar de sus deberes. "Esto pone de manifiesto el carácter sensible que tenía Vincent", señala Meedendorp.
3. Van Gogh tuvo una vida amorosa complicada: se enamoró de la dueña de una cafetería a la que pagaba con pinturas y de una prostituta
Izquierda: Vincent van Gogh, 'Agostina Segatori sentada en el Café du Tambourin', 1887-1888. Derecha: Jean-Baptiste-Camille Corot, 'Agostina, la italiana', 1886.
Willem van Gogh contó al HuffPost la que es una de sus anécdotas favoritas sobre el pintor: la historia de amor entre su tío y una antigua modelo que llevaba un restaurante parisino llamado Café du Tambourin.
Como explica el sobrino bisnieto, van Gogh se enamoró de Agostina Segatori, de la que hizo un retrato (arriba a la izquierda; el de la derecha está pintado por Jean-Baptiste-Camille Corot). Durante el cortejo inicial, van Gogh "quería comprarle flores para expresar su amor por ella, pero no podía permitírselo".
Por suerte, ya no necesitaba robar flores del jardín; van Gogh podía pagar con su arte. "Con cada ramo de flores que pintaba, le decía a Segatori: 'Éste es para ti', en vez de darle uno de verdad. Esta historia me parece muy bonita", cuenta Willem.
Meedendorp apunta que, a pesar de que van Gogh era consciente de sus dificultades "para conocer gente", quería formar una familia, y así lo intentó viviendo durante un año y medio con la modelo y exprostituta Sien Hoornik y el hijo de ésta en la ciudad holandesa de La Haya.
4. Van Gogh dedicó Almendro en flor al hijo de su hermano. El cuadro estaba colgado sobre el cabecero de la cama del niño (y sobrevivió a luchas de almohadas)
Vincent van Gogh, 'Almendro en flor', 1890.
Theo van Gogh, hermano del artista, le escribió en 1890 anunciándole el nacimiento de su hijo: "Como te dijimos, le pondremos tu nombre y espero que sea tan perseverante y valiente como tú". Efectivamente, el sobrino del pintor —y abuelo de Willem— se llamó Vincent Willem (en la foto de abajo), un nombre común en la familia.
Vincent Willem van Gogh y Josina van Gogh-Wibaut en la casa de Koninginneweg 77, Ámsterdam.
"A Vincent le hizo mucha ilusión la noticia", explica Willem: "Pintó Almendro en flor y dedicó la pintura a su sobrino". Entonces, el artista envió a París la obra para Theo y su mujer Johanna, que la colgaron sobre la cama del recién nacido.
Resulta casi milagroso que el cuadro haya sobrevivido teniendo en cuenta que el bebé creció y pasó a compartir habitación con sus hermanos, con los que tenía "peleas de almohadas". Willem recuerda que preguntó a su abuelo cómo se sentía teniendo una "pieza tan icónica" encima de su cama, a lo que su abuelo contestó: "Ya, sigo sin creerme que no le ocurriera nada".
La pintura sigue siendo una de las favoritas de la familia van Gogh y fue la réplica más vendida en la tienda del Museo Van Gogh cuando Willem estuvo al frente de ella.
5. De hecho, hasta la década de los 60, las obras permanecían colgadas en la pared, sin ningún tipo de seguridad especial
Interior de la casa de Koninginneweg 77, en Ámsterdam, donde vivió Jo van Gogh-Bonger.
Willem mantenía una "relación muy estrecha" con su abuelo. En su casa tenía obras como La casa amarilla, Almendro en flor, Los comedores de patata y Los girasoles, en el salón.
"Crecí con esas pinturas", recuerda Willem, que señala que no tenían "ningún tipo" de medida de seguridad especial. "Nada", recalca. Además, cuenta: "Como no tenía llave, cuando volvía a casa y mis padres no estaban, dejaban la puerta de la cocina sin cerrar". Pero eran "otros tiempos", aclara.
Jo van Gogh-Bonger, Johan Cohen Gosschalk y Vincent Willem van Gogh en el comedor de la casa.
En 1962, cuando Willem tenía unos 10 años, su abuelo transfirió la colección a la Fundación Van Gogh, llevada por la familia y el Gobierno neerlandés.
6. Willem no fue consciente de la fama de van Gogh hasta que, en un viaje familiar, se encontró con una reproducción de Los girasoles
De niño, a Willem (en la foto de abajo) le costaba hacerse una idea de la notoriedad de su apellido. "Sabía que Vincent era un artista muy famoso, pero no conocía el impacto de ello. No sentía su fama", recuerda.
Pero cuando tenía 10 años, se fue de viaje con su familia a las playas del sur de Francia y ahí se dio cuenta del alcance de su nombre. De camino hacia la playa, a cientos de kilómetros de donde vivían, la familia paró en un hotel. "En mi habitación, había una reproducción de Los girasoles. Conocía bien esa obra porque estaba en casa de mi abuelo", dice Willem. "Ahí fue cuando tomé conciencia de la repercusión de Vincent van Gogh. Al ver una réplica en otro país en un hotel cualquiera".
BONUS: Seguro que llevas toda la vida pronunciando mal el nombre del artista
Después de la entrevista con los expertos del museo (holandeses, obviamente), el autor de este reportaje se dio cuenta de que el famoso apellido no se pronuncia "van-gog", sino más bien algo así como "fan-joj".
Así que ahora puedes volver a leer el artículo; pero, esta vez, pronunciando como es debido.
Este artículo se ha adaptado de dos reportajes publicados en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido por Marina Velasco. Puedes leer los originales pinchando aquí y aquí.