Se acerca Halloween, esa celebración anglosajona aceptada socialmente como un "me parece bien cualquier excusa sinónimo de fiesta" que implica buscar un disfraz.
Esto, para una proporción importante de la población, se traduce en inventar la versión sexy de cualquier traje. Concretamente y según una encuesta realizada por el portal Sexplace.es, sólo un 8% de las mujeres busca un aspecto aterrador en Halloween; el resto prefiere resaltar la sensualidad.
¿Por qué? Pues porque es lo más sencillo, porque absolutamente cualquier disfraz es susceptible de ser convertido en sexy. Y para demostrar nuestra hipótesis hemos reunido nueve evidencias de que, efectivamente, es posible transformar hasta a una langosta en un disfraz sexy.
Los cupcakes son cursis y empalagosos por definición, así que hacer de ellos un disfraz sexy parece el más difícil todavía. Pero no importa; a las mentes pensantes detrás del muestrario de trajes no les frena ningún prejuicio.