La 'pájara' de Quiroga
Esta vez se ha bajado definitivamente de la bici. Arantza Quiroga ha confesado en alguna ocasión que durante su etapa al frente del PP vasco había sufrido “pájaras”. Y esta última no ha podido (o ya no ha querido) superarla.
¿Cómo ha llegado hasta aquí? Quiroga fue una de las integrantes del grupo ‘pop’ que se hizo con el poder del PP vasco tras la etapa dura de María San Gil. Ella formó parte de la generación capitaneada por Antonio Basagoiti, con la que el PP intentó mostrar una cara más amable, menos encorsetada y más integradora. En este selecto club también se enmarcan Alfonso Alonso, Javier Maroto y Borja Sémper. Más modernos, con otra visión del futuro de Euskadi y, sobre todo, más alejados en teoría del entorno de José María Aznar, que ha esgrimido la política territorial en alguna ocasión para atacar al actual líder del PP, Mariano Rajoy.
A través de Basagoiti, Rajoy conseguía dominar al PP vasco. Su antecesora, María San Gil, chocó con el presidente de manera brusca durante la preparación del congreso de Valencia de 2008. Rajoy era cuestionado aquellos días por el sector más duro -Esperanza Aguirre, Jaime Mayor Oreja, Aznar…- tras su segunda derrota electoral ante José Luis Rodríguez Zapatero. El líder del PP encargó a San Gil, que tenía un gran tirón entre sus votantes, la elaboración de la ponencia política, el texto de mayor calado, junto al líder del PP de Canarias, José Manuel Soria, y a la que sería en poco tiempo la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho. Pero, por sorpresa, la política vasca abandonó su misión al chocar con el hoy ministro de Industria por la redacción de los temas sobre las relaciones con los nacionalistas. San Gil abandonaba unos meses más tarde su escaño en el Parlamento vasco y dejaba la política activa.
GENERACIÓN BASAGOITI
Se abrió una fuerte crisis. Fueron meses de tensión, un verano ‘caliente’, que desembocaba en la elección de Basagoiti en julio como nuevo líder del PP vasco. El candidato tenía enfrente a todos los afines a San Gil y se convirtió en su principal enemiga interna la alcaldesa de Lizarza, Regina Otaola. Finalmente, la nueva generación, con el apoyo de Génova, se hacía con las riendas. Emergió entonces como ‘número dos’ del PP vasco, Iñaki Oyarzábal, que había sido uno de los principales críticos de la anterior lideresa. Se convertirá desde ese momento en un hombre clave del partido -formando tándem con Alfonso Alonso- y en un quebradero de cabeza años más tarde para Quiroga.
En aquellos movimientos entró Quiroga en la primera fila -como vicesecretaria general- del grupo renovador en clave de partido en el PP vasco, algo que no se corresponde totalmente con su ideología. Quiroga es una persona cercana al Opus Dei, contraria al aborto, madre de cinco hijos, con fuertes convicciones religiosas y que llegó a declarar en una entrevista: “Yo nunca utilizaría el preservativo”. La política daba un gran salto de la mano de Basagoiti, en un partido que le vio afiliarse en la década de los noventa en Nuevas Generaciones y en el que dio sus primeros pasos bajo la tutela de José Eugenio Azpiroz.
Quiroga ascendía entonces internamente, pero su imagen se catapultaba también a nivel nacional en 2009. Tras los comicios autonómicos, el PSE-EE y el PP pactaban por primera vez para desalojar a los nacionalistas. En virtud de ese acuerdo, Patxi López se convertía en lehendakari y el PP se hacía con la Presidencia del Parlamento vasco. Basagoiti escogió para el puesto a Quiroga, que se convertía en aquel momento en el miembro del Partido Popular que más lejos llegaba institucionalmente en Euskadi.
De esa manera, España entera se fijaba en esta política en ascenso, cuya designación también la colocaba en un puesto de casilla para la posterior sucesión de Basagoiti. Su presencia a nivel nacional se expandía a través de su elección como presidenta de la Conferencia de Presidentes de Parlamentos Autonómicos de España (Coprepa) y su inclusión en el congreso del PP de Sevilla de 2012 en la Junta Directiva Nacional. Se acercaba así también al círculo de Rajoy.
Pero las elecciones autonómicas de 2012 se llevaron por delante el PSOE y al PP y el PNV volvió al poder en la comunidad. El siguiente paso hacia el ascenso en el PP vasco lo daría Quiroga también de la mano de Basagoiti, al designarle portavoz de los populares en la cámara autonómica. Nadie se imaginaba entonces que el presidente del Partido Popular regional dejaría su puesto meses después, en mayo de 2013, para fichar por el Banco Santander en México.
EL ASCENSO Y LA PESADILLA ALAVESA
Se abría entonces de nuevo el melón sucesorio en el País Vasco. Las miradas estaban puestas principalmente en ella y en el presidente del PP de Álava, Alfonso Alonso, estrella emergente a nivel nacional gracias a su puesto como portavoz en el Congreso de los Diputados. El hoy ministro de Sanidad es una de las fuerzas principales del partido, ya que domina al sector alavés. Dejó la puerta abierta para que Quiroga se hiciera finalmente con la Presidencia, pero tenía en mente seguir moviendo los hilos a través de su amiguísimo Oyarzábal.
Bendecida por Génova, Quiroga era nombrada presidenta del PP vasco de manera unánime por la Junta Directiva. Empezaba con buen aval público, pero a la vez comenzó a fraguarse una guerra interna que ha tenido este miércoles su desenlace final. La primera gran batalla tuvo lugar en el congreso extraordinario para refrendarla como presidenta en marzo del año pasado.
Las dos principales claves para entender esta guerra están en el equilibro de fuerzas territoriales dentro del PP vasco y en la búsqueda de aliados entre los sectores a nivel nacional para influir en el partido y en la futura sucesión de Rajoy. Quiroga decidió prescindir en este cónclave de Oyarzábal como ‘número dos’. El ‘lobby’ alavés veía descender su poder, algo que sentó muy mal a Alonso y que nunca le perdonará. Era un ataque directo, colocaba a Nerea Llanos, de Vizcaya. El PP alavés quería conservar la Secretaría General para no perder influencia, más cuando el anterior presidente había sido vizcaíno y la actual era de Guipúzcoa. Desde entonces, esa provincia se convertiría en territorio hostil para el liderazgo interno. Tampoco ha conseguido Quiorga dominar durante su mandato del todo al PP vizcaíno. Y hasta ha tenido problemas dentro de su propia provincia, al apostar personalmente por Miren Albistur como candidata a la Alcaldía de San Sebastián frente a Ramón Gómez, que tenía el beneplácito de Sémper.
Pero, además, la salida de Oyarzábal también enfrentaba a Génova. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, respaldaba en público a Quiroga, mientras que el sector de Alonso contaba con el apoyo de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. El ministro de Sanidad es uno de los más fieles colaboradores de la ‘número dos’ del Ejecutivo, forma parte de los ‘sorayos’, y una parte del partido ve en ellos el futuro de los populares. De hecho, en esa carrera sucesoria, fuentes del PP, sitúan a Santamaría y Alonso, además de a Alberto Núñez Feijóo y Cospedal. De esta manera, se reproducía el mismo cóctel explosivo interno que había tenido lugar por la sucesión en el PP de Andalucía.
A todos estos fantasmas internos se unía este mes de mayo un mal resultado electoral en las elecciones locales y forales. El PP perdió casi 45.000 votos respecto a 2011 y pasaba de 163 concejales a 79. Además, se quedaba con diez asientos en las tres juntas generales frente a los 21 que tenía antes.
Con un partido no cohesionado y con esos resultados, Quiroga decidió plantear su polémica ponencia de convivencia e iniciar un giro dentro del PP vasco. Era el momento de sobrevivir, de empezar un re-re-regeneración en una nueva etapa en la que los populares son vistos de manera casi residual en su comunidad y en otras como Navarra y Cataluña. Pero ese intento de esperanza se convirtió en su pesadilla política. Alfonso Alonso puso el grito en el cielo por su intención y la dirección del PP le obligó a retirar su iniciativa. Ya la semana pasada, Quiroga, según ha explicado ella misma, le trasladó a Cospedal su intención de retirarse. La ‘número dos’ del PP le pidió que se tomara unos días, que reflexionara. Ella cumplió y el martes volvió a insistir en que dejaba la política.
Quiroga ha pasado este miércoles a ser historia en el PP vasco. No ha superado esta ‘pájara’. ¿Será el turno ahora de Álava?