Los niños de Siria hablan: "A los políticos les digo que no nos deis la espalda, no podemos volver"

Los niños de Siria hablan: "A los políticos les digo que no nos deis la espalda, no podemos volver"

UNICEF

El conflicto en Siria está afectando a millones de niños que viven allí con miedo a morir o ser mutilados. Dos millones de ellos están fuera de la escuela y ya son 50.000 los profesores que han huido. Los países vecinos, Turquía, Líbano y Jordania, acogen a cuatro millones de refugiados sirios.

Las últimas semanas, los titulares de los medios nos hablan de miles de niños y sus familias que han emprendido un viaje muy peligroso hacia Europa en busca de una vida mejor. Cada niño sirio tiene una historia que contar: su viaje, su realidad, sus sueños y su esperanza de reconstruir Siria. Estas historias deben ser escuchadas.

Por eso el pasado 30 de septiembre UNICEF cedió su cuenta de Twitter a cuatro niños sirios de entre 14 y 17 años, que compartieron sus historias con los usuarios para llamar la atención del impacto que el conflicto tiene en las vidas de millones de niños como ellos.

Estas son sus voces.

YOUSSEF

Youssef tiene 17 años. Dejó Alepo (Siria) hace dos años junto a su madre y sus dos hermanos para ir a vivir a Turquía. Una vez allí, él, su hermano pequeño y su primo empezaron a buscar trabajo.

Cuando vivía en Siria, Youssef soñaba con montar una empresa de tecnología. Ahora su sueño es reconstruir su país. Cree que los niños y jóvenes de Siria quieren y necesitan oportunidades para estudiar y trabajar.

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Youssef, 17 años

"Dejamos Siria hace dos años. Los combates cada vez eran más frecuentes. Queríamos encontrar un camino seguro para viajar y cogimos un autobús en Alepo. El viaje hasta la frontera con Turquía fue duro y aterrador. Parábamos cada 10 minutos para asegurarnos de que no nos topábamos con guardias del Estado Islámico. Cuando llegamos a Turquía me sentía muy mal. Diez días después encontramos casa.

Durante un tiempo estuve trabajando para una constructora, de 8 de la mañana a 7 de la tarde. Ahora voy a la escuela. La educación es muy importante; sin ella no podemos abrir nuestras mentes al mundo. Voy a clase de 7 de la mañana a 2 de la tarde, y luego voy a trabajar hasta las 10 de la noche. A veces es difícil, pero entonces pienso en algo que me dijo mi abuelo: “Puedo hacer cualquier cosa en la que persista, y puedo lograrlo sin tedio ni fatiga”.

Al principio no tenía amigos en Turquía, pero poco a poco empecé a hacerlos y a olvidarme de las bombas en Siria. Echo mucho de menos mi país; echo de menos mi habitación, mi casa, mi familia. Pero mis sueños seguían intactos. Quería fundar una compañía tecnológica para competir con Apple: la Compañía Tecnológica de Youssef. Pero ahora tengo otro sueño: reconstruir Siria. Siento que tengo la responsabilidad de terminar mi educación y ayudar a Siria a ponerse en pie de nuevo.

Los países y sus líderes tienen sus propios intereses, y lo entiendo. Pero nunca deberían olvidarse de la humanidad. Nunca deberían olvidar que la gente tiene derechos. Los jóvenes no queremos quedarnos en casa. Queremos y necesitamos más oportunidades para estudiar y trabajar. Queremos hacer algo, y queremos impulsar el cambio. No importa lo que nos haya pasado, nunca debemos perder la esperanza en una vida mejor. Mi consejo a los refugiados más jóvenes es: 'Nunca pierdas la esperanza. Esperanza significa vida'".

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Youssef y sus hermanos

OMAYMAH

Omaymah tiene 14 años y vive en el campo de refugiados de Za'atari, en Jordania. Llegó allí en diciembre de 2012 desde Daraa (Siria) con sus padres y cuatro hermanos. Ella creía que no se quedarían allí por mucho tiempo. Cursa el octavo grado en una escuela apoyada por UNICEF y su asignatura favorita es ciencias.

Cree que la educación es el futuro de las niñas, y está totalmente en contra del matrimonio precoz. En su tiempo libre le encanta pintar y ver a sus amigos, pero es difícil encontrar algo de tiempo libre cuando tienes que ayudar a tu familia realizando tareas en casa como cocinar.

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Omaymah, 14 años

"Mi pueblo era bombardeado casi cada día cuando hui con mis padres y mis cuatro hermanos en 2012. Me sentí muy triste cuando dejé Siria. Dejé todo lo que tenía: mis amigos, mis cosas... Nos fuimos en autobús y fue atacado. Tuvimos que tirarnos al suelo. No había coches en la carretera y nos disparaban desde todos lados. Todos llorábamos, porque no sabíamos si sobreviviríamos. Pero el momento más terrorífico de toda mi vida fue cuando mataron a mi tío en un enfrentamiento y mi padre fue a su funeral. Tenía miedo de que no volviera.

El resto del viaje en autobús fue largo pero sin incidentes. En diciembre de 2012 llegamos al campo de Za’atari. Era distinto a como lo había visto en fotos. En ese momento pensé que estaríamos seis meses y luego volveríamos a Siria. Mis primos ya vivían allí, así que fue fácil hacer amigos. Me matriculé en la escuela el segundo día. Es lo único que me gusta del campo: ir al colegio.

¿Quiero vivir el resto de mi vida en un campo de refugiados? Definitivamente, no. Me gustaría ser médico, pero no es algo fijo. Si se me presentara una oportunidad para ser ingeniera, la aprovecharía. Lo esencial es recibir educación y poder ayudar a mi país.

Mi deseo número 1 es volver a Siria. Me da igual si es mañana o dentro de 10 años. Quiero volver a casa. Estos son mis mensajes para los líderes políticos: a los líderes árabes les pido que ayuden a terminar con la crisis en Siria y dejar el país como era antes. A los líderes europeos les doy las gracias por su apoyo, y les digo que la gente en Europa necesitará más ayuda. No les deis la espalda, porque no pueden volver."

ANHAL

Anhal tiene 16 años y también vive en el campo de refugiados de Za'atari. Llegó en noviembre de 2012 desde Daraa, con su madre y sus dos hermanas. Tiene cinco hermanos en total: una de ellas se quedó en Siria con su familia y otro vive en los Emiratos Árabes, también con su familia.

En el campo perdió un año de escuela, pero su padre se aseguró de matricularle en el colegio y ahora cursa el 11º grado. Le gustaría ser geólogo, como uno de sus hermanos. En su tiempo libre le gusta estudiar y jugar al fútbol. Es del Real Madrid.

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Anhal, 16 años

"Llegué al campo de Za’atari, en Jordania, en noviembre de 2012, con mi madre y mis dos hermanas. Cuando dejamos Siria hace casi tres años, escuchábamos los disparos y las bombas más cerca cada día. El viaje a Jordania fue muy difícil. Alquilamos una furgoneta que nos llevó desde mi ciudad hasta 5 kilómetros antes de llegar a la frontera. Desde allí tuvimos que caminar durante dos horas en la oscuridad. Aunque estaba oscuro, no tenía miedo. Estaba acostumbrado a escuchar las balas y los combates de noche, y no me impedía dormir. Miles de personas cruzaron ese mismo día de Siria a Jordania.

Cuando llegamos al campo me sentí contento por reunirme con mis hermanos, que ya estaban allí, pero triste por haber dejado mi casa. Echo de menos todo de Siria: mi casa, mis amigos, el agua de Daraa... Todo. No me gustan los controles en Za’atari. Ojalá el campo fuera como una ciudad y pudiéramos salir y entrar cada vez que quisiéramos.

No empecé el colegio en el campo. Perdí un año porque no conocía a nadie. Ahora estoy en el 11º grado y soy uno de los tres mejores estudiantes de mi clase. De mayor quiero ser geólogo. Quiero aprender, ir a la universidad, graduarme y ser especial. Quiero ser diferente de cualquier otro. Los jóvenes son los que reconstruirán Siria. Un día volveremos, pero no funcionará si no hemos recibido educación.

Mi familia y yo no hemos hablado nunca de ir a Europa. Es peligroso. Hay posibilidades de terminar ahogado. En mi opinión, Jordania es mejor. Seguimos estudiando árabe y las tradiciones son similares. Creo que hay dos soluciones a la crisis de los refugiados: mejorar la vida de los refugiados en los campos y en cualquier lugar, y ayudar a terminar con la crisis de Siria. A los líderes del mundo les digo: por favor, ayudadnos. Si estuvierais en nuestro lugar, ¿qué haríais vosotros? Para quienes están intentando llegar a Europa, les digo: ayudadles, por favor, mantenedles seguros y dadles lo más básico que necesiten."

HANIN

Hanin tiene 16 años y vive en Austria, pero tenía 13 cuando dejó Siria con su madre y su hermana mayor, después de que una bomba destruyera su casa. Viajaron en autobús hasta Estambul, donde estuvieron dos años. En su viaje a Europa, Hanin se separó de su familia.

Sola y apoyada por extraños, viajó hasta Hungría y finalmente cruzó a Austria. Allí vivió sola un año, hasta que hace unos meses pudo reunirse de nuevo con su madre. En el futuro quiere ser dentista o fotógrafa.

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Hanin, 16 años

"Tenía 13 años cuando dejé Siria con mi madre y mi hermano mayor. Mis hermanos ya se habían ido. Una bomba destruyó nuestra casa, y mi madre decidió que teníamos que huir. Nos fuimos en autobús y llegamos a Estambul. Estuvimos allí dos años, fue muy duro. Cuando salimos de allí perdí a mi madre y a mi hermano por el camino. Ya no podían andar más y fueron detenidos por la policía. Tuve que dormir en el bosque durante dos días, estaba sola con 19 hombres. Ellos me cuidaron. Por las noches hacía mucho frío, y por el día hacía calor.

Cruzamos las fronteras a pie. Logré llegar a Hungría, y desde allí crucé a Austria en el maletero de un pequeño coche. Estuve sola en Austria durante más de un año. Mi madre logró venir hace solo cuatro meses. Justo el mismo día que la perdí, pero un año después, pude reunirme con ella de nuevo. Estoy tan contenta de que esté aquí… Echo de menos a mis hermanos, que no están con nosotras. No tengo ni una foto. Mi hermana ha tenido un bebé y aún no le conozco, están en Turquía. Mi hermano está en algún lugar de Alemania y no puede venir a vernos. De Austria me gusta el Danubio, el agua, su calma. Pero echo de menos mi casa. Siria sigue siendo el sitio más bonito para mí.

Algún día quiero ser dentista o fotógrafa. Quiero una vida normal, quiero que Siria esté bien, quiero a mis amigos de vuelta. Mucha gente que conocía está muerta. Toda mi familia está lejos: tengo 60 primos. Quiero que los políticos me escuchen. No les preocupa la gente, solo el dinero. Europa me ayuda aquí en Austria, pero no ayuda a la gente en Siria. Los políticos no saben de humanidad. No nos ven, no nos escuchan.

Quiero que se dispare la última bala. Aunque sea contra mí. Quiero que sea la última. Quiero que la gente me oiga."

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Hanin y su madre

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