López Casasnovas: "El 'todo igual para todos' tiene los días contados"

López Casasnovas: "El 'todo igual para todos' tiene los días contados"

GTRES

Seguro que, en los últimos años, una de las conversaciones que más has escuchado en cafeterías, en el autobús o que más has tenido con tus amigos o en las comidas familiares es aquella en la que se habla de todo lo que ha perdido nuestro Estado de Bienestar desde que comenzó la crisis. Medidas de austeridad, la falta de derechos sociales, el paro, el desgaste de dos pilares básicos como son la sanidad y la educación… Pero ¿alguna vez has escuchado a alguien hablando de las cosas buenas que nos quedan desde entonces?

  5c8b2e04230000d504244e4c

Guillem López Casasnovas es un conservador, catedrático de economía catalán y que, como él dice, “por alguna carambola” acabó como consejero del Banco de España. Acaba de publicar el libro El Bienestar Desigual (Atalaya), en el que pone de manifiesto los derechos y beneficios sociales que han quedado tras la crisis desde un punto de vista optimista y en el que, en varias ocasiones, se olvida de sectores sociales que han sufrido los recortes, el desempleo o la austeridad. Con esta publicación lo que pretende es “ser positivo y ayudar a mejorar” con un tema “novedoso y atractivo” al que lleva “dándole vueltas mucho tiempo”.

López Casasnovas está sentado en el hall de un hotel del centro de Madrid. Lleva todo el día hablando con periodistas excepto un rato que se ha escapado para dar una ponencia en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Con su libro en la mano, dice que es consciente de que es un escrito algo difícil de entender para aquél que no es experto en economía. La idea de escribirlo nació de la insistencia de su editor, que, según el autor, siempre dijo que con sus ideas debería publicar un libro. “Al final me lié”, señala.

  5c8b2e04360000c81a6ca8f7

Guillem López Casasnovas

En el libro da la sensación de que se centra más en la parte positiva. Ve lo que queda de los derechos y beneficios sociales tras la crisis con una mirada optimista. ¿No cree que en estos momentos es más importante hablar de lo que ya no tenemos?

No. En el libro juego con dos términos: Estado de Bienestar y Estado de Malestar. Si nos enfadamos mucho por lo que podríamos tener y no tenemos, dejamos de ver lo que tenemos. Yo no soy trotskista, de cuanto peor, mejor. Si alguien me dice que es todo un desastre, yo leo la cartilla de las cosas buenas. Y si alguien me dice que tenemos el mejor sistema del mundo, saco la lista de las cosas manifiestamente mejorables. Para mí esto ha sido siempre un comportamiento vital: cuando alguien va sobrado, hay que leerle la cartilla y cuando alguien está deprimido hay que darle cuerda.

La semana pasada, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) dijo que la banca europea debe sanearse más, que debe recibir más dinero público. Usted es consejero del Banco de España, ¿coincide con la OCDE? Y si es así, ¿de dónde sacaría ese dinero?

En el libro, ese tema sale un poco de refilón. La frase es: el mejor impuesto a la banca es forzar las provisiones. Eso da seguridad al ahorrador porque si tienes que provisionar más, repartes menos dividendos. Pero esta idea es solo un lema, lo que hay que hacer es mirar bien los contenidos para hacer las cosas correctamente. Hay que provisionar, sí, pero no a todos por igual. Depende de la composición de los activos que tengas, de si tienen función social o no… Todo eso se tiene que contabilizar. Pero en resumen, la frase principal es esa: el impuesto a la banca no debe ser un impuesto Tobin si no uno que ayude a provisionar.

La oposición reitera que los dos pilares que más han sufrido durante la crisis han sido la educación y la sanidad. Los universitarios, por ejemplo, lo notan en la subida de tasas y en que cada vez menos compañeros pueden acceder a la universidad pública. En su libro no parece estar de acuerdo. ¿Por qué?

Las tasas son para financiar mejor la universidad cuando la financiación fiscal no alcanza. Por tanto, entre putrificar una universidad o un sistema sanitario o pedir el copago, soy más partidario del copago y de las tasas. Hay muchas cosas que la gente quiere pero que el sistema público no puede financiar al 100%. Entre dejarlo fuera del catálogo y que cada cual se busque la vida o acompañarlo con un copago, soy más partidario del acompañamiento antes que de dejarlo fuera.

El problema es que al final, lo que no ofrece el sector público no se prohíbe, si no que lo acaban adquiriendo los que lo pueden copagar al 100% de su bolsillo. Parte de la terapia de choque que ha sufrido nuestro Estado de Bienestar por la crisis, ha afectado a los profesionales. Yo soy profesor, y hablo por mi mismo y por muchos médicos que conozco. Nos han reducido un 10% pero no se me ocurre pensar que por eso se vayan a dar peor las clases o se atienda peor en una consulta.

Entonces, ¿todas las mareas que han salido a la calle los últimos años no tenían razón?

Creo que han sido toques de atención. Realmente denunciar políticamente un deterioro de la sanidad pública como se ha llegado hacer me parece una exageración que lo único que hace es generar alarma y malestar y que puede poner en peligro lo ya conseguido. Esto es solo una opinión, pero puedo mostrarte la reducción de gasto sanitario que hemos tenido, que ha sido a costa de los profesionales. Y creo que en el comportamiento ético profesional, este recorte que hemos sufrido no ha podido empeorar la forma de trabajar. Lo veo en mis clases, por ejemplo. Lo que sí es cierto es que si me dicen que hay que contener el Estado de Bienestar infinitamente recortando de 10% en 10%, entonces no sería profiláctico.

¿Y qué pasa con los alumnos que han dejado de ir a clase por las altas tasas universitarias?

Lo que demuestra eso es que las políticas de becas no están bien pensadas. Quizá, en vez de dar un poco para todos, hay que ser más selectivo y darle más a menos gente. Creo que el precio de estar en la universidad no es lo que pagas, es lo que dejas de ingresar por estar yendo a clase y no trabajar. El precio más alto, por tanto, será para una familia de pocos medios que no pueda prescindir de un hijo que trabaje. Las políticas de becas deben ser más selectivas, no basta con congelar una tasa. Si la congelas, lo que haces es favorecer a todos los repetidores que se pasean por la facultad buscando novia.

"las políticas universalistas de 'todo igual para todos' tienen los días contados"

A mi parecer, las políticas universalistas de ‘todo igual para todos’ tienen los días contados. Hay que hacer políticas mucho más ajustadas, como trajes a medida, teniendo en cuenta las circunstancias personales de cada uno.

Ahora mismo, estamos en un momento en el que mucha gente desempleada ha dejado de cobrar el paro porque se han convertido en parados de larga duración. ¿Cómo casa eso con el Estado de Bienestar o el ‘Bienestar desigual’ del que habla en su libro?

Ese es uno de los déficits importantes del Estado de Bienestar: no atiende a jóvenes que no pueden acceder al mercado de trabajo, a la emancipación o a la creación de familias. La edad ya no es un identificador de pobreza, el riesgo de pobreza ya no está sólo en los mayores. Esto significa que hemos llegado a un punto en el que no basta la edad para singularizar una política pública. Hay que buscar las bolsas de pobreza. La idea universal de ‘eres mayor de 65 años y por eso te toca tal’ ya no resuelve nada. Se necesitan medidas concretas para grupos de gente concreta.

"Cuando algún político dice que hay que gastar más me parece un insulto a la inteligencia"

Por ejemplo, muchos políticos y analistas se piensan que la equidad es que los centros de salud sean gratuitos y no se cobre. Yo creo que el hecho de que un centro esté abierto y no se cobre por atención, no significa que accedan a él los más necesitados. Piensa en una persona mayor que no puede moverse de casa: sin asistente social o una visita médica a domicilio, estos no accederán nunca al sistema sanitario. Hay que coordinar lo sanitario con lo socio-sanitario en un Estado de Bienestar que sea flexible. No basta con que un médico se quede sentado en su despacho atendiendo sólo lo que les llegue de 8 de la mañana a 5 de la tarde.

Cuando les pregunto a mis alumnos qué política universal piensan que es la más redistributiva siempre me dicen la educación y después la sanidad. No es así, la educación superior es ‘prorrica’, igual pasa con la sanidad pública: si es buena, ¿por qué alguien va a pagar sanidad privada?. Los ricos acaban yendo a la sanidad pública, igual que a la universidad y esto supone un ahorro de un pastón a alguien que quizás debería haber pagado sus 20.000 euros. Siempre les explico que la política más redistributiva estará en la vivienda, ya que tenemos un tipo de vivienda para un tipo de colectivo joven, por ejemplo. Ahí se va directo al más necesitado.

Con esto no propongo cargarnos el gasto universal, solo digo que en un futuro debemos ser más selectivos porque la financiación con la que contamos cada vez es más regresiva y esto hay que compensarlo con políticas muy redistributivas. Por eso, cuando algún político dice que hay que gastar más me parece un insulto a la inteligencia. No hay que mirar el beneficio del gasto únicamente, también hay que mirar la financiación y los impuestos.

Las pensiones públicas han mantenido su capacidad adquisitiva en cierta manera, pero todo el mundo dice que las generaciones de jóvenes no van a poder cobrar ese tipo de pensiones porque no va a haber dinero y porque no van a trabajar tanto tiempo. ¿Sólo nos quedan los planes de pensiones privados? ¿Qué le parece la reforma de las pensiones?

Ha costado mucho que los políticos asuman la reforma de las pensiones. Me gusta que hayan sido conscientes de que hay un problema. Pero lo que no me gusta es que siempre se resuelve en clave de seguridad social y nada más. Lo que le hagas a un colectivo, como nuestros mayores, respecto de la situación en la que quede otro colectivo, los jóvenes, debe estar equilibrado. No puedo cargar a un joven todo para salvar mi pensión porque es muy injusto. Si subimos las cotizaciones, las probabilidades de que alguien te emplee son muy bajas: es más caro contratar trabajo que capital. Esto es un problema de bienestar desigual: para preservar lo mío, te jodo a ti.

Estos desequilibrios se tienen que resolver globalmente, no solo mirando las pensiones. Yo abogo por un equilibrio intra e intergeneracional. Esto requiere una perspectiva amplia. No poniendo tanto énfasis en qué se gasta sino en quién se gasta.

Los datos indican que cada vez hay menos gente que se puede acoger a la ley de dependencia. Usted, ¿cree que un país como España se puede financiar una ley de dependencia justa?

Los políticos han sido muy ingenuos al pensar que se podía ofrecer cobertura de dependencia holgada y moderada. Esto abre unas expectativas dolorosas, porque los grupos de dependientes son de lo más frágil de la sociedad. En todas las generaciones hay dependientes. Alguien sensato habría dicho: primero, debemos volcarnos en las dependencias más graves, nada de leves ni moderados. Y a medida que haya más financiación, ir cubriendo el resto de grupos.

A todo esto, mi libro lo que hace es generar algunas respuestas para arreglarlo, no maldecirlo. Este es el ámbito en el que nos tocará más arrimar el hombro como ciudadanos. La bolsa actual más frustrante es la de los dependientes y la futura es la de los niños.

  5c8b2e043b000072066d29b8

Ve a nuestra portada

  5c8b2e042300005300e7c4cb

Síguenos en Facebook

  5c8b2e042000009e04705643

Síguenos en Twitter