De los antidisturbios en la estación de Budapest al recibimiento con regalos en la de Munich
En la estación de tren del este de Budapest (Hungría) están hacinados cientos de refugiados. La policía antidisturbios no les permite subir a los trenes, mientras en el Parlamento estudian usar gases lacrimógenos contra ellos e imponerles penas de cárcel. En la terminal del ferrocarril de Munich (Alemania) la Policía está desbordada. No dan abasto con la cantidad de comida para bebés, bebidas y otros artículos con los que los ciudadanos van a recibirles.
Alrededor de un centenar de policías bloquean la entrada a la estación húngara de Keleti, que permanece cerrada desde el martes, sin que se hayan producido incidentes violentos de ningún tipo.
"¿A dónde queréis ir?", jaleaba uno de ellos, mientras que el resto respondía a coro: "Alemania, Alemania". También repetían el nombre de la canciller germana, Angela Merkel, o su país de procedencia, "Siria, Siria".
Los alrededores de la terminal se han convertido en un improvisado campo de refugiados, sin apenas apoyo de las autoridades, y en el que familias enteras duermen sobre el suelo, con meros cartones y mantas, mientras que los más afortunados cuentan con tiendas.
En el otro extremo de las vías del tren que parten de Hungría y también de Austria, está Alemania, el destino final de la mayoría de refugiados. Allí se han bajado una media de 109 migrantes y refugiados a la hora entre la media noche y las seis de la mañana del miércoles, según la policía federal. La estación de Munich, en el sur, está registrando un número récord de llegadas.
La escena es muy distinta. Los ciudadanos se acercan para dar una cálida bienvenida a los refugiados, y no llegan con las manos vacías. Les llevan ropa, comida, bebida y hasta juguetes para los niños.
A esta niña le dieron un globo y un muñeco de peluche.
La policía estaba hasta arriba de trabajo. Ellos mismos contaron la situación por Twitter este martes: "Muchos voluntarios están trayendo bebidas, suministros, comida para bebés, pañales, etc a la entrada norte para los refugiados. ¡Nos parece genial!"
Menos de cuatro horas después, volvían a escribir que estaban "abrumados" por los regalos que la buena gente había llevado a la estación. "Por favor, no traigan más cosas", pedían.
El martes llegaron a través de esa estación más de 2.000 refugiados. Muchos cantaban "¡Gracias Alemania!" después de ver un cartel de bienvenida hecho por los vecinos.
Al llegar, esperaban a amigos y familiares que iban a ir recogerles y preguntaban a los viandantes si podían prestarles el móvil para decirles que ya estaban allí.
Dos refugiados (en la foto) debían continuar viaje hacia Berlín y Hamburgo. Como cuenta nuestro colega Jack Sommers, del HuffPost UK, resumían su periplo con un "¡Hungría mal! ¡Alemania bien!".