Una niña siria de dos meses llega en una lancha de goma a Grecia
El pie de foto de Reuters da poca información, pero se intuye detrás una historia inimaginable hecha de éxodo, dolor, valentía y penurias. Esta pequeña envuelta en rosa se llama Malak y tiene apenas dos meses. La abraza y besa su padre, Mohamed. Ambos son sirios y acaban de llegar a la isla griega de Kos a bordo de una lancha de goma, inestable de tan atestada. De la madre nada de sabe. No se ven mujeres en la barcaza, aunque sí más niños. Vienen de la guerra y están vivos. Ahora les queda afrontar la frialdad europea ante los que, como ellos, necesitan asilo porque son refugiados, perseguidos.
OTRA CRISIS PARA GRECIA
Recesión y paro crónicos, corralito y controles de capital son problemas que ya forman parte de la "normalidad" en Grecia, y a los que ahora se suma una crisis migratoria con la llegada masiva de refugiados.
Solo en julio pasado llegaron a Grecia 50.000 personas de Siria, Afganistán, Irak, Eritrea y otros países, más de los que entraron en todo el año pasado, y un incremento de 20.000 con respecto a junio.
En los primeros siete meses de 2015 han desembarcado en Grecia 124.000 refugiados e indocumentados, principalmente en las islas de Lesbos, Kos, Quios, Samos y Leros, cercanas a las costas de Turquía.
Son datos presentados esta semana por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), que pone cifras a una situación que se ha convertido en un capítulo más del drama diario que viven desde hace años los griegos, como ha ocurrido recientemente con los controles de capital de los que ya nadie habla pese a que siguen estando ahí.
"En Grecia vivimos una crisis dentro de la crisis". Con esta frase, el primer ministro, Alexis Tsipras, describe la impotencia con la que afronta este país esta nuevo drama humanitario.
En una reunión de emergencia celebrada este viernes con varios representantes del Gobierno tras escuchar la voz de alarma dada por las diversas ONG y municipios que se quejan de la falta de intervención del Estado, Tsipras anunció una serie inmediata de medidas gubernamentales.
En concreto, prometió una coordinación permanente entre los ministerios para descargar con mayor rapidez a las islas que sirven de puerta de entrada a Europa, fortaleciendo allí las infraestructuras de acogida y acelerando la identificación de los refugiados para posibilitar su traslado a la plataforma continental.
Tsipras se comprometió además a acelerar los procedimientos para el establecimiento de una autoridad encargada de la gestión migratoria, un departamento necesario para poder distribuir los fondos europeos que la Comisión Europea lleva pidiendo a Grecia desde hace más de un año, cuando todavía estaba al frente el Ejecutivo conservador.
Por falta de un sistema de gestión Grecia no ha podido absorber fondos comunitarios por valor de 500 millones euros para la migración.
EL PESO, EN LAS ONG
Mientras, son fundamentalmente las ONG las que están gestionando el día a día de los refugiados e inmigrantes, cuya situación es especialmente dramática en las islas, donde por falta de centros de acogida muchos deben dormir a la intemperie, sin medidas higiénicas de ningún tipo y a expensas de las ayudas alimentarias que les ofrezcan los voluntarios.
El director para Europa de ACNUR, Vincent Cohetel, describió de "caótica" y "vergonzosa" esta situación y afirmó que en sus treinta años de pertenencia a la ONU jamás había visto algo igual.
El problema es que una vez trasladados a Atenas, la situación no mejora mucho y los refugiados son abandonados a su suerte.
La mayoría llega en autobuses desde el puerto de El Pireo a la plaza de Omonia.
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Allí, los que tienen dinero o los que han recibido documentos provisionales por tener familiares en algún país de la Unión Europea, continúan directamente su viaje hacia el norte, hacia la frontera con Macedonia, bien en tren o en autocares que se han especializado para este tipo de trayectos.
Los demás se instalan en la propia plaza de Omonia unos días, buscan albergue en algún hotel abandonado reconvertido en centro de acogida o se instalan en el campamento improvisado en el céntrico parque de Pedío tou Areos (Campo de Marte), que en las últimas semanas se ha convertido en el foco de esta crisis humanitaria.
La precaria situación en este campamento, que cuenta con una población base de algo más de 250 personas, en su mayoría afganos, ha desencadenado en Atenas una ola de solidaridad, con colectas de alimentos, medicamentos o ropa, y grupos de voluntarios ayudan a limpiar el área, a repartir comida o a ayudar a los que necesitan asistencia médica.
"No estamos aquí para reemplazar la maquinaria del Estado, que, por cierto, está totalmente ausente, sino para mostrar nuestra solidaridad con las personas", señaló en una rueda de prensa improvisada esta semana en el parque Nassim, un miembro de la Iniciativa de Solidaridad, una plataforma de voluntarios que ayudan en la autogestión de este campamento.
Según Nassim, lo importante de esta iniciativa es que su motivación es la solidaridad, no la caridad, y que los propios refugiados están involucrados en las actividades y decisiones.
La próxima semana se espera que estas personas por fin puedan ser reubicadas en un campamento que se está montando como centro de acogida en un gran solar vacío propiedad del Estado.
Allí les esperarán pequeñas casas prefabricadas e instalaciones higiénicas como acogida temporal antes de poder continuar ruta a otro país de Europa. En la otra punta de Grecia, mientras tanto continúan llegando las pateras.