Las incógnitas que deja el acuerdo entre la zona euro y Grecia
Después de 17 horas de difíciles negociaciones, los líderes de la zona euro lograron ponerse de acuerdo para iniciar las negociaciones para un tercer rescate a Grecia. A cambio, Atenas accedió a cumplir unas condiciones brutales impuestas por el ala dura de la reunión de jefes de Estado y de Gobierno del euro, encabezada por la canciller alemana Angela Merkel. En la larga lista de exigencias hay privatizaciones, reformas de pensiones, de la legislación laboral, y la vuelta de la troika a Grecia, entre otras.
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, con los bancos en una situación desesperada por el corralito, no tenía margen de maniobra. Necesitaba el rescate y se vio obligado a aceptar unas obligaciones más duras que las que le habían ofrecido antes del referéndum de hace una semana.
Ahora el líder de Syriza tiene que demostrar a sus socios europeos que pueden confiar en él, después de que estos señalasen durante todo el fin de semana su falta de credibilidad. Para activar la ayuda de entre 82.000 y 86.000 para los próximos seis años, se tienen que despejar además las siguientes incógnitas.
Grecia se resistió, pero al final tuvo que asumir la petición alemana de crear un fondo al que transferir los beneficios y las ventas de bienes públicos privatizados por valor de 50.000 millones de euros. Sería una especie de aval para los años que dure el rescate, que equivale a entre una quinta y una cuarta parte de su PIB. La mitad del fondo se emplearía en la recapitalización de los bancos, mientras que los 25.000 millones de euros restantes se repartirían a partes iguales entre inversiones productivas y el pago de vencimientos.
La duda es si las autoridades griegas podrán movilizar más de 17.000 millones de euros. Ellos desde luego no lo ven nada claro, y el FMI, que tampoco considera realista la cifra, apuntaba más bien a 7.000 millones de euros al año, según fuentes europeas. Los intentos previos de otros gobiernos griegos de emprender grandes privatizaciones apenas han tenido éxito. Taiped, la agencia gubernamental que se encarga del tema, ha puesto a la venta bienes por valor de 7.700 millones de euros desde 2011, y solo ha conseguido unos 3.000 millones, según datos de 2014.
Otros analistas tampoco lo ven viable: "El objetivo parece extremadamente ambiguo para una economía que aún está inmersa en la peor depresión de su historia moderna", declaró Diego Iscaro, de IHS, a Reuters. "Vamos a ver vender como gangas en liquidación los bienes griegos", le explicó a la agencia el economista Philippe Waechter, de Natixis Asset Management. "Es una forma de decirle a los griegos, 'vended vuestras reliquias familiares'".
Ciudadanos miran las portadas de la prensa el lunes en Atenas.
Tsipras tiene que vender el acuerdo en el seno de Syriza, donde los más izquierdistas se han mostrado abiertamente en contra de aceptar más austeridad, como quedó claro en la votación del pasado viernes en Atenas. 32 diputados se mostraron en desacuerdo del plan que Grecia propuso a Bruselas, mucho más suave que el que las instituciones le han impuesto finalmente. Entre quienes se abstuvieron figuran el ministro de Energía y portavoz de la plataforma radical de Syriza, Panayotis Lafazanis, y el ministro adjunto de Seguridad Social, Dimitris Stratulis. Ambos podrían dimitir pronto.
Voces de la facción comunista del partido han pedido que se celebre una conferencia extraordinaria de la formación para expulsar a Tsipras del poder. Todos los escenarios están abiertos ahora ante la posibilidad de que la puesta en marcha de las reformas conduzca a la implosión de Syriza, incluso la convocatoria de elecciones anticipadas. El ministro griego de Trabajo, Panos Skurletis, ya ha aventurado que habrá comicios a lo largo de este año y que hasta entonces o bien se creará un Gobierno de amplia coalición o bien se buscarán apoyos puntuales de la oposición para poder aplicar las reformas acordadas con la eurozona.
El socio de Gobierno de Syriza, Panos Kamenos, líder de Griegos Independientes, se mostró indignado este fin de semana por las propuestas europeas: "Ahora está claro que nos quieren aplastar. Ya basta", tuiteó. Este lunes ha afirmado que votará en contra del acuerdo, pero no dejará la coalición con el Ejecutivo.
El Gobierno de izquierdas podría enfrentarse a su primera gran huelga el miércoles. Los sindicatos de funcionarios están llamando a parar ese día, cuando el Parlamento debe aprobar las medidas a las que se ha comprometido Tsipras en Bruselas.
Varios miembros del sindicato comunista griego Pame participan en una protesta contra las políticas de austeridad frente al Parlamento de Atenas.
Los líderes del euro, que no confían nada en Tsipras, le han exigido que empiece a aprobar leyes tan pronto como este miércoles para demostrar que va en serio. El plazo es muy corto, y las dificultades, muchas. El primer problema podría venir del propio partido de Gobierno. El ala más izquierdista se opondrá, previsiblemente, al acuerdo, y es de esperar que los neonazis de Amanecer Dorado y los comunistas del KKE se posicionen en contra. La presidenta de la Cámara, Zoé Konstandopulu, una de las figuras más controvertidas del izquierdista Syriza, podría ser un obstáculo añadido. Es conocida por ser tan meticulosa con que las leyes y procedimientos parlamentarios se ajusten a los cánones, que en más de una ocasión ha devuelto leyes por errores de forma.
La oposición, en cambio, ha celebrado la consecución del acuerdo y todos los partidos proeuropeos lo han interpretado como necesario para garantizar la permanencia del país en la eurozona. El presidente interino de los conservadores de Nueva Democracia, Vangelis Meimarakis, aseguró que ahora es el momento de que el país inicie una nueva andadura en Europa. El representante del centrista To Potami, Stavros Theodorakis, destacó que Grecia ha logrado su objetivo de mantenerse en la eurozona y en la Unión Europea, y la líder del socialdemócrata Pasok, Fofi Yenimatá, instó al Ejecutivo a actuar "rápido".
Pero incluso aunque Grecia consiga aprobar el plan, varios Estados miembro de la zona euro tienen que someter también la propuesta para el rescate a sus parlamentos nacionales en los próximos días. En Alemania se votará incluso dos veces, la primera de ellas el viernes. Merkel tiene una amplia mayoría, con 504 de 631 escaños, pero la mayor oposición podría provenir de su propio partido. Austria, Francia, Finlandia, Eslovaquia, Estonia, y Letonia necesitan también el visto bueno de sus cámaras. Eslovaquia no tiene la obligación de votar sobre el rescate, pero el Gobierno ha decido que se pronuncie la comisión de Asuntos Europeos de su Parlamento.
El ministro de Finanzas griego, Euclid Tsakalotos, en la sesión en el Parlamento de Atenas el 10 de julio.
Por primera vez, un borrador debatido por los líderes de la zona euro contenía, negro sobre blanco, una referencia a la reversibilidad del euro. "En el caso de que no se llegue a un acuerdo, se le ofrecerán a Grecia negociaciones rápidas para una salida de la zona del euro, con una posible reestructuración de la deuda", decía el párrafo, incluido por los ministros pero que finalmente no fue aceptado por los líderes.
El euro, la moneda oficial para 19 de los veintiocho Estados miembros de la Unión Europea (UE), se planteó como algo irreversible, y como tal quedó plasmado en el Tratado de la Unión Europea (TUE) y en el de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE). En el caso de que el divorcio entre Atenas y los otros 18 socios del euro se hubiese producido por fuerza, se habría abierto en toda la Unión una crisis de dimensiones e impacto desconocidos.
Desde un punto de vista legal, fuentes comunitarias han dicho a Efe que "hay argumentos a favor y en contra sobre si el Grexit es posible", y han explicado que "no hay disposiciones específicas en los tratados que digan que el acceso a la zona euro es reversible". En la práctica, si un miembro insolvente de la Eurozona se queda sin la cobertura del BCE, como le está pasando a Grecia, se puede ver obligado, para salvar su sistema financiero, a introducir la moneda nacional, ya sea de forma temporal o definitiva.
Una de las voces más autorizadas de la UE en materia monetaria y fiscal, el exeurodiputado inglés Andrew Duff, subrayó recientemente en un artículo publicado por la web especializada EurActiv.com la extrema dificultad del proceso, pero no su imposibilidad.
Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, en una rueda de prensa.
Aunque los jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro han acordado empezar a negociar el rescate a Grecia, son tantas las incógnitas que el Banco Central Europeo (BCE) no ha vuelto a ofrecer inyecciones de liquidez a la banca griega. Por lo tanto el corralito, que ya cumple dos semanas, se mantiene. "Los bancos dispondrán de liquidez suficiente hasta el próximo miércoles", día en que el BCE volverá a deliberar sobre los créditos de emergencia a la banca griega, confirmaron a Efe fuentes de la unión bancaria helena.
Por el momento, se mantendrá por tanto en 60 euros el límite de retirada de efectivo en cajeros, así como la prohibición de efectuar transacciones al extranjero, con excepción de pagos comerciales aprobados por una comisión especial. Se mantiene, en cambio, sin límite las transacciones electrónicas nacionales, así como las retiradas de efectivo en cajeros con tarjetas de bancos en el extranjero.
Según las citadas fuentes bancarias, la decisión del BCE de no ofrecer financiación adicional se debió básicamente a que en los bancos griegos hubo entradas de liquidez en los últimos días. Esto se debe, según las citadas fuentes, a que el Estado inyectó en el sistema bancario 200 millones de euros del pago de salarios. Este dinero pudo ser desembolsado porque el Estado, a su vez, tuvo ingresos inesperados procedentes del pago de impuestos de muchos empresarios que, por temor a sufrir quitas en sus depósitos, optaron por saldar deudas con el fisco.
El BCE tiene previsto celebrar su próxima conferencia telefónica el miércoles, día para el que está prevista la votación en el Parlamento heleno del primer paquete de medidas acordadas esta madrugada entre Grecia y los socios de la eurozona.
Atenienses hacen cola para retirar dinero de un cajero automático en una sucursal del Banco Nacional de Grecia, en Atenas, el lunes 6 de julio.