La vida en Exarchia, el barrio anarquista de Atenas
ATENAS. Como cada mañana, Lambros, el ateniense sintecho que una vez a la semana lleva la ropa a la lavandería cercana al albergue donde vive, se ha encontrado hoy con menos atenienses utilizando las lavadoras. "Los griegos están gastando menos" cuenta. Sigue la tranquilidad en las calles y el centro de la capital continúa repleto de turistas. Pero... "la lavandería en la que siempre lavo mi ropa hoy estaba vacía y eso no lo he visto en diez años que llevo yendo".
Es el segundo día de corralito en el país y este martes a las 24h será la hora cero para ir a la bancarrota. Mientras Bruselas y Atenas siguen lanzandose mensajes, algunos helenos están preocupados, pero no excesivamente. Aún. En la farmacia de la Plaza de Syntagma ya piden muy educadamente que si es posible se pague en efectivo, aunque no es estrictamente necesario: "Lo preferimos, por si acaso. No sabemos lo que va a pasar. Pero, si no, no pasa nada, aceptamos la tarjeta", pide la sonriente dependienta.
A la espera de la manifestación a favor del 'sí' de este martes por la noche, El Huffington Post visita una de las zonas con más activismo de la ciudad: Exarchia, el barrio anarquista por excelencia.
"NO QUEREMOS SABER NADA"
Podría ser una mezcla entre el madrileño distrito de Lavapiés y las terrazas de Malasaña. Está a apenas media hora andando desde el centro de la ciudad, detrás de la Academia de Atenas, de la universidad y de la biblioteca nacional. En él reside una gran parte de los estudiantes de la capital. Según se avanza por sus estrechas calles, se intercalan las papelerías y las librerias con cafeterías coloridas y llenas de enredaderas. En las terrazas, varios jóvenes toman cerveza y charlan unos con otros.
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Cerca de uno de esos bares, tres chicos colocan carteles en griego con la A circulada de anarquía. Al preguntarles si pueden explicar qué pone y para qué son, responden que no, que no quieren hablar con la prensa. Cuando se les insiste, la única chica que hay responde, seria pero educadamente: "No queremos saber nada - poniendo énfasis en esta última palabra- de periodicos internacionales, gracias". Acto seguido se da la vuelta y sigue pegando carteles. Más adelante un chaval me explica que hay una contra manifestación anarquista esta tarde.
Según te adentras al barrio, las paredes se tiñen de pintadas reivindicativas y se empiezan a ver muchas pancartas colgadas de las casas. En el corazón del mismo se encuentra la Plaza Exarchia, que recuerda en cierto modo a la Plaza Sombrerete de Madrid: algunos extranjeros conversando con sus amigos, chicos con pantalones militares y botas Dr Martens cuidando de dos perros callejeros y chocando las manos unos con otros, estudiantes cargados con las mochilas liandose algún que otro porro...
"QUIEREN MATARNOS"
En una de las terrazas que rodea la plaza, dos señores que rondan los 60 años toman un café tranquilos. Uno de ellos llama la atención por su parecido al compositor griego Mikis Theodorakis: melena larga, rizada y canosa un poco despeinado, y con una expresión que da a entender que pocas veces deja de sonreir. Lo único que podría diferenciarle es que este lleva una larga barba blanca. Su compañero habla inglés y cuenta a este diario que están muy contentos de poder votar el domingo. "Llevábamos sin vernos 45 años y hemos quedado a tomar un café para poder hablar de estas cosas", explica. "Yo voy a votar 'no'", asevera rotundamente. "No me gusta Merkel, no me gustan los líderes europeos", explica. Como otros muchos griegos, solo tiene miedo de que gane el 'sí' en el referendum: "Quieren matarnos", dice con tristeza. "Llevan años haciéndonos pobres", concluye.
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Al lado de un kiosko lleno de graffittis, Kristos, de 18 años, come unos tallarines que acaba de comprar en un restaurante chino. Su percepción es que va a ganar el 'no' el proximo domingo, sin lugar a dudas. A pesar de ello, dice que no cree "que pase nada extraordinario" y que "que salga el no, no tiene por qué significar la salida de la eurozona, no va a ser tan fácil". Cuando se le pide un mensaje para los jóvenes españoles se lo piensa un par de minutos y responde: "Creo que si el domingo ganamos la batalla y sale el 'no', vamos a activar algo imparable, sobretodo en los países del sur de Europa. Y eso va a dar mucha esperanza a todos los jóvenes como yo. No importa que sean griegos, españoles o italianos".
De vuelta en la plaza de Syntagma, un camarero de 25 años de una cafetería bastante conocida afirma que no ha notado cambios en su establecimiento, pero que sus clientes suelen ser turistas, por lo que no puede estar seguro de que se empiecen a notar las consecuencias del corralito entre los griegos. "¿Miedo?", pregunta. "No tenemos miedo. Después de cinco años de austeridad tampoco tenemos esperanza. Y las personas sin esperanza pueden ser peligrosas", afirma. ¿Qué pasará a partir de las doce de esta noche?. Nadie lo sabe aún.