Robos de patrimonio en España: ¿Quién está detrás de ellos? ¿Cómo funciona el mercado negro?
“¡Pero qué ha pasado aquí!”. Fue la expresión que se le escapó a Paco del Camino cuando hace unas semanas se acercó a la iglesia de San Juan Bautista de Ligos, un templo románico de esa pequeña localidad soriana. Su sorpresa no se debía a lo que estaba viendo, sino a lo que no veía: alguien había robado dos capiteles del siglo XIII de la portada del edificio. Otros dos seguían allí, aunque tenían marcas. Los habían intentado arrancar con una palanca.
Paco asegura que cuando él llegó los vecinos del pueblo ya habían metido dentro de la iglesia las columnas en las descansaban los capiteles y que no interesaron a los cacos. Las habían arrancado de la fachada, pero las dejaron tiradas por el suelo. ¿La razón? No eran las originales, sino unas réplicas con unas pocas décadas de antigüedad, así que no tenían demasiado valor económico.
El de Ligos, un pueblo en el que sólo viven dos familias, no es el primer robo de patrimonio en la zona. En diciembre, en la cercana localidad de Arganza también se llevaron un capitel y una columna románicos. Antes, a finales de 2012, los ladrones arrancaron cuatro columnas con sus capiteles en Osonilla, dejando el pórtico casi derrumbado. En el caso de Ligos, la Junta de Castilla y León ha adelantado que sustituirán las piezas sustraídas por réplicas.
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La iglesia de San Juan Bautista de Ligos, después del robo.
La iglesia de San Juan Bautista de Ligos, antes del robo.
La Guardia Civil sospecha que los tres robos son obra de la misma persona porque se han producido en la misma zona y se han llevado objetos similares. “Podrían ser robos por encargo destinados a coleccionistas o a incorporarlos en alguna obra como elemento de decoración”, explica el brigada José Manuel Silva, responsable de la Oficina Periférica de Comunicación de Soria.
Reconoce que en la zona no se habían visto robos así hasta hace dos años y señala que lo importante no es el número de ellos que se producen. “Cada obra de arte que se llevan es única. Entonces, con una ya nos parece mucho porque no es como un coche, que mañana se produce otro que es exactamente igual. La pieza que se llevan tiene un valor intrínseco y es difícil hablar de si se llevan muchas o pocas porque con una ya nos parece una barbaridad”, subraya.
Aunque la Guardia Civil trabaja en resolver el caso, Silva admite que será difícil ‘cazar’ a los autores. “Las ermitas están muy aisladas, muchas están prácticamente en semiabandono y es complicado, porque no suele haber vecinos”, lamenta.
Carlos Morenés, vicepresidente de la asociación Hispania Nostra en defensa del patrimonio, explica que las mayores víctimas de los explicos en España son los yacimientos arqueológicos y constata la gran dificultad de impedir estos robos. “La vigilancia es imposible. No se puede poner una persona en cada iglesia o en cada yacimiento”, asegura. Por eso, insiste en que la mejor medida es concienciar a la sociedad de que “nos están robando a todos”.
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La iglesia de San Juan Bautista de Ligos, después del robo.
“El señor que pasa por un yacimiento y ve a unos señores haciendo cosas raras tiene que coger el teléfono y llamar a la Guardia Civil. Pueden ser unos arqueólogos que están trabajando. En ese caso, no se pierde nada, sólo el paseo de la Guardia Civil. Pero si es un expolio de verdad, el que llama a la Guardia Civil hace un servicio a la sociedad enorme”, destaca.
Morenés alerta de que este tipo de robos, especialmente en los yacimientos, tienen efectos secundarios porque destrozan el lugar y se sacan piezas, por lo que los arqueólogos no pueden contextualizar los hallazgos y su estudio se dificulta enormemente. Con todo, celebra que la situación va mejorando respecto a hace unos años: “Antes pasaban los vecinos por allí y decían: ‘Bua, se han llevado otro capitel’. Y nada más. Poco a poco estamos consiguiendo que ahora llamen a la guardia civil y lo denuncien”.
¿QUIÉN LO ROBA?
¿Pero quién roba patrimonio y qué salida tienen esos objetos? Antonio Tenorio, jefe de la brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional, afirma que suelen ser especialistas en robos, pero no especialistas en robos de arte. Insiste en que los robos por encargo, en los que un experto contrata a un ladrón para que se lleve una pieza, existen pero no son “ni mucho menos” la tónica general.
“En las últimas actuaciones de relevancia que hemos hecho, siempre hemos dado con butroneros, pero no especializados en arte. De hecho, una vez obtenido el botín les cuesta mucho situarlo en el mercado porque desconocen los cauces de comercialización”, apunta. Al margen de eso, insiste en que es prácticamente imposible colocar en el mercado obras de relevancia porque, de inmediato, se difunden imágenes a los 190 países que integran la Interpol. Por eso, un gran número de robos se centran en objetos de plata de las iglesias cuyo destino es la fundición.
Tenorio señala que el problema es que hay un mercado de arte paralelo al legal en el que los galeristas, los anticuarios… “se tapan los ojos”. “Se conforman con que con respecto a la procedencia del objeto se diga que eso lo tenía el abuelo, que siempre estuvo en su casa… No se acompañan las ventas con la documentación adecuada que deberían exigirse”, explica.
"SE SUELEN CONFORMAR CON POCAS EXPLICACIONES"
Eso, afirma, también pasa en las grandes casas de subastas. Pone como ejemplo a Christie's, en Londres, que recibió una basa califal del yacimiento de Medina Azahara, de Córdoba, prácticamente sin documentación. “Se suelen conformar con pocas explicaciones porque detrás de esto hay un negocio lucrativo y el mercado de arqueología es ciertamente tentador porque está situado en unos precios al alza. Y ahí entramos nosotros, aunque el mercado es imparable, hay facturas falsas que tapan el comercio ilícito...”, lamenta.
Estos objetos, de hecho, pueden alcanzar valores muy elevados en el mercado. Por ejemplo, el jefe de la brigada afirma que hace no mucho se intervinieron unas esculturas de bronce del alto imperio romano prácticamente únicas en el mundo de 1,40 o 1,50 de altura de 30 kilos. Unos hermanos intentaron venderlas por tres millones de euros, aunque luego fueron tasadas como mínimo en cinco o seis millones cada una. "Una similar se vendió hace bastante años en una sala de prestigio y alcanzó la friolera de 28,2 millones de euros".
Tenorio admite también que la recuperación de las piezas es complicada y que, cuando lo logran, los objetos suelen ir a parar a museos públicos. Pero subraya que “cuantitavimante y cualitativamente, la situación en España no es excesivamente preocupante” y muy lejos de los años 70, cuando el famoso ladrón ‘Erik el Belga’ robó decenas de obras de arte de iglesias y monasterios.
“Hay hechos puntuales que cuando se producen suscitan la sensibilidad de un pueblo entero porque se le agrede. Pero nos movemos en parámetros asumibles: 50, 60, 70 robos al año”. Asumibles, quizá, pero culturalmente dolorosos.