Obradovic se los llevó al huerto
Tras las dolorosas derrotas de 2013 y 2014 ante Olympiacos y Maccabi, respectivamente, el Real Madrid de baloncesto afronta este fin de semana su tercera intentona para hacerse con la corona europea dos décadas después. Tendrá que desplegar su mejor básquet, aprovechar su condición de local y recuperar el espíritu de los últimos que situaron al club en lo más alto.
Aquella Semana Santa de 1995, un grupo de jugadores comandados por una estrella lituana tenía una cita con la historia en Zaragoza. El Real Madrid no podía dejar pasar la oportunidad de levantar la Copa de Europa antes de que Arvydas Sabonis cruzara el charco rumbo a la mejor liga del mundo. Uno de los integrantes de aquel equipo de leyenda, Pep Cargol (Gerona, 1968), nos cuenta los secretos que les llevaron al éxito. A sus 47 años, combina su profesión como fisioterapeuta con su pasión en el CAI Zaragoza, donde trabaja como segundo entrenador. Cargol jugó en el Real Madrid entre 1987 y 1995, coincidiendo con los jugadores más emblemáticos de la historia del club y conquistando ocho títulos.
20 años ya, Pep. ¿Qué recuerdas de aquella final de 1995?
Pues recuerdo que llegábamos muy concienciados, muy preparados, con la experiencia acumulada suficiente para saber lo que nos íbamos a encontrar. Sabíamos perfectamente lo que teníamos delante y cómo lo queríamos hacer. Llegamos a Zaragoza con una preparación psicológica y una mentalización increíbles. Ten en cuenta que para nosotros era la última oportunidad. Los jugadores de la plantilla actual del Madrid tienen más recorrido, pero para nosotros era solo esa ocasión. Éramos un equipo muy maduro y muy tranquilo, pero lleno de ambición.
No sería fácil entonces controlar la ansiedad en aquella concentración. ¿Cómo os preparásteis?
La verdad es que la noche anterior fue muy tranquila. Jugábamos tarde y teníamos todo el día siguiente por delante. Es por la mañana cuando cambia la cosa. Ahí sí que lo notas. La rutina es levantarse, desayunar e ir al pabellón a hacer un poco de tiro. Pero ese día fue distinto. Después de desayunar, Zeljko Obradovic (el entrenador) nos dice que tenemos que estar a las 11:00 horas vestidos de calle en el hall del hotel. No sabíamos qué pasaba. Cuando bajamos, nos subió a un autobús sin decirnos nada más y nos llevó a Zuera, un pueblo que hay en las afueras. Allí no había nada, solo un mesón llamado Las Galias y unos huertos que lo rodeaban. Nos dijo que como hacía buen tiempo nos fuésemos a dar un paseo. Ahí es cuando, sin darnos cuenta y entre bromas, nos relajamos y terminamos de preparar el partido. Zeljko quiso aislarnos de todo y allí estábamos solo nosotros, concentrados. A nivel mental fue importantísimo. Luego ya comimos y regresamos al hotel.
Imagen actual del restaurante de Zuera (Google Maps)
¿Dónde estuvo la clave de aquel partido ante Olympiacos?
Conocíamos las jugadas de Limoges (rival en semifinales) y de Olympiacos casi tanto como las nuestras. A partir de ahí nosotros éramos un equipo que jugaba alrededor de Sabonis. Era nuestro referente total, y luego teníamos también a Arlauckas como anotador. El resto éramos un montón de currantes, gente que lo que hacíamos era bregar, bregar y bregar. Además aquel día estaban lesionados Antonio Martín, que jugó infiltrado, y Chechu Biriukov. Fue un partido con un ritmo muy lento en el que tuvimos ventajas desde el principio. Creo que la clave estuvo en ir administrando muy bien ese marcador a favor.
¿En qué momento del encuentro te paras y dices, esta copa es mía?
¿Yo? Al final, justo después de meter la última canasta. Tuve la suerte de hacerla yo. Íbamos ganando de diez y recuerdo que fue un mate. No sé si quedaban dos o tres segundos. Es en ese momento cuando caigo, me giro y le digo a José Lasa que somos campeones de Europa. Pero hasta ahí no te relajas. En baloncesto sabes que pasan mil cosas.
Cargol machaca la última canasta de la final (CAI Zaragoza)
Háblame un poco de ese vestuario...
Éramos un grupo muy disciplinado y muy generoso en el esfuerzo. Veníamos de muchos años juntos. Había venido Obradovic ese año y creíamos que él sabía cómo ganar la Copa de Europa. Sabíamos también que Sabonis se iba a la NBA, así que era ahora o nunca. Todos cedíamos en favor del grupo. Zeljko mandaba y eso tenía mérito en un equipo con jugadores de tantísima personalidad.
¿Era Arlauckas tan vago como dice?
A ver, a Arlauckas le gusta mucho exagerar. El Arlauckas que yo conocí no era así. Era un jugador que venía al Real Madrid, donde eso no pasa. Era su primer año. Es cierto que le costaba un poco defender porque tenía una tendencia muy ofensiva, pero no tanto como él dice.
¿Cuál era tu rol en ese equipo?
Yo era un currante, un sudado. Podía aportar más cosas porque era versátil, pero en ese momento mi papel era ese y no pasa nada. Íbamos a muerte de una manera exagerada con Obradovic porque creíamos en él. Ese año, si nos llega a decir que nos tiremos de cabeza desde lo alto del pabellón, nos tiramos.
¿Es Sabonis el mejor con el que has jugado?
Sinceramente, no lo sé. Es que yo he tenido la gran suerte de compartir vestuario con grandísimos jugadores. Sabonis fue un jugador enorme, pero Fernando Martín fue un referente para el baloncesto español. También coincidí con Drazen Petrovic, que era dominante en la posición de '2'. Y jugué también con otros como Corbalán, que tenía una personalidad increíble. Es muy difícil decir quién era mejor.
¿Cómo ves esta Final Four?
Está muy igualada. Todos los equipos llegan en un buen momento. Creo que la final será entre Real Madrid y CSKA, pero la experiencia de los últimos años te dice que no suelen pasar los dos favoritos. Y no olvidemos que al frente del Fenerbahce está Obradovic. Mi deseo es que la gane el Madrid, pero al final dependerá de quien controle mejor la presión y compita con más frialdad.
Jugar en Madrid, ¿es bueno o la presión es peor?
Tú gíralo y piensa si sería mejor jugar en Moscú. Claramente no. Sin duda es positivo jugar en Madrid. El Palacio de los Deportes va a ser un motor, estoy seguro.
Qué tiene que aprender o cambiar Laso respecto al año pasado
Ellos están perfectamente preparados. En las dos últimas finales el Madrid ha llevado la final controlada y ha acabado perdiendo. Pero esta temporada se ha quitado la presión de llegar con rachas de victorias y todo eso. Le va a venir bien. Es un equipo con experiencia y talento para competir.
Un MVP
Sergio Rodríguez.