Día de Europa: La UE pone la seguridad por encima de las vidas en el Mediterráneo
Hoy es el Día de Europa, pero la Unión tiene importantes asignaturas pendientes que le impiden celebrarlo por todo lo alto: los altibajos económicos de sus miembros -con Grecia a la cabeza-, el yihadismo en expansión, el Fondo Europeo para inversiones Estratégicas, las reglas del comercio con EEUU, la apuesta por la tecnología, la verdadera integración de los ciudadanos de cada país...
Sobre todos ellos, planea la sombra de las muertes de refugiados e inmigrantes en el Mar Mediterráneo, multiplicadas por 50 en lo que va de año, el último punto en el orden del día de Bruselas, sin subrayar en rojo, durmiente hasta que haya otra tragedia como la que el pasado abril dejó al menos 900 ahogados a las puertas de Italia y Malta. Ahí se juega Europa el alma, su naturaleza integradora o de cerrojazo, su receptividad ante el dolor ajeno o su ceguera.
¿Qué se ha hecho hasta ahora? ¿Es suficiente? ¿Hay en su actuación una "negligencia constante", como denuncia Amnistía Internacional?
Para analizar la situación, lo primero es examinar la radiografía. Desde principios de 2015, las muertes en el Mediterráneo se han multiplicado por 53, según datos del ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. Lo denunció a finales de abril, cuando los muertos rozaban los mil. Hoy la diferencia es mayor, tras los últimos naufragios, algunos con hasta 40 víctimas mortales. De enero a abril de 2014 hubo 17 ahogados en la zona. Uno de cada 14 inmigrantes que ha intentado llegar a Europa este año ha perdido la vida.
La Organización Mundial de Migraciones confirma que la frontera sur de Europa es la mayor fosa común para quien busca un futuro mejor o escapa del horror de la guerra o de la persecución política, religiosa o sexual. Hay seis veces más muertos que en la Bahía de Bengala, ocho más que en la frontera México-Estados Unidos, casi nueve más que en el Cuerno de África, las otras grandes vías de la inmigración no regular.
Aunque hay inmigrantes económicos en los grupos, la inmensa mayoría de los hombres, mujeres y niños que se hacen a la mar son refugiados de Siria, Eritrea, Somalia, Mali, Nigeria e Irak, indica esta misma organización.
En este gráfico de Amnistía Internacional se aprecia la evolución de muertes del pasado año al actual:
En materia de gestión de migraciones, los tiempos pasados fueron mejores. Tras la tragedia de Lampedusa, que en octubre de 2013 dejó más de 360 muertos y puso en primera plana el goteo lento de muertes en el mar, Italia creó un dispositivo para vigilar el tránsito de macro-pateras y rescatar a sus ocupantes. Se llamó Operación Mare Nostrum. Con un gasto de 10 millones de euros al mes, los resultados fueron notables: 140.000 personas rescatadas por un operativo de cinco naves, 10 vehículos aéreos y un millar de militares en rotación. 728 fueron los traficantes arrestados, además.
Sin embargo, Italia se sintió sola ante la llegada de inmigrantes, la mayoría procedentes de puertos de Libia, con las costas italianas como meta más cercana. Roma pidió ayuda a la UE. Entonces se anuló Mare Nostrum y fue reemplazada por la Operación Tritón. Sus efectos y su filosofía desaparecieron con las nuevas directrices de Bruselas.
Tritón tiene dos grandes diferencias respecto a su predecesor, explica al Huffington PostSka Keller, europarlamentaria del Grupo Verde europeo y una de las políticas más peleonas en la materia. "Por un lado está el recorre en la inversión y, por otro, que los países diluyen su responsabilidad a la hora de abordar los problemas en origen que causan el éxodo", indica. El presupuesto del actual plan es de 2,9 millones de euros al mes, dos tercios menor que el que tenía Italia en solitario. Su objetivo está lejos del auxilio: busca "la vigilancia de las fronteras" porque entiende que la inmigración e incluso el movimiento de refugiados "es una amenaza" y no "una emergencia humanitaria".
Keller añade que, mientras el programa italiano permitía ayudar a los náufragos en aguas internacionales, el actual plan se limita a intervenir en 30 millas de la costa de Italia o Malta. La ex comisaria de Interior, Cecilia Malsmtrön, había prometido que con Tritón se patrullaría "por todo el Mediterráneo". "Sus objetivos son muy limitados, claramente, se busca sólo una actuación policial, un freno, y además sus medios son de vigilancia y no de rescate", abunda la europarlamentaria. Efectivamente, los helicópteros han pasado de cuatro a uno y, por ejemplo, no hay buque anfibio para trasladar a tierra a los refugiados. El rescate de personas no es la prioridad.
Las preocupaciones de seguridad han prevalecido sobre las humanitarias porque la inmigración sigue siendo polémica en la política doméstica de los socios europeos. La ultra derecha enarbola la bandera de los nuestros primero y, por razones electorales, no se impulsan políticas sensibles de acogimiento. Como recuerda Izquierda Unida, 20 de los 28 gobiernos actuales en Europa son coaliciones y nadie quiere poner en riesgo una alianza por ayudar a quien llega desde el sur.
Soldados de Malta portan el cuerpo de uno de los refugiados muertos en el naufragio del pasado 23 de abril, en el que murieron al menos 900 personas.
Europa se mueve a golpe de naufragio, pese a que estamos ante la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Ante la vergüenza de las últimas tragedias, se produjeron varias reuniones de urgencia que acabaron con "conclusiones endebles e insuficientes", en palabras de Judith Sunderland, investigadora de la ONG Human Right Watch. "Vemos una gran falta de voluntad política, con actuaciones orientadas a impedir la llegada de personas, pero no a resolver el problema. Sólo se ponen parches", se lamenta.
Bruselas ha acordado subir a nueve los millones mensuales para las operaciones en el Mediterráneo, además de la ampliación -aún no definida- del despliegue de barcos, helicópteros y personal experto. Se habla de más "cooperación" entre los organismos del sector, como Europol, Frontex, EASO y Eurojust que, pese a que parece lo lógico, no estaban manteniendo las reuniones periódicas "convenientes", reconoció Federica Mogherini, la jefa de la diplomacia comunitaria.
Se debatió la posibilidad de ampliar las devoluciones en caliente y acoger y redistribuir a un número concreto de refugiados, pero no hubo consenso final sobre la cifra. Como indicó en su twitter la corresponsal de la Cadena Ser en Bruselas, Griselda Pastor, los números que se barajaban eran tan bajos que les sonrojaba hacerlos públicos:
Ante esta cifra ridícula de 5.000 asilados, hay que recordar que hoy en el mundo hay 50 millones de desplazados.
La aportación más innovadora puesta sobre la mesa es la eliminación de las barcas con las que las mafias de la inmigración tratan de llevar a los inmigrantes y refugiados a Europa. Sin medio de transporte, no habrá travesía, piensan. Sin embargo, la medida necesitaría el visto bueno y la cooperación del desarbolado Gobierno de Libia, por ser una actuación en zona soberana, y una legitimación internacional que hoy no tiene.
Las nuevas medidas de la UE no satisfacen a las principales asociaciones de inmigrantes, refugiados y derechos humanos. Sunderland dice que no se va a la "raíz" del problema si sólo se ponen fronteras o se destruyen los barcos. Los que escapan seguirán tratando de conquistar un futuro digno. La solución que proponen estas organizaciones pasan por el refuerzo en la cooperación internacional en los países de origen, recomponiendo estados fallidos o reconstruyendo zonas afectadas por la guerra; trabajar a fondo "y no sólo en emergencias" para reconducir la situación en los países inestables y trabajar en "efectos a largo plazo". "Limitarnos a la repatriación es repetir un bucle de errores", añade.
No hay hoy, denuncia Amnistía Internacional, un plan de resolución de conflictos y post conflictos que recomponga la situación de los países de origen y reduzca las razones para escapar. Hoy es previsible que sigan huyendo, si su vida sigue en riesgo. En los países miembros, ni hay directrices que protejan temporalmente a los refugiados -amparados por la legislación internacional- ni hay acuerdo por los repartos de familias. Salvo Alemania y Suecia, por ejemplo, casi nadie ha abierto la puerta a los cuatro millones de sirios desplazados por la guerra en su país. Sólo 37.000 han sido reasentados en el mundo.
Muchos países de la UE, España entre ellos, se niegan a ampliar la Operación Tritón para que, de nuevo, contemple la asistencia en alta mar a los refugiados. Sostienen que eso puede provocar un efecto llamada, que las mafias incrementen los viajes porque saben que los europeos ayudarán a los tripulantes. La UNODC, el organismo de Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen Organizado, señala que los señores de la guerra y los traficantes de seres humanos generan 34 billones de dólares al año en beneficios, el crimen más lucrativo por detrás sólo del tráfico de armas.
En su web, la directora del Instituto Europeo de Política Migratoria, Elizabeth Collett, afirma que no se sabe a ciencia cierta si existe este efecto llamada, "quizá es verdad, pero lo que está claro es que no se ha reducido el número de inmigrantes por el sistema de vigilancia actual". Y el problema crecerá, con situaciones límite como la de Siria, en países hiperpoblados donde la demografía empuja y lleva a los jóvenes a soñar con otro mundo.
Haizam Amirah Fernández, analista del Real Instituto Elcano, escribe que dos terceras partes de los 350 millones de árabes hoy tienen menos de 30 años. Si no se crean 100.000 empleos en una década, la necesidad los hará escapar. Eso, sin contar la guerra o el sectarismo al alza en esta zona. A su juicio, el problema al que se enfrenta la UE en el Mediterráneo sur es el de la "ausencia de buen gobierno". Si no se resuelve, de nada valdrán las patrulleras y los euros.
"No tenemos ya coartada. Es demasiado", repite Mogherini desde hace semanas. Frente al voluntarismo, por ahora, el trabajo sin hacer, la muerte, el horror en casa que lleva a morir en el mar. Para los ahogados en el Mediterráneo, hoy debería haber sido un feliz Día de Europa, pero Europa no ha hecho lo suficiente, aún, para que así sea.