Smartphones para detectar terremotos y coordinar catástrofes
Desde que tienes smartphone, llevas un GPS en el bolsillo, y por eso hay toda una serie de aplicaciones que pueden cobrar una especial relevancia y permitirnos hacer cosas que quizá antes ni nos planteábamos la mayoría de las personas (en especial con apps de viajes, movilidad urbana o conexión con otras personas en base a su ubicación). Pero su uso puede ir más allá: junto al acelerómetro, el GPS convierte al teléfono en un pequeño sensor que podría detectar terremotos con antelación. No si lo usas tú solo, pero sí si lo usan miles de personas a la vez.
Nos explicamos: un estudio publicado en la revista Science Advances detalla el experimento de un grupo de investigadores en busca de una solución barata a este problema.
Los actuales sistemas de alerta basados en sismógrafos (fundamentales para responder a las catástrofes) son caros de mantener. En países sin recursos para ellos… ¿podrían ser los teléfonos la respuesta? Para entender cómo se comportarían, el equipo de investigación estudió datos recogidos en 2011 en Japón por 462 sensores GPS situados en la región de Tohoku, donde se produjo el terremoto que provocó la crisis de Fukushima.
Como esos sensores aún eran algo más sofisticados que los que llevan los móviles, la investigación eliminó datos hasta dejar un resultado similar al que hubieran dado 462 teléfonos. La conclusión fue que, aunque el material quedaba más ilegible, seguía siendo posible detectar el temblor sólo 77 segundos después de los primeros movimientos. Luego infirieron qué hubiera pasado si, en lugar de 462, hubiera habido 4700 (el caso elegido esta vez fue simular un terremoto que hubo cerca de San Francisco en 1989) y concluyeron que el terremoto podría haber sido detectado sólo 5 segundos después del primer temblor.
Los sensores GPS de los teléfonos no tienen la calidad de los sistemas profesionales pero, en la era del crowdsourcing, los científicos apostaron por sustituir la calidad por la cantidad. Sus pruebas – que de llegar a la vida real tendrían que enfrentarse aún a un par de problemas: duración de la batería y necesidad de incentivar a la gente para que colabore – cobran sentido.
Crowdsourcing + GPS, combinación ganadora
Aunque el estudio es, por ahora, tan sólo un estudio, no es la primera vez que a alguien se le ocurre combinar ambas fuerzas y aplicarlas a la detección y coordinación de catástrofes.
En España contamos con dos buenos ejemplos. Nacida en 2012, Alpify es una app que hoy ya está conectada con los servicios de emergencia 112 de toda España y que en 2014 facilitó el rescate de más de 4.500 personas, según datos de la compañía: de montañeros (en Gipuzkoa) a menores perdidos (en Bilbao). Su servicio se conecta con el número de teléfono y localiza al usuario que lo activa. Si la persona que lo usa tiene algún problema, solo tiene que pulsar el botón de emergencia. Además, un buscador monitoriza el recorrido durante las últimas 24 horas y así, si alguien se ha perdido, se puede ganar tiempo en su búsqueda.
Otro buen ejemplo, financiado gracias al crowdsourcing, es SGE 2.0, surgida a partir del terremoto de Lorca de 2011. Es una herramienta de código abierto que se puso en marcha tras el desastre que asoló la ciudad en mayo de aquel año y se convirtió en caso de estudio. Visto que los vecinos se coordinaban sí o sí para ayudar en la reconstrucción de la ciudad pero que se organizaban con libretas o post-its, los impulsores del proyecto (de la empresa made2dream) crearon una herramienta que permitiera que toda esa información (mucha, geográfica, con lo que el GPS del teléfono era clave) se registrara en una base de datos.
La propia GSMA es consciente del poder de los smartphones en estas situaciones. Por ello, tiene un programa de respuesta a desastres: los pasados 15 y 16 de abril se estudió el caso de Nepal. Y es que, como allí indicaron, “los teléfonos juegan un rol crítico antes, durante y después de ellos: detectándolo, facilitando el acceso a los servicios de emergencia y como herramienta de información”.