La comida es importante. MUY importante. Es tan fundamental que montones de libros recrean manjares y platos evocadores en sus páginas: el queso del lázaro y el ciego de El Lazarillo de Tormes, la sopa de pollo de Orgullo y Prejuicio, la sopa de tomate y la cerveza de mantequilla de los libros de la infancia de Los Cinco y Los Siete, la empanada de paloma (y las delicias variadas) de Canción de fuego y hielo, la manzana de Blancanieves, el arroz con tajadas de plátano fritas de Cien años de soledad... y, cómo no, la comida de El Quijote, la obra maestra de la literatura. Solo hay que recordar cómo empieza:
Y es que Cervantes, con sus vívidas descripciones, no podía obviar los alimentos como parte fundamental de la vida de sus personajes. Por eso el Centro Virtual Cervantes, que forma parte del Instituto Cervantes, ha decidido realizar un recetario en el que se recogen algunos de los platos más citados en El Quijote, aunque también se pueden leer recetas del Rufián Dichoso, El Estebanillo, El licenciado Vidriera o La pícara Justina, y también de obras de Quevedo o Rojas.
Esta es una selección de algunos de los manjares (por así llamarlos, porque... ¿fritada de ratas? ¿gato asado?) más curiosos que se comen en El Quijote (las albóndigas y las lentejas eran mucho más aburridas). Las ilustraciones son obra de Jaime Nieto y los textos de María Inés Chamorro, y todo ha sido cedido por el Centro Virtual Cervantes (Instituto Cervantes). Si alguien quiere arriesgarse con unos platos de la cocina de los siglos XVI y XVII en la próxima comida familiar, este es su sitio.
Vuestra merced sí que es escudero fiel y legal, moliente y corriente, magnífico y grande, como lo muestra este banquete, que si no ha venido aquí por arte de encantamento, parécelo a lo menos, y no como yo, mezquino y malaventurado, que solo...
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ASÍ SE CITA EN 'EL QUIJOTE':
—Ese nombre es de moro —respondió don Quijote.
—Así será —respondió Sancho—, porque por la mayor parte he oído decir que los moros son amigos de berenjenas.
—Tú debes, Sancho —dijo don Quijote...
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Paréceme que de lo que hemos hablado se nos pegan al paladar las lenguas, pero yo traigo un despegador pendiente del arzón de mi caballo que es tal como bueno. Y, levantándose, volvió desde allí a un poco con una gran bota de vino y una emp...
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Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda
(Quijote, Rico, 36)
Y como emped...
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—Sancho amigo —respondió don Quijote—, a las veces tan buena suele ser una gata como una rata.
—Ya entiendo —dijo Sancho—: yo apostaré que había de decir rata, y no gata; pero no importa nada, pues vuesa merced me ha entendido.
...
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Todo lo miraba Sancho Panza, y todo lo contemplaba y de todo se aficionaba. Primero le cautivaron y rindieron el deseo las ollas, de quien él tomara de bonísima gana un mediano puchero; luego le aficionaron la voluntad los zaques, y últimame...
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—¿Qué será esto, Sancho, que parece que se me ablandan los cascos o se me derriten los sesos, o que sudo de los pies a la cabeza? Y si es que sudo, en verdad que no es de miedo: sin duda creo que es terrible la aventura que agora quiere s...
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hablando con respeto, con un pastelero campo. «Un mes ha que estoy con él, y hanme dicho no sé cuántos cómo mis antecesores han parado en los de a cuatro. Quien los comió, por mi cuenta, se halló, en la de Mazagatos, el carnero moscovita ...
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—Acá tenemos noticia, buen Sancho, que sois tan amigo de manjar blanco y de albondiguillas, que si os sobran las guardáis en el seno para el otro día (Quijote, Rico, 1133).
¿QUÉ ES?
Fue muy apreciado durante el Siglo de Oro. Muchas era...
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Donde le dieron de cenar un salpicón de vaca con cebolla y unas manos cocidas de ternera algo entrada en días. Entregóse en todo, con más gusto que si le hubieran dado francolines de Milán, faisanes de Roma, ternera de Sorrento, perdices de...
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—Aquel platonazo que está más adelante vahando me parece que es olla podrida, que, por la diversidad de cosas que en las tales ollas podridas hay, no podré dejar de topar con alguna que me sea de gusto y provecho
(Quijote, II, 47)
¿QUÉ...
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Dijo el ventero:
—Lo que real y verdaderamente tengo son dos uñas de vaca que parecen manos de ternera, o dos manos de ternera que parecen uñas de vaca; están cocidas con sus garbanzos, cebollas y tocino, y la hora de ahora están diciend...
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… donde se había de asar ardía un mediano monte de leña, y seis ollas que alrededor de la hoguera estaban no se habían hecho en la común turquesa de las demás ollas, porque eran seis medias tinajas, que cada una cabía un rastro de carne...
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Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda
(Quijote, Rico, 35, 36).
Y tambié...
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Mas lo que yo sé que ha de comer el señor gobernador ahora para conservar su salud y corroborarla, es un ciento de cañutillos de suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le asienten el estómago y le ayuden a la dige...
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Vuestra merced sí que es escudero fiel y legal, moliente y corriente, magnífico y grande, como lo muestra este banquete, que si no ha venido aquí por arte de encantamento, parécelo a lo menos, y no como yo, mezquino y malaventurado, que solo...
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