Sólo hacen falta dos ingredientes para salir a correr y entrar en el grupo de los aficionados al running: la motivación, sin la que no nos levantaríamos nunca del sofá, y unas buenas zapatillas, que amortigüen el impacto contra el asfalto. A partir de ahí, ya sólo queda sacar un hueco en la agenda para disfrutar de esta actividad.
Pero tener las zapatillas adecuadas no implica que nos vayamos a librar de las dolorosas ampollas. A veces —no siempre— aparecen. Evitarlo, o al menos paliar sus consecuencias, es tan sencillo como utilizar la técnica adecuada para atarse los cordones. Si las rozaduras aparecen en los lados, hay que saltarse el zig-zag en la parte inferior de la zapatilla y si están en el empeine, hay que evitarlo en la parte inferior.
Esta guía elaborada por la web stylight con la colaboración del entrenador Martín Giacchetta, muestra cómo adaptar el atado según dónde aparecen las rozaduras.
“Corre en grupo, corre solo, de noche, de día, compite o no compitas... hazlo como quieras, pero disfruta de ello. Es la mejor forma de evitar excesos y con ello, riesgos de lesiones”, sentencia Daniel Martínez Silván.