El punto G a debate: ¿dónde está el orgasmo femenino? ¿Tienen pene las mujeres?
El doctor Emmanuele Jannini afirma que los hombres somos "siempre lo mismo". "Bastante aburridos", aclara. Jannini no se refiere a nuestros temas de conversación o a nuestros hobbies, sino a algo aún más íntimo: nuestros orgasmos. Y en efecto, es difícil negarle la razón. El mecanismo sexual de los hombres es simple, y Jannini no lo sabe solo como miembro de nuestro género, sino también como sexólogo dedicado durante años a explorar algo tan complejo que Sigmund Freud lo llamó el "continente oscuro": la sexualidad de las mujeres.
Cada lectora pensará, y con razón, que tiene muy claro cómo funciona su sexualidad sin necesidad de que alguien se lo explique. Pero la labor de los científicos es sistematizar y definir esquemas de validez general. Y aquí es donde las cosas se complican. Cuando desde mediados del siglo XX ya parecía que el clítoris era la llave maestra del placer femenino, en 1982 comenzó a hablarse de una nueva zona erógena de las mujeres a la que se llamó punto G, una región en la pared anterior de la vagina. El punto G se convirtió en el arca perdida de la sexualidad femenina: toneladas de libros y revistas explican cómo buscarlo y dónde encontrarlo, y son innumerables los artilugios diseñados para despertar su poder.
La G hace referencia al ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg, que condujo sus observaciones en la década de 1940. Así, suele asumirse que fue este investigador el autor del hallazgo; pero no es así, tal como expone a El Huffington Post el médico y sexólogo Vincenzo Puppo, del Centro Italiano de Sexología en Bolonia: "El término punto de Gräfenberg (punto G) fue acuñado por Beverly Whipple (una enfermera) y sus colaboradores en 1981". "Gräfenberg no describió un punto vaginal o el punto G en su artículo de 1950", aclara Puppo.
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Los orgasmos vaginales descritos por Whipple no fueron publicados en una revista científica, sino presentados en una conferencia, donde se sugirió para este nuevo territorio erógeno el nombre de Whipple Tickle, o "cosquilla de Whipple". La autora prefirió homenajear a Gräfenberg, que en sus estudios había descrito una zona sensible en la pared vaginal. Pero mientras el punto G comenzaba a hacer furor en la cultura popular, la ausencia de pruebas anatómicas creaba un ambiente de suspicacia entre los científicos.
¿EL PUNTO G EXISTE, PERO SE LLAMA CUV?
Y en esto llegó Jannini. En 2008 este sexólogo, entonces en la Universidad de L’Aquila y hoy en la Tor Vergata de Roma, captó la atención de los medios al demostrar con ecografías que nueve mujeres con orgasmos vaginales poseían un engrosamiento de la pared entre la vagina y la uretra, algo que faltaba en otras 11 que nunca habían disfrutado de ese placer. Jannini había encontrado el punto G; pero según su estudio, publicado en The Journal of Sexual Medicine, solo algunas mujeres lo tenían. Para aquellas con orgasmos vaginales, afirmaba el sexólogo, es tan natural que lo dan por hecho como algo común a todo el género femenino; pero las que nunca lo han experimentado piensan que es solo un mito y una fantasía de quienes dicen tenerlo.
No obstante, el estudio no cerró la polémica. En 2012, una amplia revisión en la misma revista concluía: "Las mediciones objetivas no han podido proporcionar pruebas sólidas y consistentes de la existencia de un lugar anatómico que se pudiera relacionar con el famoso punto G". La respuesta de Jannini llegó en agosto de 2014 en la revista Nature Reviews Urology. El sexólogo reconocía que "no se ha identificado una estructura única consistente con un punto G diferenciado", y a cambio definía un conjunto de órganos llamado Complejo Clitouretrovaginal, o CUV, que "cuando se estimula adecuadamente durante la penetración, podría inducir respuestas orgásmicas".
Sin embargo, la nueva propuesta de Jannini tampoco convenció a todos. Uno de los escépticos es Vincenzo Puppo, quien en octubre de 2014 publicaba junto a su hija Giulia, bióloga de la Universidad de Florencia, una revisión en la revista Clinical Anatomy cargando contra lo que considera una falta de "terminología anatómica científica". "El complejo clitoral o clítoris-uretro-vaginal no tiene soporte embriológico, anatómico ni fisiológico", escribían los Puppo.
¿EL PUNTO G NO EXISTE, PERO SÍ EL PENE FEMENINO?
Puppo echa por tierra la existencia de nada parecido al punto G. "Los autores que pretenden identificar un punto G podrían ser acusados de usar el nombre de Gräfenberg para crear la impresión de que sus estudios o proclamas tienen una base científica", señala a El Huffington Post. "Las proclamas hechas en numerosos artículos (en años recientes, publicados especialmente por The Journal of Sexual Medicine) escritos por Whipple, Komisaruk, Jannini, Buisson, Ostrzenski y otros no tienen base científica. El punto G no existe: ¿es esto un fraude científico?", se pregunta.
El experto defiende su tesis alegando que sus trabajos están escritos "solo desde el punto de vista científico". "Mis artículos no incluyen opiniones personales o hipótesis", asegura. Y en lo que respecta al orgasmo vaginal, su veredicto es tajante: "No tiene base científica: el término fue inventado por Freud en 1905. La vagina no contiene ninguna estructura anatómica que pueda causar un orgasmo. ¡Todos los libros de texto de anatomía describen que la vagina tiene baja sensibilidad!". Con esto Puppo no descarta que algunas mujeres puedan llegar al orgasmo a través de la penetración, pero explica que la causa es la estimulación conjunta de los órganos circundantes, englobados en la definición de "pene femenino".
Anatomía del clítoris
"El pene femenino es un término científico anatómico, es el término anatómico correcto y simple para describir el grupo de tejidos eréctiles responsable del orgasmo femenino", zanja Puppo, enumerando las estructuras que lo forman: "clítoris, bulbos vestibulares, labios menores y cuerpo esponjoso de la uretra femenina". En especial, el médico destaca la importancia de una parte de la anatomía que tal vez no siempre recibe la atención debida: "Se ha determinado que los labios menores son casi tan perceptivos a la sensación táctil superficial como el glande del clítoris". Pero subraya: "Fisiológicamente, todos los orgasmos femeninos siguen los mismos patrones de respuesta refleja, sin importar la fuente de la estimulación sexual". Para Puppo, es hora de desterrar conceptos como el de orgasmo vaginal y hablar únicamente de “orgasmo femenino”.
EL PUNTO G NO EXISTE, PERO SÍ LA REGIÓN G
Las alegaciones de Puppo difícilmente podían quedar sin respuesta, y esta llegó de uno de los aludidos. En la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey, EEUU), y con la colaboración de Whipple, el neurobiólogo Barry Komisaruk se ha distinguido por estudiar el orgasmo femenino en un escenario tan escasamente erótico como un escáner de resonancia magnética funcional por imagen (fMRI), con el fin de examinar qué regiones cerebrales se activan durante el clímax. El pasado diciembre, Komisaruk enviaba una carta al director de Clinical Anatomy en respuesta a la revisión de los Puppo. El neurobiólogo citaba sus propios estudios en los que describía orgasmos vaginales en mujeres con la médula espinal seccionada por un accidente. Estas pacientes tenían cortada la vía nerviosa del clítoris, pero según Komisaruk, tenían orgasmos gracias al nervio vago, que conecta la vagina con el cerebro sin pasar por la médula. "En mi conocimiento, los Puppo no han publicado ninguna prueba experimental que apoye sus afirmaciones. Su proclama de que el orgasmo vaginal no existe es clamorosamente errónea", escribía Komisaruk.
A preguntas de El Huffington Post, Komisaruk lamenta que Puppo se limite a desechar todo su trabajo sin más. "Los Puppo simplemente niegan que haya sensibilidad vaginal o cervical, sin refutar las pruebas de mi investigación". El neurobiólogo añade que, según sus estudios de fMRI, la estimulación del clítoris, la vagina o el cuello del útero enciende distintas zonas de la corteza sensorial del cerebro. "Las mujeres describen que la estimulación de cada una de esas regiones se siente de forma diferente", añade. Komisaruk se adhiere a las tesis de Jannini sobre el CUV, y respecto al punto G matiza: "Prefiero referirme a una región G".
LA RESPUESTA DE LOS PUPPO A KOMISARUK
"Ningún libro de texto de anatomía o neurología contiene un componente genitosensorial vaginal-cervical del nervio vago", alegan. Puppo critica que Komisaruk generalice a partir de un experimento con solo tres mujeres que, además, se autoestimularon. "Hemos desafiado al Dr. Komisaruk a repetir su experimento con otras mujeres en nuestra presencia y en presencia de colegas y periodistas, pero las mujeres no deben autoestimularse. El Dr. Komisaruk rechazó nuestra propuesta".
En resumen, ¿CUV o pene femenino? ¿Es solo una cuestión de nombres? Se supone que ambos incluyen estructuras comunes, como el clítoris, los bulbos vestibulares (dos bolsas eréctiles a los lados de la vulva, rellenando los labios mayores), los labios menores y la esponja uretral (tejido eréctil que envuelve la uretra). Komisaruk objeta que "la presión directa del pene en el hombre no estimula la próstata masculina", algo que, sostiene, sí ocurre con la llamada próstata femenina o glándulas de Skene al presionar la supuesta "región G" de la vagina, por lo que su teoría "es diferente de la proclama de los Puppo", concluye.
Por su parte, Puppo rechaza esta afirmación, denunciando que los trabajos de Komisaruk y Jannini "carecen de base científica", que el punto G es "solo un negocio" y el CUV una especie de apaño. Y mientras estos hombres discuten enconadamente sobre la sexualidad femenina, quizá alguna lectora recuerde las palabras que la autora romántica Jane Austen escribió en su novela Emma: "Una mitad del mundo no puede comprender los placeres de la otra".