Detecta a tiempo la baja autoestima y fortalécela con estos diez consejos
Detrás de muchos problemas psicológicos, como pueden ser la inseguridad, el estrés o la depresión, hay una única culpable: la autoestima. El Diccionario de la Real Academia la define como la "valoración generalmente positiva de sí mismo", pero en muchos casos, la visión que se tiene de uno tiende a ser negativa. Una baja autoestima enturbia todas las facetas de la vida, desde la laboral hasta la amorosa y hace que la persona se guste menos a sí misma y sienta más miedo y soledad.
"Una buena autoestima significa creer que tenemos las habilidades y recursos que necesitamos para superar los retos que nos va planteando la vida", explica la psicóloga clínica Silvia Congost a El Huffington Post. En su último libro, Autoestima automática (Zenith, 2015), explica cómo mejorarla y cómo conseguir que sea duradera.
"La autoestima no es algo estático, sino que un 30% depende de la genética y el 70% se construye en función del entorno, las experiencias, lo que aprendemos... esas circunstancias pueden hacer que en determinados momentos la autoestima fluctúe y baje; de lo que se trata es de tener las herramientas que nos funcionan a todos para restablecerla", afirma Congost. "No es cuestión de sentirse más que nadie, sino de sentirnos importantes y valiosos en igual medida que los demás", puntualiza esta experta.
¿Cuáles son esas señales que indican que la autoestima va en picado? "Nos sentimos más inseguros, nos volvemos más negativos e incluso agresivos", detalla. Esto puede implicar multitud de consecuencias negativas: celos, pérdida de oportunidades, dependencia emocional, aislamiento y tratarse mal a uno mismo. Silvia Congost propone este decálogo para fortalecer la autoestima y evitar llegar a estos extremos.
1. RECONOCER NUESTRO POTENCIAL Y CAPACIDADES
Para conseguir un buen nivel de autoestima, "es necesario no quitar valor a nuestras virtudes, ser conscientes de nuestros logros y de todo de lo que hemos sido capaces", recomienda Congost.
2. PONER LÍMITES Y SABER DECIR QUE NO
Es lo que se conoce como "conducta asertiva": saber manifestar las convicciones de uno respetando las de los demás.
3. TENER OBJETIVOS CLAROS
Tener unos propósitos y metas definidos permite valorar si se están tomando las decisiones adecuadas para alcanzarlos o no y, por tanto, tener la oportunidad de enderezar el rumbo. "Sentirnos a la deriva o vacíos no nos permite sentirnos felices", apunta esta experta.
4. RESPONSABILIZARNOS
Hay que tener presente que "las cosas no son siempre culpa de los demás", recuerda esta psicóloga. "Tenemos que responsabilizarnos de lo que nos ocurre y de qué podemos hacer para cambiar lo que no nos gusta".
5. ACEPTARNOS COMO SOMOS
"Esto incluye tanto nuestros puntos fuertes como las vulnerabilidades", recalca Congost. Según explica en el libro, hay que hacerlo "sin esperar nada distinto, sin rechazo, sin juicios y sin crítica".
6. CULTIVAR LOS PENSAMIENTOS POSITIVOS
"Si nos focalizamos en lo que no funciona nos sentiremos mal; lo que deberíamos hacer es centrarnos en los pensamientos positivos y potenciarlos", aconseja.
7. RODEARNOS DE PERSONAS SANAS
"Evitar a las personas tóxicas, que no nos hacen sentir bien o no nos tratan como merecemos es fundamental. Es mejor rodearse de quienes hagan que seamos nuestra mejor versión", afirma Congost.
8. PRACTICAR EL AGRADECIMIENTO
"Esto activa ciertas emociones y nos abre a recibir", dice esta psicóloga, que en el libro define la gratitud como "una característica de las personas positivas". Los agradecidos se sienten más felices y son más exitosos, se encuentran mejor física y psicológicamente y viven con mayor ilusión y plenitud.
9. TENER CONCIENCIA DE ÉXITO
Significa centrarse en los éxitos y todo lo bueno, en lugar de en el fracaso. "Por ejemplo, hay quien al pensar en el dinero que tiene en la cuenta se focaliza en lo que sale, en lugar de valorar lo que entra. Son dos formas de mirar la vida", aclara la psicóloga.
10. SABER PERDONARNOS
"No se debe vivir con peso encima; hay que saber soltarlo y seguir adelante", dice Congost, "perdonarnos ante aquello que, si hubiéramos tenido la experiencia que tenemos ahora, habríamos gestionado de otra manera".