Lo que aprendimos durante la Convención Nacional del PP
Tres días encerrados en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. A ratos la Convención Nacional del PP tenía algo de ‘ejercicios espirituales’ cuando se impartía doctrina entre los dirigentes pero otras veces parecía más un festival de música con un gran escenario para las estrellas y otros más pequeños para los que no son cabeza de cartel. Y es que la política tiene tanto de show como de convicción interior.
Todos lo saben, pero a Mariano Rajoy le gusta recordarlo. Él marca los tiempos, pase lo que pase y aunque tenga de los nervios a más de un barón y baronesa. En teoría, este cónclave debía servir para iniciar la pre-pre-campaña de las elecciones municipales y autonómicas del próximo 24 de mayo. Pues a casa vuelven Ignacio González, Esperanza Aguirre y Alberto Fabra sin saber qué va a pasar con ellos. Madrid y la Comunidad Valenciana son las plazas que más peligran para los populares, pero el presidente no se atreve (o no quiere) dar el paso de nombrar en público a sus ‘número uno’.
Aguirre se marcha tan solo con el grito de “alcaldesa” de los fotógrafos para ver si picaba y se giraba. González se tiene que conformar con el guiño de haber intervenido como anfitrión en la jornada final junto a Rajoy y la secretaria general, María Dolores de Cospedal. ¿Y Fabra? Alguna foto en su butaca y poco más.
PLACAR A BÁRCENAS Y PABLO IGLESIAS
Lo que sí ha hecho Rajoy ante los suyos ha sido poner en el centro de su diana a Pablo Iglesias. Se acabó la época de llamarlos frikis, toca atacarlos directamente. El presidente ha desplegado los argumentos durante sus dos intervenciones que deberán difundir durante la campaña todos los aspirantes y altos cargos. “Estabilidad” frente a “populismo” y “conjuros caribeños”.
Ya no hay que obviarlos, sino espolvorear delante de los medios el contrato del secretario de Política de Podemos, Íñigo Errejón, con la Universidad de Málaga. Rajoy tiene fresco en la memoria su viaje hace unas semanas a Grecia y el ascenso de la coalición de izquierdas Syriza liderada Alexis Tsipras. El nuevo partido español se considera hermano del griego. España no es Grecia, repiten todos en todos los partidos, pero España sí tiene algo de Grecia. Todos atentos.
Rajoy ha sacado su lado más apocalíptico y duro para acuñar expresiones como que no se confiar el futuro de los hijos a la “ruleta rusa” del populismo y que los extremismos son cosa de una historia pasada.
¿Cómo piensa contraatacar el PP? El presidente les ha dicho a los suyos que no tengan miedo y que salgan a la calle con el mensaje de que “España está renaciendo”. Les ha dicho expresamente que sin reparos vendan que entre el pasado año y este se van a crear un millón de empleos. Además, tienen que gritar que bajan los impuestos en 2015 y que ya se notará en las nóminas de enero.
Porque nada ni nadie debe empañar la campaña del PP. Eso ha dicho Rajoy sobre su gran pesadilla, el extesorero Luis Bárcenas, Su salida de la cárcel de Soto del Real (Madrid) el jueves por la noche dinamitó el inicio de la Convención el lunes. El presidente aplicó su técnica del silencio. Al tercer día habló para marcar distancias con los que no han estado “a la altura” del partido. Mensaje para los suyos de que forma parte del pasado y de que no va a permitir que manche la “honorabilidad del partido”.
VOTOS DEL AZNARISMO
De Bárcenas no se acordó el presidente de honor del partido, José María Aznar, que volvió el viernes a estar en un gran acto después de años de desencuentros con Rajoy. ¿La razón? Tiene que ser un imán para los votos situados en el flanco más derecho. Y eso que algunas de sus palabras escuecen en la actual dirección. Su poder entre los suyos es tal que hasta dos preguntas como “¿Dónde está el PP’” o “¿Aspira realmente el PP a ganar las elecciones?” -con respuestas dentro del tono exigido- provocan comentarios en todos los corrillos.
El propio presidente del Congreso, Jesús Posada, reconoció públicamente que el discurso de Aznar sirve de “revulsivo” para atraer a votantes de siempre de la derecha que se han distanciado en los últimos años.
Ahora los populares tienen que comprobar si esos votantes están dispuestos a participar en las asambleas de barrio que ha propuesto el ‘número tres’ del partido, Carlos Floriano, a los dirigentes locales para que impliquen a los ciudadanos en la campaña de mayo.
Esta convención ha servido para comprobar que hasta en la derecha es tendencia lo asambleario -aunque solo sea estéticamente- y el espíritu 15-M. Los espacios de debate se llamaban ‘plazas’, había cajas de cartón de diseño, decoración con paraguas como si fueran las revueltas de Hong Kong y hasta ministros sentados en el suelo.
EL VIENTO DE SANTIAGO
Y si el año ya era complicado en clave electoral, a Rajoy se le han sumado los comicios catalanes del 27 de septiembre y el previsible adelanto electoral en Andalucía. Por ello, ha querido nombrar en varias ocasiones a Alicia Sánchez-Camacho, dejar frases como “en Cataluña hay muchos más catalanes que independentistas” y ha subido al escenario al presidente de Societat Civil, Josep Ramon Bosch.
Para apoyar al líder del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, Rajoy decidió aparecer por sorpresa en el ‘círculo’ en el que participaba el exsecretario de Estado de Igualdad. A Moreno ya se le veía de precampaña por los pasillos con la vista puesta en Susana Díaz. A los populares no les viene nada bien comenzar este periodo de votaciones con una sonora derrota en el sur.
Y en esta mezcla de ejercicio espiritual y concierto, el presidente se ha despedido de los suyos con una bandera gigante de España ondeando en la pantalla y la figura de la catedral de Santiago. “Contad la verdad fuera de aquí. De lo que digan otros… dejad que se ocupe el viento”.
Apuntado queda. Lección aprendida. Y que a nadie se le olvide ir a la próxima con un palo para los selfies.