'Como la sombra que se va': Muñoz Molina se abre en canal
Título:Como la sombra que se va
Autor:Antonio Muñoz Molina
Editorial:Seix Barral
Páginas: 536
Precio: 21,90 euros en tapa blanda y 10,99 euros en ebook
Fecha de Lanzamiento: 25 de noviembre de 2014
¿De qué va?
James Earl Ray, asesino de Martin Luther King, huye a Lisboa en 1968, donde pasará diez días antes de ser detenido. Antonio Muñoz Molina, escritor aún no tan conocido, viaja a Lisboa en 1987 en busca de inspiración para una futura novela, un viaje que en realidad es una huída desesperada ante la asfixia de una vida funcionarial. Son dos realidades radicalmente distintas engarzadas por dos nexos: el escape y Lisboa.
¿Por qué se habla tanto de este libro?
Como ocurre con otros (pocos) escritores españoles, cualquier novedad de Antonio Muñoz Molina se espera con indudable interés y, en algunos casos, con envidiable ansia. No en vano el autor de Úbeda cuenta con una de las obras más interesantes de la narrativa española actual. Desde su ya lejanos Beltenebros o El Invierno en Lisboa —tan capital en este Como la sombra que se va—, Muñoz Molina ha escrito alguno de los libros más bellos de los últimos años: El jinete polaco, La noche de los tiempos o Sefarad son apenas ejemplo, porque hay muchos más. Sus piezas ‘menores’, como En ausencia de Blanca o la desopilante El dueño del secreto, consolidan una obra muchas veces intimista y siempre de sublime prosa.
LEE LAS PRIMERAS PÁGINAS DE 'COMO LA SOMBRA QUE SE VA'
¿Quién lo escribe?
Poco más puede añadirse a lo escrito más arriba. Si acaso unos apuntes de contexto: Muñoz Molina es académico de la RAE desde 1995, vive a caballo entre Madrid Y Nueva York y está casado con Elvira Lindo (responsable de la exquisita Memphis-Lisboa, que tanto tiene que ver con este Como la sombra que se va). Su obra narrativa comprende Beatus Ille (Seix Barral, 1986 y 1999), El invierno en Lisboa (Seix Barral, 1987 y 1999), que recibió el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura, ambos en 1988, Beltenebros (Seix Barral, 1989 y 1999), El jinete polaco (1991; Seix Barral, 2002), que ganó el Premio Planeta en 1991 y nuevamente el Premio Nacional de Literatura en 1992, Los misterios de Madrid (Seix Barral, 1992 y 1999), El dueño del secreto (1994), Nada del otro mundo (1994), Ardor guerrero (1995), Plenilunio (1997), Carlota Fainberg (2000), En ausencia de Blanca (2001), Ventanas de Manhattan (Seix Barral, 2004), El viento de la Luna (Seix Barral, 2006), Sefarad (2001; Seix Barral, 2009) y La noche de los tiempos (2009).
La crítica ha dicho:
Nuestra opinión:
Sin rodeos: Como la sombra que se va es una de las mejores novelas de Antonio Muñoz Molina. Resulta apasionante el relato del viaje desesperado y hasta cierto punto alocado de James Earl Ray por Lisboa y, sobre todo, la forma elegida por el autor para abordar esa travesía: con una minuciosidad obsesiva que en bastantes ocasiones podría parecer un exceso de celo en el rigor pero que, de forma global, resulta el modo más apropiado de acercar al lector a una historia de diez días que se vive con la angustia de toda una vida.
Con todo, los capítulos más interesantes son sin duda los que Muñoz Molina dedica a hablar de él, de su búsqueda del novelista que siempre quiso ser y de los peajes que tuvo que pagar para conseguirlo. Es en estas páginas cuando emerge el gran novelista que es Muñoz Molina. Ese que abre en canal su conciencia, su vida y sus sentimientos, y los expone con toda la sinceridad de la que es capaz al lector. Ciertos pasajes son sobrecogedores por lo que implican de expiación personal, sin sentimentalismos. Es el Muñoz Molina que se expone sin remisión.
Primer párrafo:
“El miedo me ha despertado en el interior de la conciencia de otro; el miedo y la intoxicación de las lecturas y la búsqueda. Ha sido como abrir los ojos en una habitación que no es la misma en la que me quedé dormido. En el despertar duraba todavía el pánico del sueño. Yo había cometido un delito o estaba siendo perseguido y condenado a pesar de mi inocencia. Alguien apuntaba hacia mí una pistola y yo estaba paralizado y no podía defenderme ni huir. Antes de que termine de disolverse la consciencia ya está empezando a urdir sus historias y sus decorados el novelista secreto que cada uno lleva dentro. La habitación en sombras era cóncava y de techo bajo como una cueva o un sótano o el interior de un cráneo en el que se aloja el cerebro de ese alguien que no soy yo, una conciencia enfebrecida por demasiadas horas de lectura o de cavilación solitaria, con toda su memoria, sus particularidades físicas, la galería de las imágenes de su vida, su propensión a las taquicardias, a creer que ha contraído enfermedades mortales, un cáncer, una angina de pecho, el hábito de esconderse y de huir”.