Jesús Calleja: "España vive un momento muy jodido, pero no podemos ser inmovilistas"
Jesús Calleja se describe como "leonés, alpinista, explorador y comunicador". El presentador de Desafío extremo y Planeta Calleja un día fue un niño débil y enfermizo, muy imaginativo, rebelde y, probablemente, hiperactivo, que al cumplir los 17 dejó los estudios para hacer la mili y a los 19 abrió su propia peluquería, no tanto por vocación sino como fuente de ingresos para costearse sus viajes, su sueño.
A sus 49 años, el leonés dice no meterse nunca en problemas y no tener ni un solo enemigo. Afirma que es una persona normal y corriente, pero Calleja ha vivido aventuras diferentes a las del común de los mortales. Ha descendido a la sima más profunda y ha alcanzado los picos más altos del mundo. Ha hecho expediciones con personajes públicos tan variopintos como el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero o el humorista Dani Rovira. Tiene un ahijado nepalí y fue el primer alumno del actual karmapa, la figura que está por encima del dalái lama en el mundo budista.
Este emprendedor nato, que vivió 16 años en Nepal y habla nepalí, se siente identificado con la filosofía budista según la cual "la infelicidad reside en los apegos". "Como dicen los sherpas budistas: 'a veces nos meten algo en la cabeza, y es eso lo que nos condena'", explica, y pone el ejemplo de las posesiones "que te hipotecan la vida". En ese sentido, Calleja anima a los jóvenes que no ven claro su futuro a salir de su burbuja de confort y a no tener miedo a cruzar fronteras, sobre todo, "si no tienen un trabajo que les ate".
El explorador español más televisivo (aunque en Hacienda no exista el epígrafe "explorador", se queja) acaba de presentar libro: Si no te gusta tu vida, ¡cámbiala! (Planeta), que él define como una mezcla entre falsa autobiografía y manual divertido de autoayuda basado en una historia real.
- Tú que viajas tanto y tienes la posibilidad de tomar distancia y perspectiva, ¿cómo ves a España y a la sociedad española cuando estás en otros países?
A pesar del momento tan difícil que vivimos, yo no soy derrotista, sino aspiracionista, porque siempre aspiro a algo mejor y sé que la derrota lleva a más derrota. Yo he tenido que pelear por muchos trabajos y pasar momentos muy muy muy difíciles porque no tenía un padrino y estaba agobiado de deudas. Además, en mi profesión hay momentos en los que me juego la vida; y no hay momento más duro que cuando tienes que trazar el plan perfecto en pocos segundos si quieres sobrevivir. Pero he tenido siempre esa actitud positiva.
Ya sé que España vive un momento muy muy jodido, pero no podemos ser inmovilistas. La única manera de revertir tu situación es entregándote en cuerpo y alma, dedicando todos tus minutos de energía al día para cambiarla. Hay mil maneras de cambiar.
También es verdad que todo es relativo. Yo veo países que pasan hambre de verdad, no hambre de un día, sino de semanas. Y que además están perseguidos por la guerra. Y que los explotan en las minas de coltán, como en el Congo. Voy a lugares donde la vida no tiene ningún valor, donde les gustaría tener los problemas que nosotros tenemos. Las carencias son relativas. Pero, ante todo, que quede claro que lo que no hagamos por nosotros mismos, nadie lo va a hacer.
- Ya que no te importa irte de expedición con políticos, ¿te llevarías a Pablo Iglesias a alguno de tus viajes? ¿Dónde?
Claro que me llevaría a Pablo Iglesias. Y a Rajoy, a cualquier parte. Yo defiendo una idea: puedes ser de izquierdas o de derechas, pero los extremos no llevan a ningún sitio. No soy nada extremista; hay que tener una visión más amplia. Y al final, cuando conoces a la gente, vas cogiendo un poco de cada y te formas tu opinión. Pero sí, me encantaría conocer a Pablo Iglesias; me parece un tipo arrollador y tiene un calado popular inmenso. Porque la gente que vive los problemas percibe que lo que él dice es una gran verdad. Lo percibimos todos, creo que incluso la oposición. Otra cosa es que sea una quimera, porque dice cosas muy interesantes, pero también cosas irrealizables. Me gustaría verlo de cerca y saber hasta dónde cree que puede conseguir lo que se plantea.
Con Rajoy me encantaría ver cuál ha sido su proceso: cómo ha cambiado desde antes de estar en el Gobierno hasta ahora, y cuál cree que puede ser el resultado.
A Pedro Sánchez también me encantaría conocerlo y tenerlo en el programa. De hecho, me parece muy interesante, porque Planeta Calleja no es un programa al uso, donde un presentador inquisidor intenta buscar los puntos flacos del invitado. En Planeta Calleja, las entrevistas se producen en un lugar curioso, en un ambiente distendido, donde todos somos el mismo equipo, y donde la comunicación fluye de verdad. No es un escenario donde estás rígido. Me encantaría tener a los tres y yo, cuando me propongo algo... ahí lo dejo.
- Seguro que hay gente que te propondría que viajarais a Venezuela…
(Risas) Yo he estado en Venezuela y es un maravilloso país, la gente es encantadora. Pero es sorprendente cómo un Gobierno puede influir tanto en un pueblo por la mala gestión. Es una pena ver lo roto que está, políticamente hablando. No creo en ese modelo.
- Y a Esperanza Aguirre [con la que dijo que le gustaría hacer un programa], ¿te la llevarías de rally?
Por supuesto. Así no la multan, porque allí está todo permitido… (Risas) Lo interesante es ver el lado bueno de las personas; lo malo ya lo conocemos todos. Pero las situaciones pueden revertirse. Yo soy un catalizador: me llevo bien con todo el mundo. De hecho, sigo teniendo el mismo número de teléfono que cuando MoviLine; no he cambiado a las personas de las que me rodeo. Me llevo bien hasta con los radicales, pero no con los terroristas, ¡eh! Huyo absolutamente de la violencia, tanto hacia las personas como hacia los animales.
- ¿Cómo es el Calleja de andar por casa?
Calleja solo hay uno: en la vida soy igual que en la tele. No vengo del mundo de la televisión ni de la interpretación. En cambio, admiro cómo los famosos a veces se desdoblan en persona y personaje con tanta facilidad.
- Una vez dijiste que sólo tenías miedo a la muerte. Cuando te encuentras en una situación extrema, ¿en qué o en quién piensas?
Es un acto reflejo. Yo creo que a todo ser humano le ocurre. Cuando verdaderamente estás a las puertas de poder irte al otro lado, aunque seas ateo, quizás recuerdas que de pequeño tu madre te dijo que eras cristiano. Al final, siempre nos acordamos de algo. Y es curioso, porque ocurre en todas las culturas. Siempre queremos creer en Dios o en algo para que, al final, si existe, nos lleve al otro lado. Es un instinto reflejo.