Los niños abandonados de Corea del Sur: del cómic al cine
Jung Sik Jun nació en algún lugar de Corea en una fecha indeterminada. A los cinco años se fue del país porque alguien escribió en un formulario 'Apto para adopción'. Era uno de los 200.000 niños coreanos abandonados y adoptados por familias de todo el mundo tras la Guerra de Corea (1950-1953).
"En los setenta adoptar a niños asiáticos se convirtió en una moda en occidente, era como comprarse un coche nuevo o irse de viaje en caravana", cuenta Jung en una entrevista concedida a El Huffington Post con motivo de la llegada a España de su documental autobiográfico Approved for adoption, basado en su novela gráfica Piel color miel(Rosell, 2008).
A Jung le adoptó una familia belga y pese a crecer con todas las comodidades, los fantasmas de su infancia en Corea del Sur no dejaron de perseguirle. A los cinco años un policía le encontró deambulando por Seúl, famélico y sin techo. Probablemente su madre sería una de las muchas coreanas solteras forzadas por la presión social a abandonar a sus hijos. "Desde muy pequeño mi vía de escape eran los dibujos. Dibujar me ayudaba a sacar a flote mis miedos y mis obsesiones. Mi madre biológica era uno de mis sueños recurrentes; la forma en que yo la imaginaba".
Fotograma del documental
Su documental Approved for adoption, que este noviembre se proyecta en 35 salas de cine y centros culturales de toda España dentro del proyecto El Documental del Mes, es una pieza de 75 minutos que mezcla animación en 2D y 3D, grabaciones en Super 8 que el padre de Jung tomó durante su infancia, dibujos, imágenes del Seúl actual... "A través de secuencias oníricas animadas puedo transmitir la angustia que sentía por la ausencia de mi madre biológica, a la que nunca conocí, o lo que sentí cuando mi madre adoptiva me dijo en una ocasión que era una manzana podrida", explica.
La animación le permite a Jung llevar a la pantalla sensaciones "difíciles de retratar" con imágenes reales, como el vacío generado por el abandono o la búsqueda continua de su identidad. "Mis dibujos animados tienen un gran poder evocador... no es una película más, en ella muestro algo profundo que al espectador le genera curiosidad", cuenta.
El salto del cómic a la pantalla está claro: Jung quería mostrarse al mundo. "Quiero trasladar que la reconstrucción de uno mismo es posible, pero es un proceso lento que requiere tiempo y va necesariamente ligado a la aceptación de qué somos. Soy asiático y europeo y hasta llegar a esto he sufrido mucho".
Con la película Jung quería mostrar que la destrucción interna, el abandono o cualquier otro gran trauma "no tiene por qué llevarnos irremediablemente a la tragedia". "Este documental quiere ser optimista, ningún personaje es bueno o malo, sólo son humanos con sus grandezas y sus debilidades".
LA VUELTA A COREA DEL SUR
Para Jung no fue fácil viajar a Seúl y conocer el país que le "abandonó". "Creo que el Gobierno coreano está en deuda con nosotros. Es cierto que no podemos reescribir la historia, pero ya es hora de que las autoridades coreanas tomen medidas para acabar de forma definitiva con el abandono de niños. No estoy en contra de la adopción, pero debe existir de otra manera".
En Corea del Sur, ser soltera y criar a un hijo supone ser rechazada. "Es un problema cultural y es necesario que cambie la mentalidad. Una mujer por el hecho de ser soltera no debería ser forzada a abandonar a sus niños. Es totalmente anti natura", defiende.
¿Quién soy? ¿Quiénes son mis padres? ¿Por qué me abandonaron? ¿Me querían? Jung ya ha hecho frente a estas preguntas.
Ahora se define como un hombre feliz: "Tengo una familia y una cicatriz, que siempre estará ahí, pero sin sangrar".