Silicon Valley, capital de la filantropía
Silicon Valley y, en general la costa oeste de Estados Unidos, concentran a las principales empresas tecnológicas del mundo. Sus fundadores están entre los más ricos del mundo. Bill Gates (Microsoft), Larry Ellison (Oracle), Jeff Bezos (Amazon), Larry Page y Sergey Brin (Google), Mark Zuckerberg (Facebook)... Una vez resuelto qué se llevan a casa para comer ¿qué hacen con tanto dinero? Pues, la mayoría, quieren cambiar el mundo.
Bill Gates es el prototipo de tecnólogo filántropo. Convertido en el hombre más rico del mundo (ahora desplazado por el mexicano Carlos Slim) Gates abandonó la dirección de Microsoft en manos de su amigo Steve Ballmer (otro que aparece en la lista Forbes de los más ricos) y se puso a arreglar el mundo. Junto a su mujer Melinda, crearon una de las fundaciones que más dinero dedican a solucionar los grandes males de la humanidad.
La Fundación Bill y Melinda Gates contaba a finales del año pasado con 36.400 millones de dólares para sus tres programas, uno específico para Estados Unidos y los otros dos para subvencionar proyectos de desarrollo y la lucha contra enfermedades como la malaria, la polio, la tuberculosis y también las enfermedades raras y olvidadas. Y se ponen objetivos concretos. Por ejemplo, quieren conseguir erradicar la poliomielitis antes de que acabe la década.
PRIMERO AMASAR LA FORTUNA, DESPUÉS DEVOLVER PARTE
El modelo Bill Gates ha sido el tradicionalmente seguido por los multimillonarios de cualquier sector. Una vez amasada su fortuna empiezan a devolver parte de lo que la sociedad les ha dado. En el sector tecnológico, los fundadores de HP, William Hewlett y David Packard crearon cada uno su propia fundación. También Michael Dell, el de los ordenadores que llevan su nombre, tiene la suya propia. Mientras las dos primeras dedican el dinero a un sinfín de causas, la de Dell prefiere concentrarse en la educación de los niños.
Todas y cada una de estas fundaciones comparten el detalle de que llevan el nombre del tecnólogo, pero también el de su mujer. Hay que recordar que, además del prestigio social, esta figura cuenta con varios beneficios fiscales para incentivar precisamente las donaciones.
Hay otras formas de devolver el favor como es la donación directa. Mark Zuckerberg, el de Facebook, se encaramó al segundo puesto de la lista de mayores donantes de Estados Unidos el año pasado al entregar, junto a su mujer Priscilla Chan, 18 millones de acciones de Facebook valoradas en casi 500 millones de dólares a una fundación californiana dedicada a programas educativos y sociales locales.
Aunque el modelo de montar una fundación cuando llegas a viejo es el más habitual, en los últimos años se han producido dos fenómenos paralelos. Por un lado, los genios de Silicon Valley se hacen multimillonarios cada vez más jóvenes, Zuckerberg sólo tiene 28 años. Por otro el otro, y quizás relacionado con su juventud, idean otras formas de filantropía que a veces convierten en negocio.
FORTUNA AL SERVICIO DE NUEVOS PROYECTOS SIN LUCRO
El mejor ejemplo aquí es Elon Musk. El creador de PayPal está dedicando su fortuna a idear nuevas empresas y proyectos donde el objetivo no sólo es ganar dinero. Cierto que, después de 10 años, ahora está empezando a ganarlo con su compañía de coches Tesla Motors, pero sus vehículos son eléctricos. Es, junto a Solarcity, su particular aportación a la ecología. Hace unos días mostraba al mundo Hyperloop, su idea de lo que debe ser el transporte del futuro. Más extravagante puede parecer SpaceX, donde plasma sus ideas de cómo debe ser la exploración espacial y con la que ya gana dinero gracias a los contratos con la NASA.
Pero para extravagante, la creación de un reloj que marcará las horas durante 10.000 años de forma exacta. Es una de las cosas en la que Jeff Bezos, el creador de Amazon y reciente comprador de The Washington Post, gasta su enorme fortuna de 25.000 millones de dólares. Con su Bezos Expeditions busca desde recuperar los cohetes del Apolo 11, el que llevó al hombre a la Luna, hasta averiguar las claves del funcionamiento del cerebro.
LA PRIMERA CARNE DE LABORATORIO
También puede parecer extraño que Sergey Brin, de Google. haya subvencionado la creación de la primera carne de laboratorio. Pero más que una excentricidad, este experimento muestra que, ante la insostenible e insuficiente producción de carne para alimentar a la humanidad, la ciencia puede ser la alternativa.
Brin también es uno de los multimillonarios que más dinero dedica a encontrar un remedio para el Parkinson. Realiza periódicas donaciones a la fundación que el actor Michael J. Fox tiene para investigar un mal que él mismo padece. Aquí hay lo que se podría llamar egoísmo solidario. Los genes del cofundador de Google portan una mutación relacionada con el mal. Y si, ayudándose a sí mismo, ¿ayuda a los demás?