'El Intermedio', por dentro: De revista de prensa a contrapoder televisivo
Es una sola palabra, está escrita en mayúsculas y negrita y encabeza un gran espacio en blanco que aún está por rellenar. “WYOMING”.
Es algo serio.
Pasan unos minutos de las cinco de la tarde y en la redacción de El Intermedio no hay ni risas ni carcajadas. Una decena de guionistas que trabajan de dos en dos rumian los chistes que el Gran Wyoming, al que todos conocen familiarmente como “Chechu”, contará a la hora de cenar. Son los últimos en ser escritos y Maikol, o Miguel Sánchez Romero, director y productor ejecutivo, empieza a mirar el reloj. “Tengo dos opciones: o que el guión esté a las siete o que sea bueno”, se resigna.
Unos minutos en la redacción de El Intermedio bastan para constatar que en engranaje que se pone en funcionamiento sobre las 10 de la mañana hay menos risas de lo que pudiese pensarse viendo el programa. “Al fin y al cabo, es un trabajo”, resume David, uno de los guionistas, que este lunes prepara un bloque sobre la privatización de la sanidad pública en la Comunidad de Madrid. “Cada día te levantas con un pie distinto y tienes la presión de encontrar el chiste adecuado”, reconoce. “Y no nos encariñamos demasiado con ninguno, porque a veces tienen una vida muy corta”, bromea. De decidirlo se encarga el director, que va repasando con un bolígrafo rojo el trabajo de cada pareja de guionistas, desde los chistes hasta el último dato.
Pero antes de eso hay mucho trabajo.
El Intermedio es el programa más veterano de laSexta, junto con los informativos. Un día de marzo de 2006 se presentó “sin lograr llenar el Bernabeu, con 60.000 espectadores, un 0,2% de share”, o cuota de pantalla, según recuerda el director. Desde entonces, con su lema “ya conocen las noticias, ahora les contamos la verdad”, fue escalando puestos hasta llegar al 9,8% de media en esta temporada. Es considerablemente más que la media de la cadena, que se sitúa en el 5,7%, según datos facilitados por Globomedia, la productora del formato. En esta temporada, que acaba este jueves, el espacio ha cumplido 1000 emisiones alcanzando su mejor dato de audiencia. Se ha incrementado más de un tercio, hasta casi los dos millones.
EL SECRETO: PERIODISMO Y GUIÓN
¿Cuál es el secreto? El guión es imprescindible, y no corre a cargo de las estrellas que salen en pantalla, que nunca llegan antes de media tarde, cuando lo que tienen que decir se está ultimando. Manoseado a lo largo de todo el día, el guión es una mezcla de “reflexión y chiste”. En la oficina, muy cerca de la rival Telecinco, dos mesas alargadas que planean sobre el todo se centran en uno y otro aspecto. Carmen Aguilera, la subdirectora del programa, dirige a un equipo de periodistas que se encargan de perfilar los ejes informativos. “Trabajamos mano a mano con Guión, pero en la redacción hacemos un repaso a los medios o a las tertulias o supervisamos que lo que se dice es cierto”.
El lunes, El País publicaba una exlusiva: la trama Gürtel contrató con La Moncloa cuando José María Aznar era el inquilino. “En Guión hay alguien que está haciendo hoy Gütel, pero una redactora [periodista] está con ellos permanentemente, les aporta información”, dice Aguilera.
Generalmente, esa parte más informativa la cuenta en antena la periodista Sandra Sabatés. Es más sobria y suele estar escrita antes que los chistes, que corren a cargo de Wyoming o colaboradores como Dani Mateo, Thais Villas, Usun Yoon o Fernando González, ‘Gonzo’, que también preparan reportajes o entrevistas fuera de plató.
UN INFORMATIVO, ¿UN CONTRAPODER?
La parte seria del programa es la que ha ganado en importancia en un programa que también ha crecido en minutos desde que comenzó a emitirse (de unos 20 a casi 50). Los temas más livianos o anecdóticos han dejado paso a la política nacional, que de paso se ha llevado por delante noticias como las de internacional.
Ahora es un espacio por el que hay gente que se informa, algo que al director le parece impropio de “un país normal” y que la subdirectora descarta como objetivo principal. “Las cosas que han ocurrido en este país nos han ido llevando a eso. Estamos en un momento político en el que la gente está muy agobiada y nosotros podemos tratar sólo cinco o seis temas, muchos menos que un informativo, y recurrir a la hemeroteca o hacer encuestas”, relata Aguilera.
También hay quien lo considera un contrapoder, como un bastión de resistencia frente a una mayoría absoluta del PP que lo acapara casi todo. “Si periodismo es informar de manera crítica, sin dar la información que quieren que sirvas, el humor es algo potentísimo. De lo único que puedes despojar a los poderosos es de la dignidad impostada que les ofrece el cargo”, según Sánchez. Y los políticos creen “erróneamente” que “no les hace tanto daño un buen argumento como un buen chiste”, algo que puede explicar el estandarte en el que se ha convertido para ciudadanos de centro-izquierda, que ven pero además comentan y comparten los mejores momentos en las redes sociales.
Pero los sueños del contrapoder producen errores. En ese sentido, los hechos sin contrastar o dejarse llevar alegremente por lo que cuenten otros medios es mirado con lupa. El día en el que El HuffPost visita El Intermedio, a la redacción llega una carta del Hospital General de Valencia, donde estuvo ingresada una ciudadana hondureña a la que, según El Intermedio, se le había denegado una operación imprescindible por no tener los papeles en regla. El programa dio la noticia como cierta al fiarse de otros medios. No lo era y se vieron obligados a rectificarla en otro programa, donde no pararon de decir que se habían equivocado y al que invitaron a un responsable del centro médico.
¿PRESIONES? ¿QUÉ PRESIONES?
¿Presiones? "No, qué va, estamos bastante a nuestro aire", dice Maikol. "No, somos muy libres, tenemos un público detrás y ese es nuestro aval", dice por separado Aguilera, la subdirectora. Las respuestas son calcadas y resultan sospechosas, salvo que efectivamente se trate de la verdad. Atendiendo a otros formatos, como Caiga Quien Caiga, cuya desaparición Wyoming atribuye a la censura del Gobierno de Aznar, el aumento de la audiencia suele estar castigado con quejas o amenazas de los poderes a los que van dirigidos los dardos. En este caso, El Intermedio y el Gran Wyoming sirven además de diana para los medios de derechas que reseñan.
La tensión es máxima con los programas de tertulia de cadenas conservadoras surgidas al calor de la TDT, a la que en la redacción se le conoce como "TDT Party", en referencia al movimiento político ultraconservador de EEUU. Los responsables de El Intermedio justifican la aparición regular de espacios de 13 TV o Intereconomía por su cercanía al PP, que envía a sus líderes a esas cadenas regularmente. El tono de estas cadenas a veces similar al empleado por periódicos como La Razón, con el que laSexta comparte ahora grupo mediático (a3Media, de José Manuel Lara), junto a Onda Cero o Antena 3.
La carta del hospital agradece amablemente la rectificación mientras los guionistas siguen pensando, rodeados de recortes de periódico, si se han pasado con la broma que les parece brillante o si por el contrario sólo les hace gracia a ellos. Para lograr el equilibrio trabajan de dos en dos. Las parejas "funcionan como control de calidad, hablar las cosas todo el tiempo te permite afinar y salirte de lo que sólo te hace gracia a ti", resume David.
Entre los guionistas hay “de todo, periodistas, un informático, un filósofo, gente que ha estudiado Comunicación Audiovisual”, recuerda Raquel. Otros han trabajado de casi cualquier cosa, desde una agencia de comunicación a una teletienda, y varios han pasado por un master de guión. "Este trabajo está bien, siempre es mejor que estar haciendo algo mecánico en la oficina, procesando datos", añade la guionista.
Las presiones, en este caso del director, van en aumento desde después de comer. También el ruido y una tensión similar a la de un periódico de papel, que marca la hora sin necesidad de mirar al reloj. Algo así le pasa, aunque sólo una vez a la semana, al nuevo espacio que se prepara en la misma planta: El Objetivo de Ana Pastor. Este lunes, la periodista comienza a preparar el programa que se grabará el viernes.
¿POR QUÉ SE NO SE EMITIÓ EL DÍA DESPUÉS DE LA ENTREVISTA A AZNAR?
A veces, hay problemas. Al día siguiente de que Aznar diese su polémica entrevista a Antena 3 en la que sugería que podría volver a la política, El Intermedio no se emitió. Desde las cabinas de edición, Carlos explica que una máquina de la que dependen los vídeos se estropeó "a las nueve menos cuarto", dejando sin capacidad de reacción al equipo y encendiendo la polémica en las redes sociales. ¿Había sido censurado El Intermedio? ¿Se había acabado la ilusión de un medio de izquierdas en un grupo mediático de derechas, el mismo que emitía la entrevista en su otro gran canal? Al día siguiente, con los problemas resueltos, Wyoming volvió e hizo, además de un dato excelente de audiencia por las expectativas, una crítica demoledora de la reaparición del expresidente.
"Buenas noches. Voy a pedirles que se rían, de todo y en todo momento, aunque no les haga ni puta gracia. Ustedes ríanse como si no pudiesen más". Faltan poco más de cinco minutos para que comience el programa y Wyoming trata de motivar al medio centenar de personas que hacen de público. Es, probablemente, la única parte fuera del guión. "¡Buenas noches!", grita para probar el humorista. Las carcajadas estallan en el plató. "Se lo agradeceremos a fin de mes", agradece, "especialmente Sandra Sabatés", que "es puro maquillaje, créanme, lo he comprobado muchas veces", y quiere pagarse con su sueldo "una operación de cambio de sexo".
Han desparecido ya los nervios del día y la presión de completar lo que sigue a "WYOMING" en una página en blanco. El público, que atosiga a las estrellas para llevarse una foto de recuerdo, está en el bote y se mantiene obedientemente en silencio. El regidor grita "¡prevenidos!" y después una cuenta atrás que acaba donde empieza la magia de la televisión.