Italia y España, hermanas ante la crisis
Las dos tienen problemas, pero España los afronta como una adolescente e Italia como una señora de treinta y muchos. En el caso de España, la decepción es mayúscula, convulsa, y va acompañada de una gran sensación de derrota. Italia se lo toma con más filosofía, ya que no es su primera crisis. Pese a todo, se ha acostumbrado a vivir en ella.
Esta crisis tampoco cogió a Italia por sorpresa, ya que su crecimiento está estancado desde hace años y su deuda pública ya era enorme antes. Pese a Mario Monti, el primer ministro que ha conseguido calmar a los mercados a la clase política y a una eurozona preocupada, a Italia el mar de la crisis le cubre hasta el pescuezo. Su deuda pública es del 123% (la española es del 75,9%), su paro, mucho más bajo que el español, sube incesantemente (en junio se situó en el 10,8%, con casi 2.800.000 parados) y la pérdida de competitividad de la economía hace presagiar peores tiempos. Según el Consejo Nacional de la Economía y el Trabajo, un organismo público, la pérdida de competitividad de Italia respecto a los países de la eurozona es del 20% en la última década. La más acusada.
Italia, como España, se encuentra embarcada en un proceso de reformas económicas que pretende ser de gran calado. Tras los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal, los dos países están en el disparadero y suponen, a ojos de Berlín, el mayor riesgo posible para la supervivencia del euro. También son, por sus similitudes, aliadas en potencia frente a la austeridad de Angela Merkel en un momento en el que ella ha perdido el apoyo inquebrantable de Francia. La entente se probó con éxito en la última cumbre europea con el objetivo de flexibilizar los usos del fondo de rescate. Y funcionó.
MONTI, NUEVO ANESTESISTA LOCAL
“Los problemas de España son mayores a corto plazo, de caja y por la situación de la banca. Eso es lo que mide la prima de riesgo”, recuerda Michele Boldrin, doctor en Economía y profesor de la Washington University in Saint Louis. En ambos casos es demasiado alta. “En Italia, Monti consiguió evitar el hundimiento, taponó la herida, pero la situación a medio plazo es muy incierta, ya que el país no crece desde hace 12 años y las reformas económicas no han sido suficientes”, destaca. “Pero la recesión italiana es peor de lo esperado y no se puede descartar otra crisis financiera”, advierte.
Monti puede ser a Italia lo que Herman Van Rompuy fue en su momento a Bélgica, país que gobernó durante un año, antes de dar el salto a la presidencia del Consejo de la UE. Por aquel entonces, Van Rompuy se ganó la fama y el apodo de “anestesista local”, que no fue capaz de resolver los emponzoñados problemas entre el norte y sur del país, pero que consiguió al menos aplacarlos.
“El Gobierno de Monti goza de una credibilidad mucho mayor que la de Rajoy. Puede parecer anecdótico, pero Monti habla perfectamente inglés y francés, mientras que Rajoy sólo habla español”, señala Claudia Cucchiarato, periodista afincada en España que escribe en medios como L’Unitá. “Monti se crió políticamente en esos pasillos y habla no sólo idiomas, sino precisamente ese idioma europeo que le falta a Rajoy”, destaca.
"EL ITALIANO AHORRA Y EVADE"
En su afán por mantener a Italia lejos del abismo del que España está un paso más cerca, Monti cuenta con algunas ventajas culturales de Italia. “El italiano ahorra y evade”, resume Cucchiarato. Dicho de otra manera, la deuda privada que pesa sobre una losa sobre España en forma de hipotecas, que se convierte en un problema explosivo por la subida del paro, no es una gran preocupación en Italia. La segunda parte de la ecuación, la evasión fiscal, nunca ha sido realmente controlada por los políticos italianos, especialmente no por Silvio Berlusconi. Monti, que calcula que un cuarto de la economía italiana está sumergida, ha puesto en el punto de mira a los evasores y ha subido los impuestos. Entre algunas de sus medidas se cuenta la persecución fiscal de los propietarios de yates que aseguran tener ingresos bajos, algo que ha hecho que cientos de esas embarcaciones hayan huido buscando mejores vientos. Para Boldrin, las subidas de impuestos en un país con una presión fiscal de por sí más elevada “no son la solución mientras no se reduzca drásticamente el gasto”, algo que según él Rajoy está haciendo de manera mucho más efectiva.
Si hay algo similar en la gestión de Mariano Rajoy y Monti es una reforma laboral en ambos países contestada por los sindicatos. Pretende facilitar el despido, ampliar la prestación de paro desde 2017 (menos generosa en dotación y tiempo que la española) y reducir el empleo temporal, uno de los grandes problemas. Sin embargo, los economistas italianos tienen sus dudas de que vaya a ser efectiva, por insuficiente, y la patronal de la industria la cree “una oportunidad perdida”, en palabras de Giorgio Squinzi, presidente de Confindustria. Una actitud que contrasta con la satisfacción de la patronal en España por la llevada a cabo por Rajoy.
EL 15-M Y LA ANTIPOLÍTICA DENTRO DE LA POLÍTICA
Aunque Italia y España se encuentran ante crisis de gran envergadura, ni sus causas ni los cauces son los mismos, tampoco en el plano social. Pero... ¿quién está peor, Italia o España? "Económicamente, España; políticamente, Italia. Pero como la mala situación política suele dañar la economía y la mala economía siempre emponzoña la política, es posible que la respuesta se revierta", señalaba recientemente el analista Moisés Naím en un artículo en El País.
Un nuevo escándalo de grandes proporciones confirma el símil en el plano político, en el que la crisis italiana es algo estructural. La gobernadora de Lacio, Renata Polverini, anunció este lunes su dimisión por un gran caso de malversación de fondos en esta región, gobernada por el Pueblo de la Libertad (PdL), el partido de Silvio Berlusconi. La foto del escándalo es la de una lujosa bacanal, estilo Imperio Romano, en la que participaron numerosos miembros del PdL vestidos de Ulises, con máscaras y muchas chicas ligeras de ropa. Con dinero público, claro.
La calle se calienta en España, que ha alumbrado y exportado movimientos como el del 15-M y los indignados y que este martes tiene una nueva prueba con el movimiento Rodea el Congreso. Es la expresión de rabia generalizada, unida en la calle y frente a una clase política que no convence. En Italia, Beppe Grillo llama a esa clase “la Casta” y con su movimiento 5 Estrellas pretende acabar con ese sistema desde dentro. La antipolítica dentro de la política. Sus listas ciudadanas, que ya se presentaron a elecciones municipales con excelentes resultados, cuentan con profesores, informáticos, médicos... ciudadanos que no son políticos profesionales, que no tienen más de 60 años (Monti tiene 69, Berlusconi cumple esta semana 76) y que se erigen en representantes de un nuevo paradigma. Como otros movimientos sociales, tienen en internet y las redes sociales su hábitat natural, siempre bajo la sombra de Grillo, un actor cómico al que hasta hace poco nadie tomaba en serio.
Gillo añade emoción a una clase política tremendamente fragmentada e impopular (dejando al margen al Gobierno de Monti), que se prepara para lo que puede ser la vuelta de Berlusconi a la primera línea política, con motivo de las elecciones generales del año que viene. El magnate, que fue desalojado para que el tecnócrata Monti calmara los ánimos, ha trasladado él mismo y a través de correligionarios la posibilidad de una vuelta, algo que sería “una tragedia para Italia”, según Cucchiarato. Descrito por el semanario The Economist como “lo último que necesita Italia”, Berlusconi sería para Italia todo un examen de madurez. Una prueba de fuego para comprobar si esa señora que bordea los cuarenta tiene una enfermedad irreversible.