Carmena-Aguirre: duelo en las calles de Madrid
A Manuela Carmena Carmena se le acercan ciudadanos que quieren conocerla antes de votar y a los que acaba conquistando con ideas cargadas de autoridad moral, como sucedió en el acto con los vecinos de Retiro -uno de los distritos con renta más alta-. A Aguirre la rodean fans entregados que compran automáticamente propuestas que no necesita ni pronunciar.
Nos vamos de acto de precampaña con la jueza Manuela Carmena y la lideresa del PP de Madrid, Esperanza Aguirre. Ambas saben que la otra es su principal rival. En este duelo en las calles de Madrid, ninguna teme mostrarse tal cual es. Después de que Aguirre "metiera la pata" -tal y como ha reconocido ella misma- al decir que Carmena no había opositado para juez, la candidata de Ahora Madrid ha tomado las riendas y ha establecido las normas para un debate electoral: los datos deben estar consensuados previamente en un panel para no perder el tiempo lanzándose cifras a la cara. Esperanza Aguirre asegura haber aceptado tras hablar con Carmena, aunque tiene claro que los logros de los que más presume, como el bilingüismo en los colegios o las listas de espera, saldrán a relucir.
Foto: Félix Moreno
A Carmena se le acercan ciudadanos que quieren conocerla antes de votar y a los que acaba conquistando con ideas cargadas de autoridad moral, como sucedió en el acto con los vecinos de Retiro -uno de los distritos con renta más alta- a las 19:30 del lunes, que atestaban la amplia explanada de la Junta Municipal. Huyendo del antiguo formato mitin, gente de todas las edades tomaba el micrófono para expresar sus inquietudes o sugerir mejoras. En un pequeño estrado, Carmena, Pablo Soto, Nacho Murgui y Concha Cano, rodeados de centenares de curiosos, contestaban y tomaban nota. El objetivo es recuperar los barrios para sus habitantes y que participen directamente en su configuración.
A Aguirre le rodean fans entregados que compran automáticamente propuestas que no necesita ni pronunciar. "¿Es que nadie me va a preguntar cuáles son mis propuestas?", soltaba con cierta ironía ayer por la mañana a la abundante prensa y al puñado de jubilados que la rodeaban en su sofá chester hinchable en la entrada del centro comercial de Arturo Soria a las 10:30. A su lado, María San Gil, un icono de la lucha de las víctimas del terrorismo cuya sola presencia sirve para sacar los colores a Rajoy, al que dejó plantado hace siete años por blandengue y poco claro. La presencia de San Gil era el golpe de efecto. A pesar de que Aguirre no estaba satisfecha con el escaso público de avanzada edad, tal y como reprocha a una persona de su equipo porque de primeras no localiza muchas cámaras: "No se puede llegar a los actos una hora antes", espeta; lo que importa es el impacto en los medios.
Los votantes de toda la vida -a los que ahora cuesta sacar de casa para apoyar al partido o se sienten más próximos a Vox- tenían su ración a pesar de que San Gil nos insistiera en que "no, ni hablar, no voy a volver. Después de ocho años se vive muy bien fuera de la política. Este aspecto que dices que tengo es por eso, por estar alejada". ¿Pero eres consciente de que con las dos juntas, lo que se va a interpretar es que le dais una patada a Rajoy? "No puedo hacer nada con lo que interpretéis los periodistas, pero después de estar tanto tiempo fuera de la política, la verdad es que yo estoy aquí para dar un abrazo a una amiga, como es Esperanza Aguirre, que me parece una política de primera, un animal político".
Son dos maneras distintas de abordar la estrategia electoral municipal. La de Carmena está centrada en convencer en la distancia corta, ganándose uno a uno los votos. La de Aguirre busca la amplificación mediática, ya sea un chotis en inglés o la utilización de la imagen de María San Gil, que se escurre en cuanto puede.
Foto: Félix Moreno
Carmena trata de implicar a la gente en su propia ciudad, que "Madrid sea la capital del abrazo", y habla de cómo acabar con las desigualdades "porque no puede ser que los hombres en el distrito de Salamanca tengan siete años más de esperanza de vida que los de Orcasur", cuando solo les separan 15 kilómetros. Una de las fórmulas para acortar distancias es la participación, en la que está volcado Pablo Soto, el creativo desarrollador premiado internacionalmente, que venció a las discográficas en una demanda millonaria por P2P y que es una de las joyas de la corona de Ahora Madrid: "Con los presupuestos participativos e iniciativas ciudadanas que acaben en consulta vinculante, vamos a dar el poder a la gente. En Reikiavik, París o Portoalegre ya se gestionan de forma abierta un porcentaje de las inversiones. Se presentan proyectos, tanto del Ayuntamiento como de particulares, se ponen en una plataforma, y se eligen por mayoría. En Reikiavik, por ejemplo, la gente va metiendo en una especie de carrito de la compra las inversiones prioritarias, no solo por Internet, sino también presencialmente, y el sistema coge las más consensuadas. La lucha contra la desigualdad es el eje de nuestra candidatura, y la participación es la herramienta". Soto está creando la herramienta para que se materialicen las demandas ciudadanas y conecta con la gente más joven, la que no necesita que le expliquen cómo se hace.
Aguirre no necesita descender a la arena, aunque cuando se le acerca un representante de la Iglesia Evangelista de Ciudad Lineal le escucha y pide a uno de los miembros de su sequito que apunte. No hay más peticiones, solo halagos. La prensa es esencial. "Tranquilidad y buenos alimentos, que cabéis todos", dice a los cámaras mientras ella misma sujeta varios micrófonos en la mano, sentada en el chester con San Gil y dos señoras de las que la siguen habitualmente. Está en su salsa. Aprovecha para señalar que la ex dirigente vasca es el ejemplo de militante del PP, y también para vender su autenticidad frente al disfraz de socialdemócratas que se han calzado sus adversarios políticos, a los que mete en el mismo saco, excepto a Carmena, por la que muestra el respeto de quién mira a su rival de igual a igual.
Toca entrar en el Arturo Soria Plaza y saludar a los dependientes de las grandes cadenas, como si fueran los pequeños comerciantes de antaño. Sus seguidoras entran en Zara Home detrás de su ídolo, y observan cómo elogia la ropa de bebé y las sabanitas de cuna. "Se nota que tiene nietos", comenta una de ellas. "No aparenta los años que tiene, va muy moderna", le contesta la amiga jubilada. Las muñecas, rodeadas de pulseras de hilo y de cuentas multicolor, vaqueros pitillo, botas de ante con tacón rotundo y una chaqueta étnica, le dan ese aire juvenil a los 63 años que comentan las señoras. Carmena, de 71 años, es más sobria, aunque su abriguito primaveral en crudo de manga tres cuartos en contraste con camiseta drapeada y pantalón negros muestran que está a la última. Y es que la calle es el mejor lugar para captar tendencias. Incluso estilísticas.