Las claves de la semana: Cuando Hernando pidió la venia de Díaz
Tal vez sea Judas Iscariote el más famoso de cuantos traidores ha dado la historia, pero hubo muchos. En política han sido legión. La vileza está en la vida y en la naturaleza humana, sobre todo en tiempos convulsos. Y el PSOE vive hoy uno de esos episodios, donde la villanía asoma más que la lealtad y el compromiso. Esta semana que acaba, la gestora que dirigirá el PSOE hasta su próximo congreso ha confirmado a Hernando como portavoz parlamentario. No se espera menos. El diputado por Almería no ha recibido 20 monedas de plata, sino una canonjía parlamentaria.
Foto: EFE
Tal vez sea Judas Iscariote el más famoso de cuantos traidores ha dado la historia, pero hubo muchos. En política han sido legión. La vileza está en la vida y en la naturaleza humana, sobre todo en tiempos convulsos. Y el PSOE vive hoy uno de esos episodios donde la villanía asoma más que la lealtad y el compromiso.
Sitúense en la escena del Comité Federal de infausto recuerdo porque durante mucho tiempo será necesario recordar los detalles de lo que allí pasó para entender lo que está por venir. ¿Recuerdan? Llantos, gritos, discusiones, insultos... y una semiclandestina votación que determinó el final de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE, pese a haber proclamado que no dimitiría aunque se quedara en minoría en el máximo órgano entre congresos.
¿Por qué cambió de opinión? ¿Quién le convenció? La salida por la puerta del garaje del ex secretario general no se entendería sin la infamia de uno de sus más fieles escuderos. "Dadnos tiempo, que le convencemos para que se vaya", espetó Antonio Hernando a los barones críticos una vez perdida la votación sobre la celebración del congreso federal extraordinario.
El viaje en AVE a Sevilla
Esta semana que acaba, la gestora que dirigirá el PSOE hasta su próximo congreso ha confirmado a Hernando como portavoz parlamentario. No se espera menos. El diputado por Almería no ha recibido 20 monedas de plata, sino una canonjía parlamentaria.
Pero antes de ser confirmado en el cargo, viajó hasta San Telmo para buscar el perdón de Susana Díaz. Intuye que, después de Javier Fernández, la próxima inquilina de Ferraz será la presidenta de Andalucía. Por eso tomó un AVE hasta Sevilla, para pedir la venia y para trabajar por su continuidad en la primera línea más allá del mandato de la gestora.
En el pecado, llevará la penitencia, porque será él quien tenga que subir a la tribuna del Congreso a defender la abstención a Rajoy que negó hasta la náusea. Estos días mendiga ayuda sin demasiado éxito para la redacción de un discurso que hace dos semanas le parecía imposible.
La soledad de Javier Fernández
Mientras él siente el repudio de las mismas bases que ayudó a inflamar en el pasado, Javier Fernández se dedica día a día a hilvanar las costuras estalladas y a hacer pedagogía. Y no sorprende que se declare más comprendido fuera que dentro del partido. Salvo en Andalucía y en Extremadura, no hay secretario general que haya dedicado tiempo a la explicación de por qué a España, como defiende la gestora, no le convienen unas terceras elecciones, y al PSOE, menos.
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El que no está parapetado por pusilanimidad tras la inflamación del "no es no" que inoculó entre la militancia Pedro Sánchez, lo está porque prefiere guardar su capital político para jugar sus propias cartas en el próximo congreso. Sólo así se explica el silencio o la ambigüedad en la que se mueve la mayoría de los barones en sus pronunciamientos públicos. Sólo así se entiende la soledad del presidente de la gestora. Y sólo así se pueden leer las declaraciones de algunos.
Patxi López se protege para el congreso
Si el papel de Hernando ha dejado ojipláticos a los pocos sanchistas que quedan entre los cuadros, en Ferraz se han quedado perplejos con la salida a los medios de Patxi López. «Mejor un mal rato en unas nuevas elecciones que avalar a Rajoy», ha dicho.
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No es el único que así piensa. Otros lo creen igual, aunque no lo digan en público porque son muchas las dudas de si el mal menor para el PSOE sería una tercera convocatoria en las urnas o una abstención que facilite un Gobierno de Rajoy. Pero López no es cualquiera.
Cuando Javier Fernández leyó sus declaraciones a El Correo, le telefoneó para recordarle que él mismo estuvo en contra de la celebración del congreso extemporáneo y ventajista al que Sánchez pretendió llevar al PSOE; poner en valor la votación del último Comité Federal y señalar los riesgos de ir a unas elecciones para las que habría que improvisar un candidato. Todo el esfuerzo fue baldío, porque el diputado vizcaíno prefiere protegerse con la mirada puesta ya en el próximo congreso. Hay muchos en este cálculo y pocos dispuestos a asumir el desgaste público de una abstención el día de la investidura.
De ahí que se hayan apuntado exóticas salidas, como la de que sean sólo 11 los diputados que pulsen el botón de la abstención. Una propuesta que serviría para lavar la conciencia en el momento, pero que pasaría a los anales de la historia como un acto de cobardía política.
El juicio de Gürtel complica el relato
Y todo en una semana en la que el juicio de la Gürtel, con la declaración de Francisco Correa ha vuelto a poner la lupa sobre la corrupción del PP y una retahíla de delincuentes de guante blanco que encontró cobijo entre decenas de políticos sin escrúpulos, algunos de ellos aún en la primera línea del partido que pretende seguir en el Gobierno. Esto además de complicar el relato que ha de construir el PSOE para justificar su abstención a Rajoy.
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Facturas falsas, financiación ilegal, sobres, viajes y vehículos de alta gama de una organización criminal que siguió actuando más allá del límite temporal acotado por la instrucción judicial y bajo la responsabilidad, por acción u omisión, de un Rajoy al que el delincuente Correa trata ahora de exculpar.
Pues eso: que si con la que está cayendo, dentro y fuera, Javier Fernández logra enderezar el rumbo del PSOE, habrá que ponerle un busto al lado del de Pablo Iglesias en el vestíbulo de la calle Ferraz.
P.D. Quizá los que metieron al asturiano en esto deberían pensar menos en su futuro inmediato y en no usar al presidente de la gestora como escudo antimisiles con el que protegerse.