El PSOE baja los humos a Sánchez
Como en la fábula, en el PSOE hay tres visiones muy distintas del resultado de las elecciones del domingo: la de quienes creen que con el resultado del 24-M los socialistas recuperan el terreno perdido; la de los que creen que salvo en Andalucía, Extremadura y Asturias, el partido sigue sumido en una depresión profunda, y la de quienes sólo ven una catástrofe sin paliativos.
Existe un conocido cuento hindú que habla de tres ciegos que se encuentran con un elefante y que cuando se topan con él cada uno se sorprende de lo que entienden que tienen enfrente. Uno inspecciona la trompa y concluye que el animal es una serpiente. Otro se topa con una pata del animal y decide que está frente a un árbol. Y el tercero encuentra la cola y se imagina que está ante una cuerda. De ahí viene la expresión de que no hay peor ciego que el que no quiere ver por miedo a la verdad.
Como en la fábula, en el PSOE hay tres visiones muy distintas del resultado de las elecciones del domingo: la de quienes creen que con el resultado del 24-M los socialistas recuperan el terreno perdido; la de los que creen que salvo en Andalucía, Extremadura y Asturias, el partido sigue sumido en una depresión profunda, y la de quienes sólo ven una catástrofe sin paliativos. Los segundos y los terceros convergen además en que ni se ha contenido la hemorragia de votos ni se han avanzado posiciones que garanticen opciones de victoria en las generales, dos de los objetivos que se marcó la actual dirección ante estos comicios.
Entre la lectura de aliño y sin preguntas que Pedro Sánchez hizo la noche del domingo al comparar -tramposamente- los resultados de las municipales con el de las europeas de hace un año, y la que ayer le esbozaron varios miembros de su Ejecutiva, además de algunos tótem del partido, hay una distancia insalvable. Tanta como frialdad arrojan los datos analizados sin cocina, sin trampas ni enredos.
El PSOE obtuvo el peor resultado de su historia en unas elecciones locales y retrocedió casi 700.000 votos y 3 puntos respecto a las municipales de 2011. Eso en términos globales porque en el detalle las cifras son aún peores. Si el PP pierde 13 puntos respecto a hace cuatro años y en algunas Comunidades, como en Valencia, se deja hasta un 24, 5 por ciento, para el PSOE el panorama tampoco es muy halagüeño. Desde Aragón, donde han perdido un 8,6 por ciento de los votos; Baleares (-5,8 por ciento); Castilla-La Mancha (-6,8); Valencia (-8,4); Navarra (-5,3) y hasta en Andalucía (-4 por ciento), no hay territorio donde se haya obtenido mejor resultado que en 2011.
Cifras más preocupantes aún si se analiza el hundimiento en las grandes ciudades, las de más de 400.000 habitantes, donde el PSOE pierde la hegemonía de la izquierda en favor de las plataformas constituidas en torno a Podemos. Dejan de ser alternativa en Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza. De hecho sólo se mantienen como segunda fuerza política en Sevilla y en Málaga, en el resto de las principales capitales de provincia, con la excepción de las de Extremadura y Andalucía, quedaría relegado a un apéndice de Podemos. El panorama es tan poco favorable que una extrapolación de los resultados de las locales a unas generales realizado ayer mismo por algún sabio del PSOE estima que los socialistas se quedarían en el Congreso con 99 diputados, 21 menos que los sumados hace cuatro años frente a un PP que no pasaría de los 117 escaños.
Y esto es lo que ayer escuchó Pedro Sánchez en al reunión de su propia Ejecutiva, donde le bajaron los humos de su lectura dominguera, en la que habló de las municipales y autonómicas como un primer paso antes de la victoria del PSOE en generales. De no ser por Andalucía (que aportó casi un tercio de los votos totales del PSOE y ganó en 6 de las 8 diputaciones provinciales), por Extremadura (donde Fernández Vara superó el 40 por ciento de los votos) y por Asturias que mantuvo la primera posición, el actual secretario general tendría que haber salido por la puerta de Ferraz la misma noche del 24. No sorprende que sean por tanto hoy Susana Díaz, Vara y Javier Fernández los tres tenores a quienes hayan querido escuchar los socialistas antes de empezar a hablar de pactos postelectorales. Porque si el resultado, como hemos dicho, es el peor obtenido por el PSOE en unas municipales, la entrada de los socialistas en gobiernos multicolor puede sepultar definitivamente al partido centenario tras las generales. "Inestabilidad y Frente Popular", sería el lema de la campaña de un PP que aprovecharía hasta la náusea las alianzas con los de Pablo Iglesias.
Una primera llamada de atención dio ayer la presidenta en funciones de Andalucía al exigir responsabilidad, prudencia y cautela antes de pactar cualquier gobierno. Pero de la misma opinión son el asturiano Javier Fernández y el extremeño Fernández Vara, poco amigos de lecturas simplificadoras y de que el PSOE entre en un maridaje con Podemos que se lleve al partido por delante. Los casos se analizarán uno a uno en los próximos días entre la dirección federal y los secretarios generales que han sido llamados a Ferraz antes de que el próximo sábado se reúna el Comité Federal. Pero, de momento a Sánchez el PSOE le ha enviado al rincón de pensar después de ponerle frente al espejo de la realidad electoral. Su respuesta: activar de inmediato el calendario de las primarias que se celebrarán el 26 de julio. Los plazos para el censo de simpatizantes y la posterior recogida de avales empezarán a contar desde la próxima semana. Y para entonces, Susana Díaz, aún no habrá sido investida. Que cada cual saque sus propias conclusiones.
Gráfico elaborado en base a datos de fuentes del PSOE